Los obstáculos que han tenido que sortear y también los logros que han alcanzado para darle continuidad a su integración social y laboral, a través de centros de educación que les abrieron sus puertas.
Por: Indu Ocampo, participante en los talleres de MigraVenezuela.
El duelo migratorio es uno de los procesos más difíciles que viven las personas migrantes. Y en el caso de los jóvenes, el desarraigo implica desde dejar atrás sus ciudades, sus familiares y amigos, muchas de sus pertenencias y renunciar a sus metas profesionales o dejarlas en un limbo para salir a trabajar y aportar a la economía familiar o asumir cargas, como por ejemplo el pago de arriendo o la alimentación del grupo familiar, por lo que en ocasiones reanudar estos sueños resulta inalcanzable en la migración y se terminan truncando. Estas son historias de sueños dejados atrás, pero también de nuevas conquistas
Sebastián Leal, Fundación Universitaria Claretiana
En 2018, Sebastián se enfrentó a una de las decisiones más difíciles de su vida: abandonar sus estudios profesionales. Cursaba el sexto trimestre de Administración de Empresas en la reconocida Universidad Simón Bolívar en Caracas. Llegó a la ciudad de Cali, dejando en su país a su madre en condición de discapacidad debido a un accidente, por lo que el compromiso de aportar a los gastos médicos le impulsó a migrar.
“A veces me iba a la universidad sin desayunar y llegaba en la noche, con la esperanza de que mi padre hubiese conseguido algo para cenar, ellos (sus padres adoptivos) me sacaron del ambiente de drogodependencia que rodeaban a mi madre biológica, para darme buenas oportunidades”, relata.
Desde que llegó a Colombia ha trabajado en restaurantes como camarero y parrillero, como agente call center en el sector salud y en la actualidad en el área automotriz, con lo que logró ahorrar y entrar a la universidad. Sueña con trabajar en ACNUR cuando se gradúe.
Pero él no solo lucha por sus metas. En su comunidad se ha convertido en un reconocido líder entre la población migrante a través de su fundación “Afuera de la Caja”, a través de la cual ha logrado conseguir útiles escolares para que los niños y niñas sin recursos sigan sus estudios.
Sebastián es hasta ahora el único migrante venezolano que ha ingresado en Cali a la Fundación Universitaria Claretiana con con un documento de Permiso por Protección Temporal (PPT), en donde actualmente estudia cuarto semestre en la carrera de Trabajo Social luego de presentar el examen Saber Validación del ICFES, con el cual certificó su bachillerato en Colombia.
La madre de Sebastián, Alida Oliveros, falleció en el 2023 y la describe como su ángel, mientras que su padre, Adelis Leal, sigue siendo su motivo de inspiración y sueña con poderlo traer para su ceremonia de graduación.
Rachel Ruíz, Escuela Nacional del Deporte
Rachel nació en la tierra del joropo y del coleo, pero del lado venezolano, en el estado Cojedes. A su vez, tiene ascendencia antioqueña por el lado paterno y bogotana por el materno, por lo que también es una colombiana retornada.
Valíendose de la llamada Ley Retorno (Ley 1565 del año 2012), que exige solamente haber permanecedo en el exterior por más de 3 años, no tener condenas vigentes en su contra y ser mayor de edad, pudo inscribirse en el Registro Único de Retornados (RUR).
Gracias al apoyo de su madre, Yazmini Castillo, quien laboraba como aseadora para apoyar los progresos académicos de su hija, Rachel estudió con gran esfuerzo en el Centro Nacional de Capacitación Laboral (CENAL) y, en 2019 logró empezar a trabajar en la Biblioteca Departamental Jorge Garces Borrero, oportunidad que ella define como una bendición, gracias a las personas que a su alrededor confiaron en su compromiso.
Posteriormente llegó otro logro mayor. Rachel logró ingresar a la carrera de Administración de Empresas en la Escuela Nacional del Deporte a través del programa Matrícula Cero, que beneficia a estudiantes de los estratos 1, 2 y 3. Esto le permitió entrar al pregrado que tanto quería y del cual va finalizando el segundo semestre, lo que en una oportunidad creyó inalcanzable.
