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Cinco meses de espera en la última frontera antes del sueño americano

Migrantes intentando cruzar la frontera de México a Estados Unidos. Cortesía Europa Press
Migrantes intentando cruzar la frontera de México a Estados Unidos. Cortesía Europa Press

Luego de recorrer todo centroamerica y enfrentrar serios peligros como la selva de Darien, miles de migrantes llegan a México a esperar una cita para tramitar su asilo en EE.UU. Naiby es una de ellos.

Martha Cotoret – Periodista Te Lo Cuento News

Naiby Petit es una de las 100,000 migrantes que esperan en México para conquistar el anhelado sueño americano. Ha hecho de todo para llegar a Estados Unidos: a sus 19 años y con pocos recursos cruzó la peligrosísima Selva de Darién y de ahí recorrió Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala para llegar a territorio mexicano y tramitar desde ahí la solicitud de refugio en Estados Unidos.

“Desde que salí de Venezuela he atravesado seis países, he pasado por fronteras peligrosas, he tenido que correr para que no me atraparán”, cuenta la joven, quien sólo venía acompañada de su esposo, un menor de 17 años. 

Cuando se le pregunta qué la llevó a tomar ese riego de salir bajo esas condiciones tan difíciles, ella responde sin dudar: “La situación económica de Venezuela y las ganas de buscar una mejor calidad de vida”.

La pausa en el camino

Naiby llegó hace cinco meses a México y desde entonces espera la oportunidad de poder ingresar a Estados Unidos. La forma regular de hacerlo es obtener un asilo aprobado por las autoridades migratorias de ese país, pero casi 1.000 personas intentan ingresar ilegalmente al país norteamericano todos los días, de acuerdo con cifras reveladas por la Patrulla Fronteriza en el sector de El Paso.

Mientras está en México, Naiby debe cubrir los gastos de hospedaje, alimentación, transporte y hasta atención médica. “Un familiar que está en Estados Unidos nos ayuda”, revela.

Las autoridades de Estados Unidos establecieron que quienes sean atrapados tratando de atravesar ilegalmente la frontera no podrán obtener asilo ni ingresar a ese país por cinco años, lo que ha llevado a muchos migrantes de tomar ese camino.

Es una opción que aún se plantea Naiby. En la tierra del Tío Sam, narra la joven venezolana, la esperan familiares, quienes la apoyarán a ella y a su esposo para que salgan adelante. Su meta es clara: “Lo único que quiero es trabajar”, concluye.

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