Marcel Rasquin regresa a la gran pantalla como productor de la historia de un venezolano que se debate entre quedarse en Venezuela aparentemente sin futuro o emigrar buscando mejores posibilidades.
Por Martha Cotoret – periodista Te lo Cuento News
Marcel Rasquin iba a ser médico. Quería ser como su padre, recuerda. Sin embargo, Pulp Fiction (1994), la obra maestra de Quentin Tarantino sobre el crimen organizado de Los Ángeles, lo llevó a cambiar su rumbo. Ahora quería ser un narrador a través de la imagen, a través de la gran pantalla.
“Lo que ocurre con las carreras que uno escoge es que siempre han estado ahí y que uno las tiene presentes, pero hay una barrera que uno tiene que saltar y tienes que visualizar que de eso se puede vivir”, explica. Y eso fue lo que precisamente hizo él.
El cineasta venezolano salió de su zona de confort y tras estudiar en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), “lo más cercano al estudio cinematográfico en el país para la década de los noventa”, comenzó a escribir su propia historia como realizador, y lo hizo por la puerta grande.
Hermano marcó la pauta
En el año 2010 estrenó su ópera prima, Hermano, una historia que retrata la pasión por el futbol como un vehículo para escapar de la violencia en los barrios venezolanos. La cinta recaudó 1.6 millones de dólares a escala mundial y fue galardonada en el 14.º Festival Internacional de Cine en Los Ángeles y en el Public Choice Award, en el año de su estreno.
Y ahora, casi década y media después, repite la hazaña, pero ahora desde la silla del productor. “Hace casi cinco años, en un cafecito en Los Ángeles, Diego (Vicentini) me invitó a acompañarlo en la aventura de hacer su primera película. Hoy, con el corazón lleno de emoción, ¡tenemos el orgullo de anunciar el estreno mundial de Simón!”, anunciaba por el mes de abril el cineasta venezolano en sus redes sociales.
Simón retrata el dilema al que se han enfrentado cientos de venezolanos en los últimos años: quedarse en Venezuela con la familia en un país aparentemente sin futuro o emigrar buscando mejores posibilidades, pero solo.
Desde entonces, la película también ha sido llevada a las pantallas del Dallas International Film Festival. “Estoy colmado de gratitud a todo el equipo que le puso el alma y dejó la vida por hacer de Simón una realidad. El compromiso y la entrega de todos ha sido el motor de esta película”, afirmó Rasquin.
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