“Quiero alentar a los jóvenes, en especial a los migrantes, que no se rindan, que si pueden lograr lo que se propongan, este fue mi primer anhelo y lo estoy cumpliendo; no permitan que nadie les apague sus sueños”, expresó.
Laura Abella, Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium
La “Tierra del Sol Amada”, así le dicen en Venezuela a la ciudad de Maracaibo, la capital del estado Zulia, donde nació Laura Abella, una jóven que migró a Colombia junto a su familia en 2017.
La mezcla identitaria de Laura está también marcada por la diversidad. La ciudad portuaria donde nació está frente al inmenso lago de Maracaibo que desemboca frente al mar Caribe, mientras que su madre es una antioqueña y su padre es un vallecaucano. Así que Laura es también una colombiana retornada o colombo venezolana.
La familia se estableció inicialmente en Norte de Santander, desde donde Laura ayudó a su madre a revender calzado, mientras estudiaba la carrera técnica de Recursos Humanos en el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), institución de estudios gratuita de enseñanza presencial y virtual, donde actualmente aceptan el PPT, lo que permite a los estudiantes migrantes de origen venezolano tener más oportunidades de vinculación laboral.
La historia de los padres de Laura está marcada por la lucha y la perseverancia. Mientras se adaptaban al proceso de retorno, a su padre le tocó tomar otra difícil decisión: migrar internamente al eje cafetero para trabajar en la recolección, como a muchos migrantes venezolanos y retornados colombianos. Pese a la separación familiar, Laura aprovechó todas las oportunidades que el SENA le pudo brindar.
Dos años después, en 2019, su familia se reencontró en Cali, donde se ubicaron durante dos años como comodatarios de un espacio deportivo, tiempo que le permitió ahorrar el dinero necesario para entrar a la universidad.
La meta soñada de Laura está a punto de ser cumplida. Actualmente, esta joven marabina cursa el noveno semestre de Trabajo Social, cuya tesis de opción a grado es una especie de homenaje y visibilización de la diáspora que hace parte. La ha titulado “Las afectaciones psicosociales generadas por la desvinculación escolar en jóvenes migrantes venezolanos en la comuna 1 de la ciudad de Cali”, con la que espera recibirse a finales de 2024 en la Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium, sueño que también ha sido posible gracias al crédito de la Corporación Minuto de Dios.
“El día que me fui a inscribir estuve a punto de arrepentirme, pensando que no lo iba a lograr, y ahora estoy terminando pasantías y tesis, por lo que animo a los jóvenes migrantes, a que se sientan merecedores de las oportunidades y vayan por ellas”, confesó Laura.
Jorge Escobar, Fundación Universitarias Católica Lumen Gentium
Jorge Escobar, nacido en Valencia estado Carabobo (centro de Venezuela) es también ciudadano colombiano por ascendencia familiar. Estudió Comunicación Social en la universidad privada “Arturo Michelena” de su ciudad natal, donde logró llegar al séptimo semestre, hasta que le tocó migrar.
“Empaqué mi vida en una maleta, metí todos mis sueños y pensé que nunca más iba lograr estudiar y con gran tristeza, me despedí del periodismo que siempre ha sido mi pasión”, comentó.
El primer obstáculo para retomar sus estudios llegó en el año 2018, al querer homologar sus años de formación universitaria en Colombia, ya que el pensum educativo o plan de estudios, tenían amplias diferencias, por lo que no se podía aprovechar. Así que le tocó iniciar desde cero la carrera. Trabajando como domiciliario, reunió el dinero necesario y se presentó.
Su perseverancia dio frutos luego de varios semestres y pese a recursos limitados: se ganó una “Beca del Periodismo Regional”, otorgado por Prisa Media Colombia, la Universidad Externado y Ayudas en Acción, logrando un mes de prácticas profesionales en la redacción de Caracol Radio. “Este fue otro sueño hecho realidad”, dice. En julio de 2024, Jorge Escobar se graduará como Comunicador Social, egresado de la Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium.