“Hay que mantener la ayuda humanitaria separada de la política en Venezuela”

Un hombre sostiene un cartel durante la entrega de donaciones en el Puente Internacional Las Tienditas, en Norte de Santander. | Por: FERLEY OSPINA


En la primavera de 1999, cerca de 860,000 refugiados huyeron de Kosovo hacia Europa occidental a raíz de un conflicto interno desatado en la antigua Yugoslavia. Este desplazamiento se convirtió en uno de los éxodos más grandes después del fin de la Segunda Guerra Mundial. En aquel momento, Alexander Betts tenía 19 años, y la tragedia le sirvió de inspiración. Trabajar en un centro de recepción de refugiados en los Países Bajos le permitió conocer migrantes de Kosovo, Bosnia, Iran, Iraq, Iberia y China que cambiaron para siempre su percepción de las personas que requieren ayuda humanitaria. Gloria, una mujer de Bosnia, le enseñó los fundamentos del derecho internacional público, y aprendió tenis de mesa con Olympia, otra mujer iraní. Betts, estudiante de Economía, regresó al Reino Unido y empezó un estudio que lo llevaría a dedicar 20 años de su vida a explorar la manera en que las sociedades pueden empoderar a los refugiados, en vez de rechazarlos. “Volví con una profunda frustración porque a estas personas tan talentosas no les era permitido trabajar ni contribuir en sus países de llegada”, recuerda.

Profesor de la Universidad de Oxford y director del Centro de Estudios para Refugiados de esa institución, ha escrito más de 50 artículos y libros que lo convirtieron en una referencia mundial a la hora de hablar de refugiados y migración. Betts visitó el país la semana pasada y recorrió Cúcuta y Riohacha para conocer de cerca qué está sucediendo con la migración venezolana en Colombia. Cree que la clave para que Colombia salga adelante está en que el gobierno diseñe un plan estratégico en el que los colombianos compartan los beneficios de la migración venezolana. Esta entrevista tuvo lugar en Bogotá, un día antes de que Betts dejara el país. 

PMV: Ha dedicado su trabajo académico a explorar la relación entre los refugiados y la economía. ¿Por qué sostiene que los refugiados pueden contribuir a la economía?

Alexander Betts: Muchos ven a los refugiados como un problema humanitario. Como personas que han huido de la guerra o la persecución, y necesitan comida, ropa y un refugio. Pero olvidamos que tienen habilidades. Los refugiados son productores, consumidores, empleadores, empleados, prestatarios, prestamistas y empresarios. Donde sea que hay comunidades de refugiados surgen economías entre ellos. He estudiado cómo podemos pasar de ver a los refugiados como una carga inevitable a un beneficio en potencial para las sociedades que los reciben. Hace años empecé un piloto en Uganda. Es excepcional.  

PMV: ¿Qué pasó en Uganda?

A. B.: Uganda, a diferencia de muchos otros países de África, otorga el derecho a los refugiados a trabajar y la libertad de movimiento. Les ha ofrecido parcelas en las zonas rurales para que puedan cultivar, por ejemplo. A finales de los 90 creó una “estrategia de autosuficiencia” para lograr que los refugiados no dependieran de la ayuda humanitaria, sino que salieran adelante por sí mismos. Hicimos un estudio para comparar los resultados de este proceso con lo que sucedió en otros países como Kenia, que no les otorga a sus refugiados el derecho al trabajo y la libertad de movimiento. Y descubrimos enormes beneficios tanto para los refugiados como para la gente de Uganda. Por ejemplo, en Kampala, el 3% de los refugiados dirigen una empresa que emplea al menos a otra persona y el 40% de sus empleados son ciudadanos ugandeses. En otras palabras, los refugiados crearon empleo para los ugandeses. Y todo esto sucedió antes de la crisis de refugiados en Europa que llevó a que el tema de la migración estuviera cada vez más presente en la política y los medios de comunicación.

Eso es lo interesantes de ser un académico. Puedes trabajar en algo que no le importa a nadie durante años y luego algo cambia en el mundo repentinamente y todos están interesados.

“Hay que mantener la ayuda humanitaria separada de la política en Venezuela”
“Hay que mantener la ayuda humanitaria separada de la política en Venezuela” En la primavera de 1999, cerca de 860,000 refugiados huyeron de Kosovo hacia Europa occidental a raíz de un conflicto interno desatado en la antigua Yugoslavia. Este desplazamiento se convirtió en uno de los éxodos más grandes después del fin de la Segunda Guerra Mundial. En aquel momento, Alexander Betts tenía 19 años, y la tragedia le sirvió de inspiración. Trabajar en un centro de recepción de refugiados en los Países Bajos le permitió conocer migrantes de Kosovo, Bosnia, Iran, Iraq, Iberia y China que cambiaron para siempre su percepción de las personas que requieren ayuda humanitaria. Gloria, una mujer de Bosnia, le enseñó los fundamentos del derecho internacional público, y aprendió tenis de mesa con Olympia, otra mujer iraní. Betts, estudiante de Economía, regresó al Reino Unido y empezó un estudio que lo llevaría a dedicar 20 años de su vida a explorar la manera en que las sociedades pueden empoderar a los refugiados, en vez de rechazarlos. “Volví con una profunda frustración porque a estas personas tan talentosas no les era permitido trabajar ni contribuir en sus países de llegada”, recuerda.

Alex Betts durante la charla TED que dio en agosto de 2016 sobre por qué la crisis del sistema mundial de refugiados. © Archivo particular.

PMV: ¿Ha cambiado algo en la forma de tratar a los refugiados desde que empezó la crisis en Europa?

A. B.:  La xenofobia y el nacionalismo populista han aumentado. Hemos visto, por ejemplo, que la migración se convirtió en uno de los temas más influyentes en la votación del Brexit, y en el aumento de la popularidad de los partidos de extrema derecha en Alemania, Austria, Italia y otros países. La sociedad europea está polarizada y esto ha afectado la política. Pero también ha hecho que los migrantes sean menos bienvenidos. Hoy la principal estrategia de migración en el continente es cooperar con otros países, como los del norte de África, para evitar que los refugiados lleguen a Europa.

PMV:  ¿Por qué la migración se ha convertido en un tema tan polarizante?

A. B.: Hoy la mayor división política en el mundo es entre globalización y nacionalismo. Ya no se trata de derecha o izquierda. Todo depende de si las personas sienten que la globalización los beneficia o los perjudica. Los lugares en Estados Unidos, el Reino Unido o Alemania en donde el discurso antiinmigración es más popular tienen menos inmigrantes, pero –en la mayoría de los casos– tienen economías en crisis. Entonces, lo que impulsa el sentimiento antiinmigrante es en realidad la desventaja económica. La sensación de que la globalización los está dejando atrás. Y los políticos populistas están capitalizando ese sentimiento porque es mucho más fácil convertir a los migrantes en chivos expiatorios que hablar de una transformación estructural de la economía global.

PMV: ¿Entonces las posiciones a favor y en contra de la migración son realmente frente a la globalización?

A. B.: El número de migrantes que cruzan la frontera entre EE. UU. Y México es el más bajo en 40 años, pero nunca antes los estadounidenses se habían preocupado tanto por la migración. ¿Por qué? Donald Trump está narrando los problemas económicos de las personas como resultado de la migración. Es más fácil culpar a unas personas que una estructura. La gente no puede liberar su rabia y su frustración diciendo “es el cambio en la naturaleza de los mercados financieros globales” o “es el auge de la automatización y los robots”. Las personas quieren culpar a otras personas de sus dificultades.

 


“Lo que impulsa el sentimiento antiinmigrante en las personas es en realidad la desventaja económica”


PMV: ¿Qué países no están comprando esta narrativa y tratando la migración de la manera adecuada?

