Protesta musical de Venezuela: mucho más que arpa llanera y pop

La organización Provea produjo el nuevo video de la canción 'Miraflores', un clásico del punk venezolano. | Por: AGENTE EXTRAÑO


En mayo de 2017, cuando una de las marchas más grandes contra el Gobierno de Maduro surcó las calles de Venezuela, unas mujeres caminaron con delantales de cocina y cantaron temas campesinos tradicionales, acompañadas por un par de guitarras.

Ese día, los cánticos de las mujeres se convirtieron en un ejemplo de las nuevas protestas en Venezuela, de la creatividad de los manifestantes y de la importancia de la música para movilizar a la gente.

El grupo, llamado Las piloneras, se sumó a otras expresiones musicales que protestan de forma creativa y recogen los temas clásicos para resistir a la situación de Venezuela.

Géneros como la música llanera o el pop alcanzan más visibilidad comercial. Sin embargo, el punk, rock, reggae y el folclor también aportan a una escena musical cambiante y comprometida con el contexto político y social. 

Además, en medio de la escasez y la migración, los artistas llevan estas expresiones a otros lugares del mundo.

Rock y punk


“Quiero trabajar en el Gobierno
para tener una casa gigante
quiero trabajar en el Gobierno
para no sufrir la escasez”

 


La mítica banda de punk venezolano Sentimiento Muerto no compuso la canción Miraflores en los últimos años, cuando la escasez de alimentos y medicinas obligó a unos cinco millones de venezolanos a salir de Venezuela, según estimaciones de la ONU. El tema apareció por primera vez en un casete de 1985, cuando el presidente del país era Jaime Lusinchi y Nicolás Maduro tenía apenas 23 años. Ya pasaron más de tres décadas, pero Miraflores está más viva que nunca.

Esa y otras canciones emblemáticas ahora tienen más fuerza en Venezuela y también han cruzado las fronteras hacia Colombia. Por ejemplo, los músicos de Agente Extraño grabaron nuevamente Miraflores y la incluyeron en su nuevo álbum Ministro: ¿cuál es su trabajo? Un extraño tributo al punk venezolano. Allí rinden homenaje a bandas locales de las décadas ochenta y noventa. 

Los nuevos homenajes afloran por la pertinencia del rock y el punk para entender -y resistir- la situación en el país. Rafael Pire, guitarrista de Agente Extraño, dijo que “la música es como una bala de oxígeno que nos ayuda a resistir lo que pasa en Venezuela”. Para él, el ambiente político influyó en la identidad de su música, pues “antes le cantábamos a la droga, a las guerras nucleares o al desamor; ahora nuestros temas tienen más contenido político y social”.

Agente Extraño también incluyó en su álbum tributo el tema Desamparo, original de la banda Kontra, en el que denuncian el asesinato de 14 pescadores y critican la violación de derechos humanos. La organización venezolana Provea participó en la grabación del álbum Ministro: ¿cuál es su trabajo?, como parte de su campaña Todos los derechos por todos los lenguajes. Con esta iniciativa buscan denunciar violaciones de derechos humanos en su país a través de la cultura y la música.

Rafael Uzcátegui, director de Provea, dijo que la iniciativa surgió luego de 2017, un año de protestas álgidas en contra de Maduro. “Nos dimos cuenta de que la escasez ya no era noticia y los venezolanos se estaban adaptando de algún modo, así que buscamos mecanismos más creativos para hablar de derechos humanos en todos los formatos”, dijo Uzcátegui.

Ese año, la organización identificó la aparición de unas 65 canciones entre abril y agosto de 2017, que hablaban sobre la protesta de ese momento. “Los artistas quisieron ser útiles, grabaron canciones y las difundieron por redes sociales”, contó Uzcátegui. 


Provea también impulsa a los venezolanos para que imaginen la música como un terreno de ayuda, y no solo de protesta. Por ejemplo, con el evento gratuito ‘Música por medicinas’, la organización promueve la donación de medicamentos básicos a cambio de entregar discos.


Así, parte de los rockeros y punkeros empezaron a unir fuerzas hace unos años. Además, bandas como Agente Extraño continúan rescatando himnos de protesta y componiendo nuevos sonidos de resistencia. Pero no todos los músicos que protestaban en 2017 contra el gobierno continúan en Venezuela. 

