“Siendo un influencer, que me choca esa palabra pero hay que usarla, ¿cómo podía demostrarle a la gente que a mí me importa el país?”, se lamenta el respetado analista deportivo de ESPN.
Por Sandra Flores – periodista Te lo Cuento News
Al venezolano Fernando Álvarez no le gusta la palabra influencer, pero como analista deportivo, lo es y, sin embargo, a veces los privilegios de un comunicador de talla internacional que tiene influencia sobre millones de personas en el mundo se diluyen. Él lo ha sentido al no poder hablar de su dolor por Venezuela que le quemaba por dentro.
En entrevista para MigraVenezuela, el periodista y comentarista deportivo de la cadena estadounidense ESPN reveló lo difícil que le ha sido presenciar desde la distancia el deterioro en la calidad de vida de sus compatriotas, de sus familiares y amigos; saber de la inseguridad y las carencias sin poder expresarse para fijar una postura por miedo a afectar a la gente que ama.
Admite que en los tiempos de las marchas y las protestas sentía impotencia, que la situación le resultaba agobiante y lloraba de la desesperación porque “teniendo liderazgo de voz, siendo un influencer, que me choca esa palabra pero hay que usarla, ¿cómo podía demostrarle a la gente que a mí me importa el país?”, pregunta.
Y es que lo suyo es el deporte y no estaba en posición de hablar sobre política o temas personales, pero, además, en Venezuela está su familia y no quería perjudicarla. Uno de sus grandes temores era que sus seres queridos pagaran las consecuencias si él decía o publicaba mensajes que lastimaran otros intereses.
El camino hacia ESPN
Nacido en Caracas el 28 de enero de 1964, Fernando Álvarez se dice orgulloso de lo que ha logrado pese a las adversidades, los obstáculos y las trabas que ha sorteado para llegar hasta donde está. Y es que detrás de su imagen conocida a través de la televisión, sonriente y optimista, hay un ser humano perseverante, paciente y profesional.
Pero ¿cómo llegó a la cumbre del éxito en ESPN? Él nos comenta que, aunque aspiró a ser diplomático porque tiene las aptitudes para serlo, acabó estudiando la carrera de mercadeo y publicidad.
“Yo no estudié para esto. Esto a mí me lo trajo la vida y académicamente mi universidad fue ESPN”, revela como preámbulo para contarnos su historia.
Proviene de una familia de comunicadores; su papá, llamado Alfonso Álvarez Gallardo, fue pionero de la radio y la televisión en Venezuela y durante 20 años estuvo en las pantallas domésticas con un musical. Con esa influencia, todos sus hijos se encaminaron por la comunicación.
Fernando inició su carrera en el área de deportes de Omnivisión Multicanal, la primera empresa de cable en Venezuela, después ejerció como corredor de seguros y más tarde recibió una oportunidad en Televen, pero admite que pasó por todos esos empleos como un pasatiempo porque no se entregaba con el ímpetu de un profesional.
“De ahí se presentó la oportunidad en ESPN y dije: yo sí me quiero ir a Estados Unidos porque yo no quiero vivir en este país”, resume y explica: “Como yo vislumbraba la Venezuela de hoy, preferí salir y aprovechar esa gran oportunidad con ESPN para darle a mi familia un mejor porvenir, bienestar y tranquilidad. Y aquí estoy, los últimos 23 años he estado viviendo aquí”.
Dolores callados de un influencer
Sobre la Venezuela que habita en sus recuerdos, Fernando dice: “a pesar de que uno ya presentía lo que iba a ocurrir y que ya había avisos importantes de lo que terminaría pasando, todavía se podía vivir muy bien con libertad de prensa, con libertad de expresión, con una vida social, económica y recreativa bastante aceptable. Todavía era un país que gozaba de muchos privilegios, de mucho respeto”.
Sin embargo, el deterioro que dejó a su país como si hubiera quedado estancado en una época y lo hundió en la inseguridad le saltó a la vista cuando volvió por primera vez, seis años después de su partida, por motivos de trabajo. En esa ocasión, él y sus compañeros fueron testigos del robo de un celular en plena autopista rumbo a Caracas.
Y en su último viaje vivió una experiencia que cuenta entre las peores que ha pasado, porque en pleno aeropuerto, frente al mostrador de primera clase de la aerolínea, le robaron su maletín de mano mientras hacía el chequeo de tiquetes de equipaje. Se quedó solo con el pase de abordar, el pasaporte y su teléfono casi descargado en las manos.
“Esa fue mi última experiencia en mi país”, comenta sin nostalgia, aunque el tono de su voz cambia cuando recuerda que tiene años sin ver a sus hermanos y a sus padres, que tienen ya 87 años: “Me duele, pero está el problema del pasaporte que lo tengo vencido desde hace tiempo y mi cédula de identidad también se venció”.
Fernando Álvarez disfruta las mieles del éxito, pero a lo largo de su carrera en la que se ha esforzado por ser un profesional internacional de la comunicación, uno de sus más grandes agobios ha sido el silencio obligado que anuló su privilegio de influencer.
“Yo quería expresarme, pero tampoco me puedo poner a decir cosas personales y, además, ¿cómo lo hago para no perjudicar a mi familia que está allá?”, pregunta y aclara: “Yo no soy indiferente, soy el líder de los apasionados, pero si yo salgo y digo algo terrible, mi familia puede pagar las consecuencias”.
Para él, regresar a Venezuela no es opción porque su país no le ofrece las comodidades que valora ahora, a sus 59 años. Por otro lado, considera que su vida está en Estados Unidos donde viven sus hijos y sus nietos.
Y para rematar, explica que en Estados Unidos están otras metas por cumplir: “Yo creo que no lo he logrado todo en mi carrera. Yo todavía quiero hacer muchas cosas, yo quisiera ser la voz en español de MLB Network”, revela con esperanza.