A. B.: Existen muchos ejemplos inspiradores de países que han adoptado enfoques que no están centrados en brindar ayuda humanitaria exclusivamente, sino en generar desarrollo. Colombia es uno de ellos. Los colombianos están mostrando una generosidad inmensa al permitir que 1.2 millones de venezolanos ingresen a su territorio. Es un número enorme.

PMV: ¿Pero es generosidad o es solo que la frontera colombo-venezolana es casi imposible de controlar?

A. B.: Es cierto que es una frontera muy porosa y que es muy difícil evitar que la gente entre. Pero hay que reconocer que Colombia está esforzándose para permitir que los venezolanos accedan al mercado laboral y a los servicios sociales, y para mejorar el sistema de salud y educación tanto para colombianos y como para venezolanos.

Sin embargo, también es cierto que hasta ahora la respuesta de las ONG y las organizaciones internacionales ha sido, sobretodo, humanitaria y se ha concentrado en la frontera, en La Guajira y Cúcuta. Ofrecen apoyo a los migrantes en los primeros cinco días (refugios temporales, alimentos básicos y asistencia), pero luego la gente se queda en el aire. Es necesario que la comunidad internacional trabaje con el gobierno colombiano para crear proyectos y programas que desarrollen la economía. Se debe pensar en fortalecer las regiones fronterizas históricamente desatendidas y ver la presencia de los venezolanos como una oportunidad para conseguir recursos para el desarrollo del país.

PMV: No quiero ser pesimista, pero si países como Alemania tienen problemas para identificar las oportunidades económicas de la migración, ¿cómo puede lograrlo Colombia que además enfrenta otros desafíos como un conflicto armado interno que no da tregua?

A. B.: Acepto que hay grandes dificultades. Me han hablado del aumento de la xenofobia en la zona fronteriza, y de empleos en el sector informal en los que los venezolanos están desplazando a los colombianos. El riesgo es que en las próximas elecciones locales haya una reacción xenófoba. Y la única forma de evitar eso es asegurando que la inversión beneficie tanto a colombianos como a venezolanos. Una de las frases que uso en mi trabajo con refugiados es “una buena política para refugiados debe ser una buena política para la comunidad receptora”. Entonces, por ejemplo, un plan de desarrollo regional de ecoturismo en La Guajira debería tener esquemas de trabajo que incluyan a un colombiano por cada venezolano.

Hay condiciones que hacen que sea más fácil para Colombia integrar socioeconómicamente a los venezolanos: un lenguaje común y una cultura similar. Además, hay otros países de ingresos medios, como Uganda y Etiopía, que han podido absorber a un gran número de refugiados y usarlos para apalancar sus estrategias de desarrollo. La otra gran ventaja para Colombia es que el país se beneficiará en el futuro de una comunidad andina en la que participe una Venezuela próspera. Pero el futuro de Venezuela depende de su capital humano. La forma en que tratemos a los venezolanos en el exilio determinará el futuro de Venezuela.


“La única forma de evitar la xenofobia es garantizando que la inversión beneficie tanto a colombianos como a venezolanos”


PMV: La falta de recursos es una de las mayores barreras para que el país pueda responder a esta migración y trabaje en los cambios que deben realizarse para integrar a los venezolanos en sectores como la educación y la salud. ¿Podemos lograrlo con pocos recursos?

A. B.: Colombia será el segundo país de ingresos medios elegible para recibir financiamiento del Banco Mundial debido al desplazamiento masivo. Jordania fue el primero. Esto demuestra que esta es una oportunidad para que el país comience a trabajar con el Banco Mundial, pero también con el Banco Interamericano de Desarrollo, donantes internacionales bilaterales y grandes multinacionales para presentarles un plan de desarrollo claro. Los enormes problemas estructurales que tiene el país no se resolverán de la noche a la mañana. Pero Colombia está viviendo un momento único: tiene la solidaridad y el reconocimiento de la comunidad internacional. El país puede aprovechar esto no solo en beneficio de los venezolanos, sino también de los colombianos. Supongo que mi pregunta sería: si no vamos a enfrentar ahora los problemas estructurales para tratar de cambiarlos, entonces ¿cuándo?