Por ejemplo, Juan Pablo Núñez, integrante de la banda de punk Doña Maldad, llegó a Bogotá porque en Venezuela “se sentía como en un hoyo negro donde cada día disminuía la calidad de vida”. La banda de Núñez hizo parte del álbum tributo Rock contra la dictadura, también producido por Provea.

Para él, es posible protestar desde cualquier lugar del mundo, sobre todo cuando tocas punk. “Este género no pone requisitos ni limitaciones, es una herramienta comunicativa y una forma de resistir y de crear comunidad”, contó Núñez. 

https://humanoderechorecords.bandcamp.com/album/rock-contra-la-dictadura-venezuela-volumen-01



Él y otros músicos venezolanos han encontrado en Bogotá espacios para gritar con el bajo, la guitarra y la batería de fondo. “Seguimos haciendo música en Colombia, pero tenemos unas limitaciones -agregó Núñez-. Aquí se vive una realidad cruda y peligrosa, solo hace falta ver a tantos líderes sociales asesinados”

Una pequeña movida de punk venezolano en Bogotá refleja el panorama de los movimientos sociales en medio de la migración. De acuerdo con Elías Santana, director de Radiocomunidad en Venezuela, “existen más de 300 organizaciones de venezolanos alrededor del mundo, por lo que podríamos hablar de sociedad civil en el país y en el extranjero”. 

No todos los migrantes que alguna vez protestaron con la garganta y las cuerdas de sus instrumentos han podido resistir desde el extranjero. Jhonny Castro, integrante de la banda de punk Apatía No, llegó a Colombia detrás de una oferta laboral. “Dejé mi instrumento en Venezuela y la rutina no me ha permitido seguir componiendo y presentando mi música”, dijo Castro.

Este músico venezolano planea volver a tocar punk en Venezuela y en Colombia, pues “es nuestra forma de protestar y de incomodar al régimen”Castro hizo parte de un grupo durante 15 años pero ahora los integrantes están regados en tres países diferentes. “La crisis le pega a los músicos también y allá muchísimos están buscando dinero para lo más básico, así que no les alcanza para comprar unas cuerdas o mantener su set de batería en buen estado”, concluyó.

La crisis ha llevado al punk, uno de los movimientos más contestatarios, a reconocerse y reinventarse, pero también a cruzar la frontera. 
 

Música folclórica

Al punk y rock se suman otras expresiones culturales en Venezuela que encuentran en la música un terreno fertil para protestar. Una de las más representativas, la de las piloneras, consiste en retomar la música folclórica y utilizarla para unir a los manifestantes.

Las piloneras nacieron en Caracas, en 2017, y alcanzaron reconocimiento en Venezuela y en otros países cuando sus videos llegaron a miles de vistas. En ellos, un grupo de mujeres coreaba los tradicionales cantos del pilón (objeto de madera en el que se macera maíz) y los mezclaba con consignas de protesta.

Elías Santana asegura que Las piloneras hacen parte de una nueva forma de expresión de la sociedad civil, donde prima la creatividad. “Casi el 95 por ciento de Las piloneras son mujeres, el otro 5 por ciento somos hombres que nos unimos al canto”.

Las piloneras, muchas de quienes estudiaron música, cantan sobre el trabajo, la unión familiar y la migración, como herederas de la tradición campesina, en la que las mujeres pilaban el maíz mientras cantaban sobre la cotidianidad.

Para Rafel Uzcátegui, el impacto que generan Las piloneras redica en que recrean tradiciones para expresar una promesa de futuro, “y en ese sentido renuevan los contenidos y le dan más sentido al movimiento”. 

Aunque la iniciativa de Las piloneras permanece en Venezuela, llega por medio de redes sociales y videos a migrantes venezolanos en todas partes. Elías Santana, por ejemplo, dijo que lo conmovía verlas cuando está en Colombia, pues “mueve las emociones”

Al final, la protesta social ha motivado a muchos músicos, artistas y otros ciudadanos venezolanos, en su país o en otro lugar del mundo, a recoger los sonidos de otras generaciones para dejar el testimonio de la crisis actual. Muchos incluyeron sus preocupaciones políticas en los nuevos temas que componen. 

Por: Estefanía Palacios Araújo @palacios_araujo