El encierro de la cuarentena afloró el ingenio del venezolano José Alejandro Otero, de 22 años. Creó en su casa, de Barranquilla, un drone con icopor para transportar medicinas durante la pandemia.
Esta iniciativa fue posible gracias a un equipo multidisciplinario de ingenieros electrónicos, aeronáuticos, mecatrónicos y arquitectos de diferentes regiones de Colombia que trabajan con José Alejandro en su empresa MaxDrone Colombia, que al igual que su familia migró desde Caracas hacia la capital del Atlántico hace cuatro años.
El drone de icopor reduciría la exposición de los profesionales de la salud y asistiría a las personas que están en aislamiento preventivo. El prototipo soporta una carga máxima de dos kilos y puede recorrer una distancia de 750 metros. Fue diseñado para transportar cargas médicas refrigeradas: medicinas, exámenes de laboratorio y otros insumos médicos.
“Lo hicimos desde la casa, con los materiales que teníamos a la mano y a bajo costo para asegurar la replicabilidad del prototipo. Armamos este drone a punta de icopor, lija, tubos pvc ligeros y piezas de drones que teníamos en nuestro taller”, detalló José Alejandro, un apasionado de estos equipos que estudia séptimo semestre de negocios internacionales en Barranquilla.
Aún no se ha graduado y desde hace casi años, este venezolano es un emprendedor que genera empleos con la empresa familiar, que también cuenta con talentosos profesionales colombianos. “Esta idea nació y se puso en marcha por la coyuntura del coronavirus. El equipo funcionó perfectamente, queremos conseguir financiamiento para replicarlo, si lo pudimos hacer desde nuestra casa imagínate si tuviéramos el apoyo de empresas que nos ayudaran a fabricar estos drones en serie. Tenemos toda la intención de replicarlo así sea con las uñas”, aseguró emocionado.
El armado del prototipo del drone de icopor lo hizo el ingeniero mecatrónico Alejandro Hernández, también venezolano. Al equipo se suma el talento de Joseph Rivera, practicante de ingeniería electrónica de la Universidad de la Costa; Nicolás Díaz, ingeniero aeronáutico de la Universidad de La Plata, en Argentina; Esteban Marchena, arquitecto de la Universidad del Norte, y el historiador Julio González, presidente de la compañía.
«Este prototipo de investigación ha sido pensado como una solución tecnológica para la emergencia por covid-19, es de muy bajo costo y buscamos financiamiento para replicarlo. Podrían emplearse en realizar entregas de medicamentos a cortas distancias para personas y familias aisladas en casas, edificios y conjuntos residenciales».
José Alejandro Otero, estudiante venezolano radicado en Barranquilla
El prototipo del drone fue fabricado con icopor (anime), tibos livianos de PVC y partes de drones convencionales. Soporta una carga de dos kilos y puede trasladarse 750 metros.
La experiencia que adquirió José Alejandro con el manejo de drones, fabricación, reparaciones, capacitación y servicios aeronáuticos le abrió las puertas en territorio colombiano. Con su equipo, fabricó en Venezuela drones con diferentes materiales: bambú, plástico y cartón, todo ello para probar la resistencia y durabilidad de estos materiales.
“Descubrimos que no solo podíamos hacer drones que cargaran una cámara sino que además fueran de impacto utilitario como salvar vidas, cuidar el medio ambiente y generar oportunidades económicas”, añadió desde su taller.
Hace unos meses iniciaron el desarrollo de un drone salvavidas de monitoreo y rescate para dar asistencia en emergencias de ahogamientos en playas, pensado como una herramienta útil para disminuir riesgos y aumentar la eficiencia de las operaciones de las brigadas de rescate.
Amante de la tecnología
José Alejandro descubrió su pasión por esta tecnología cuando era adolescente y en unas vacaciones en casa de su abuela, en Caracas, leyó un artículo en internet sobre el uso de los drones por un niño de 12 años que volando desde su casa descubrió el campus secreto de Apple que estaba en construcción. De inmediato llamó a su mamá que estaba viajando y le pidió que le comprara uno de esos equipos. Le dijo: “Mami yo me endeudo contigo, voy a trabajar haciendo fotos en bodas, en eventos, como sea te lo pago”.
Aprendió a tener destreza en una operación segura del drone para proteger su integridad y la de terceros. Hizo cursos básicos y avanzados de pilotaje de drones en Estados Unidos. Sus padres notaron que había un compromiso y también tenía mucha receptividad en redes sociales porque el joven mostraba imagénes de muchos paisajes de Caracas. Así fue como se volvió un emprendimiento familiar.
El mensaje que le da este hijo de una colombiana a los jóvenes como él es que sí es posible realizar los sueños. “Las limitantes son mentales. Uno piensa que no hay recursos para hacer las cosas, pero sí, tal vez están al alcance de nuestra mano, por el contrario tenemos materia gris para pensar, actuar y avanzar siempre. Es custión de confiar y creer”.
Brindar este aporte es muy grato para este venezolano, más por el estigma que han generado algunas personas alrededor de sus paisanos. Le alegra que pueda aportar soluciones en esta coyuntura mundial, lo que más desea es darle gratitud al país que le regaló un hogar.
José Alejandro Otero, de 22 años, tiene su emprendimiento familiar. Busca financiamiento para replicar el prototipo y aportar soluciones durante la pandemia por covid-19.
Por: Milagros Palomares @milapalomares