PMV: Pero al mismo tiempo que el gobierno está llamando la atención sobre la migración está presionando al gobierno de Nicolás Maduro. Lo vimos la semana pasada con el tema de la ayuda humanitaria… ¿se puede separar la política de la migración?

A. B.: En este caso claramente se mezclaron. Pero es importante tratar de mantenerlos separados. Creo que es evidente que la situación de Venezuela se está politizando. Venezuela ahora es parte de la geopolítica global, y es un escenario en el que Estados Unidos se está enfrentando a Rusia y a China. Es la nueva guerra fría que se está desarrollando en América Latina. Es un peligro que la ayuda humanitaria a Venezuela se convierta en parte de esa política y que eso cambie la percepción de la ayuda en Colombia. Independientemente de lo que suceda en Venezuela, los migrantes venezolanos seguirán estando en Colombia, al menos a mediano plazo. Todos los escenarios sugieren que los venezolanos deberán integrarse socioeconómicamente de forma temporal en Colombia. Incluso si mañana se diera una transición política, tomará mucho tiempo reconstruir la economía venezolana y restablecer la confianza para que la gente elija volver.

PMV: ¿Cómo evitar que estos temas se sigan mezclando?

A. B.: Esta es una experiencia nueva para Colombia. Los colombianos no tienen un historial de recibir tantos inmigrantes, pero sí de ser desplazados, migrantes y refugiados. Eso crea una base para la empatía; para entender qué es para una población estar en una situación vulnerable, y necesitar una oportunidad. Hay dos ideas que deben transmitirse a los colombianos: hay que ayudar a quienes lo necesitan, y hacerlo está en el interés nacional. Esta puede ser una manera para cambiar el país. 

“Hay que mantener la ayuda humanitaria separada de la política en Venezuela”
“Hay que mantener la ayuda humanitaria separada de la política en Venezuela” En la primavera de 1999, cerca de 860,000 refugiados huyeron de Kosovo hacia Europa occidental a raíz de un conflicto interno desatado en la antigua Yugoslavia. Este desplazamiento se convirtió en uno de los éxodos más grandes después del fin de la Segunda Guerra Mundial. En aquel momento, Alexander Betts tenía 19 años, y la tragedia le sirvió de inspiración. Trabajar en un centro de recepción de refugiados en los Países Bajos le permitió conocer migrantes de Kosovo, Bosnia, Iran, Iraq, Iberia y China que cambiaron para siempre su percepción de las personas que requieren ayuda humanitaria. Gloria, una mujer de Bosnia, le enseñó los fundamentos del derecho internacional público, y aprendió tenis de mesa con Olympia, otra mujer iraní. Betts, estudiante de Economía, regresó al Reino Unido y empezó un estudio que lo llevaría a dedicar 20 años de su vida a explorar la manera en que las sociedades pueden empoderar a los refugiados, en vez de rechazarlos. “Volví con una profunda frustración porque a estas personas tan talentosas no les era permitido trabajar ni contribuir en sus países de llegada”, recuerda.

Un camión cargado de donaciones llega al Puente Internacional Las Tienditas, en Norte de Santander. © Ferley Ospina 

PMV:  Por otro lado, el gobierno colombiano insiste en hablar de migrantes y no de refugiados. ¿Deben los venezolanos ser considerados refugiados?

A. B.: Es necesario que podamos etiquetar la situación venezolana. El término que yo elegiría es “migración de supervivencia”, porque no están huyendo de la persecución política, y tampoco son inmigrantes económicos. Se están moviendo porque tienen que sobrevivir. Los venezolanos claramente encajan en la definición de refugiados de la Declaración de Cartagena de 1994, porque huyen de una grave perturbación del orden público en su país, pero la pregunta es qué valor tendría.  El estatus de refugiado protege los derechos civiles, sociales y políticos de las personas, además del derecho a no ser devuelto a su país. Muchos de esos derechos se están cumpliendo. Los que no, es básicamente por la falta de capacidad del Estado colombiano. En general, como ejercicio práctico para asegurar el acceso efectivo a los derechos, no creo que asignar la definición de refugiado sea útil en este contexto.

