No hay un censo que asegure con exactitud la cantidad de enfermeras y enfermeros migrantes venezolanos en Colombia, pero quienes aquí viven, estiman en al menos 4 mil los profesionales que por uno u otro trámite incompleto no se insertan en el mercado laboral.
Por Nora Sánchez – Periodista Te lo Cuento News
Yanifre Fernández llora al hablar de su trabajo en Venezuela, recuerda con profundo sentimiento de tristeza sus jornadas en el área de Neonatología del Hospital Universitario Luis Razzetti, ubicado en Barcelona, estado Anzoátegui. “Hablo de esto y el corazón se me pone chiquititico”, dice Yanifre con voz entrecortada al enumerar las áreas de emergencia, adultos, pediatría, piso, Neonatología e Intensiva neonatal en las que ejerció la enfermería durante siete años.
Hoy, Yanifre no viste de blanco, habla desde Medellín, donde ha construido su nuevo hogar hace ya cuatro años, cuando decidió emigrar de Venezuela. Ella relata de manera apresurada como organizó su viaje de salida, fue rápido, dice, en apenas un mes se armó de los documentos importantes y le dijo adiós a su familia y al país que extraña. No hubo tiempo ni dinero para apostillar títulos de bachiller ni de profesional, por eso, hoy día no ejerce su profesión.
Cuatro años, cinco pacientes
Al relatar cada capítulo de su vida, Yanifre exhala un suspiro, hay en el fondo un lamento por no haber tenido tiempo de gestionar los documentos necesarios que le permitan ejercer en Colombia la enfermería. No tiene idea del costo en dólares que tiene apostillar sus títulos en Venezuela, cree que es mucho dinero, además de tiempo, pero por ahora no tiene los recursos económicos para ese asunto pendiente.
Ella cuenta con los dedos de su mano izquierda, la cantidad de pacientes que ha podido atender en cuatro años de vida en Medellín, escasamente son cinco personas a las que le ha brindado atención y aunque ella está para servir al paciente, extraña sus jornadas en los centros de salud.
Yanifre no ha sido juiciosa en informarse qué requiere, además de sus documentos apostillados para ejercer en Colombia, sin embargo, sabe que al tenerlos puede encontrar trabajo en su profesión. “Tengo varias amigas que están en Ibagué, tienen sus papeles y están trabajando en IPS y EPS, yo si creo que con papeles apostillados se consigue trabajo”, afirma con esperanza.
Pero mientras ese momento llega, se aferra a Dios y a su fe “de que lo voy a lograr, yo amo mi profesión, cuando veo a alguien vestido de blanco en un hospital me pongo melancólica y le pido a Dios que me ayude a lograrlo”, dice secándose las lágrimas de nuevo.
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Sin dinero y tiempo
María Eliana Ruiz Meza también es enfermera venezolana migrante, ella es instrumentista en el área quirúrgica e integra la cifra de 2 millones 500 mil venezolanos que se encuentran en Colombia.
A diferencia de Yanifre Fernández, María Eliana tiene sus títulos legalizados y apostillados, pero no ejerce formalmente en Colombia, ya que según nos comenta, un Técnico Superior Universitario (TSU) no puede diligenciar el Registro Único Nacional del Talento Humano en Salud (ReTHUS), documento indispensable para todo el personal que labore en el área.
Para que María Eliana pueda ejercer debe ser licenciada en Enfermería, título que aún no ha obtenido, pues deberá estudiar al menos ocho meses en Colombia para hacer la equivalencia y disponer de aproximadamente 300 mil pesos mensuales para pagarse los estudios (64 dólares) y esperar que su ReTHUS llegue en ocho meses más, es decir, invertir año y medio para probar suerte en el mercado laboral de la enfermería.
Ella no cuenta con los recursos para pagarse los estudios y en medio de su proceso migratorio, tampoco tiene el tiempo para hacer una equivalencia, pues debe trabajar para mantenerse ella y sus dos hijos.
A pesar de que María Eliana es TSU en Enfermería con una especialización en el área quirúrgica como instrumentista, sus años profesionales en Colombia transcurren cuidando pacientes. Gracias a grupos en redes sociales de colegas que viven en Bogotá, al igual que ella, es que ha podido ejercer, cuidando pacientes en hogares de cuidado para personas de la tercera edad o en sus propias viviendas.
Así va avanzando María Eliana en Colombia, cuidando pacientes, no tiene quejas ni de ellos ni de sus familiares y da gracias a Dios porque durante el tiempo que ha ejercido ha sido tratada con respeto; sin embargo, recuerda un terrible y lamentable episodio de xenofobia.
“Una vez cuidé a una señora, la señora estaba en cama, pero la hija fue un poco déspota y grosera conmigo al saber mi nacionalidad. Me sacó aparte un vaso, un plato y una taza plástica, colocó todo sobre la mesa y me dijo: aquí tienes para consumir tus comidas, no puedes tomar nada de la vajilla que tengo aquí. Yo me sentí muy mal, la verdad, me sentí muy mal con esa actitud y no volví más”, recordó esta enfermera que espera con el tiempo insertarse en el mercado laboral colombiano.
Enfermeras todoterreno
Grecimar Hernández suma en su hoja de vida 12 años de ejercicio profesional en Venezuela en la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera (CHET) de Valencia, desde hace cuatro años vive en Medellín y al igual que muchos colegas no ejerce la enfermería. Por los momentos cambió el quirófano por los fogones paisas, pues trabaja de ayudante en un restaurante de comida rápida.
Mientras nos relata su historia y nos comparte las razones por las cuales migró a Colombia, la vemos sonriente, optimista y muy positiva, a Grecimar le brota el positivismo por los poros y su sonrisa siempre está presente en cada palabra. Confiesa que extraña el quirófano, las salas de Cuidados Intensivos y otras tantas áreas por las que pasó durante su desempeño profesional, “donde una se siente realmente útil y ayuda a los demás”.
Ella no tiene sus títulos ni de bachiller ni de profesional apostillados, por lo que no ha podido ejercer en algún centro de salud colombiano y aunque para hacer esa gestión debe disponer de 480 dólares, ha pensado en gestionar sólo el título de bachiller y estudiar una técnica de enfermería en Medellín para lograr insertarse en el campo laboral.
Grecimar se ha documentado del ejercicio de la enfermería en Colombia y ha diferenciado no sólo las horas de trabajo, sino también la capacidad y los procedimientos que hacen sus colegas.
Así las cosas, no vacila en decir que la enfermera y el enfermero en Venezuela son “todoterreno, somos toderos”, dice para explicar que no titubean para tomar decisiones, tratar en iguales condiciones al doctor porque son tan profesionales como ellos.
Tanto Grecimar como María Eliana resaltan que la jornada laboral de enfermería en Colombia es mucho más larga que la de Venezuela. Grecimar incluso lamenta que no duerman un par de horas en sus turnos y que no haya apoyo entre la jefa de enfermera (licenciada) y una auxiliar (TSU), pero comprende que así es el sistema en el país de acogida.
Por su parte, María Eliana resalta que en Colombia ninguna enfermera TSU está autorizada para administrar medicamentos, lo hace sólo la jefa de enfermería, “en Venezuela si lo puedes hacer”, además las profesionales colombianas se encargan del aseo del paciente en cama, del tendido de camas, de limpiar el cuarto, las mesas, de ese tipo de cosas “que yo trabajando allá no lo vi”.
Sin embargo, le parece bien aprender de la cultura de salud en este país, reconoce que ha aprendido muchísimas cosas y ha enseñado otras tantas a sus colegas colombianos, todas siempre las toma como acciones que forman parte de la integración de dos países.
Tome nota
En Colombia, según María Eliana, pueden vivir cerca de 4 mil migrantes venezolanos profesionales de la enfermería y en Bogotá estima que sean 2 mil, algunos trabajando y otros esperando la oportunidad.
A través de la página en Facebook Enfermeros Venezolanos Unidos en Colombia, 2 mil 500 profesionales comparten conocimientos, ofertas de trabajo e información para insertarse en el mercado laboral colombiano.