PMV:  ¿Qué debe hacer Colombia en el corto plazo?

A. B.: Debe haber una estrategia muy clara liderada por el gobierno nacional en la que participen donantes bilaterales y organizaciones nacionales e internacionales. En este momento, falta coordinación entre el gobierno central y los gobiernos locales, las diferentes ramas del gobierno y las organizaciones y ONG que quieren recibir reconocimiento y financiamiento por su trabajo. Se quieren encontrar soluciones prácticas que beneficien a los venezolanos y colombianos, pero hace falta una hoja de ruta clara.

PMV: Supuestamente el Conpes que el gobierno presentó el año pasado es esa hoja de ruta, pero varios expertos han advertido que no es suficiente…

A. B.: El Conpes es un punto de partida. Creo que el siguiente paso es que el gobierno central desarrolle una visión estratégica. Eso implica, en primer lugar, saber cuáles son los desafíos y, en materia de desarrollo, identificar cuáles son las necesidades y vacíos del mercado laboral que podrían ser cubiertos por los venezolanos. Esto requiere una investigación rápida basada en evidencia. En segundo lugar, hay que adelantar un diálogo con todos los actores involucrados para construir más confianza. En tercer lugar, se deben crear planes de desarrollo regionales. Y, en cuarto lugar, se debe socializar ese plan a escala nacional e internacional.

PMV: El gobierno presentó esta semana el Plan de Desarrollo para los próximos cuatro años, pero la migración está prácticamente ausente…

A. B.: La migración venezolana debe incorporarse al Plan Nacional de Desarrollo. Es absolutamente crucial. Colombia puede beneficiarse de la crisis venezolana si los migrantes venezolanos están presentes en todos los aspectos de la estrategia nacional de desarrollo. Eso aseguraría que cuando haya solidaridad internacional hacia la situación de los migrantes venezolanos, la ayuda se incorpore directamente al plan y se distribuya según las prioridades colombianas. Esa es la manera en que Colombia ayudaría más efectivamente a los venezolanos, pero también a través de la cual el país se ayudaría a sí mismo.

PMV: ¿Qué podría pasar si esto no sucede?

A. B.: Si no existe una estrategia clara para integrar a los venezolanos de una forma en que los colombianos salgan favorecidos, el riesgo es que el resentimiento de la población colombiana aumente poco a poco. Cuando lleguemos a las elecciones de octubre, empezaremos a ver una reacción xenófoba. Y cuando eso empiece a afianzarse localmente, afectará la política nacional. Ya hemos visto en Europa y Norteamérica cómo la migración puede convertirse en un tema tóxico que polariza y divide. Eso es lo que debemos que evitar.

PMV:  Por lo que ha visto de Colombia en estos días, ¿qué tan probable es que esto suceda?

A. B.: El poco tiempo que he estado aquí me ha inspirado. Sé que es muy poco. Vengo con mucha humildad frente a lo que no conozco. Pero he pasado mucho tiempo en países de todo el mundo que intentaron cerrar sus fronteras a los migrantes, o que no les dan a los refugiados el derecho al trabajar y o acceso a los servicios públicos. Que Colombia lo esté haciendo es inspirador y es un testimonio de la humanidad del pueblo colombiano. Veo muchas razones por las que Colombia puede tener éxito y, en el transcurso de una década, Colombia y Venezuela pueden prosperar a partir de la interdependencia socioeconómica mutua. Pero esto depende de que el gobierno colombiano aproveche esta oportunidad y que la comunidad internacional apoye esa estrategia sin politizarla a favor de otros países y otros intereses políticos.

Por: Proyecto Migración Venezuela @MigraVenezuela