A pesar de llevar ya cinco años en Chile, haber emprendido sus propios negocios, y haber logrado instalarse con su familia, dice que “no hay día en el que no piense en regresar a Venezuela”.
Por Letty Vásquez Bravo – Te lo Cuento News
Reflexivo, incisivo en su verbo, contundente, analítico y directo, así es Danny Alejandro Ramírez Contreras, quien desde los 11 años se forjó como dirigente estudiantil desde el Liceo Ángel María Duque en su natal Táchira, lucha que lo llevó al plano político y en 1998 resultó electo diputado al Consejo Legislativo del Táchira y luego a la presidencia del Centro de Estudiantes de la Universidad del Táchira.
Sus contundentes declaraciones, acciones y denuncias en contra del gobierno lo colocaron en el radar de las persecuciones y los encarcelamientos por los sucesos y protestas que acontecieron en esa región andina en los años subsiguientes.
“Fui el primer dirigente estudiantil preso político de la dictadura. Me sentenciaron por el delito de Rebelión Civil por los hechos de abril del año 2002, acusado de orquestar los hechos alrededor de la Residencia Oficial de Gobernadores de San Cristóbal. Me llevaron a la Cárcel de Santa Ana, una de las más peligrosas de Venezuela, fueron dos largos años en la prisión política, recién terminando la carrera de la universidad, y eso fue una experiencia bastante traumática, bastante difícil. Me torturaron, me intentaron asesinar en varias oportunidades en la cárcel. Hasta que el 31 de diciembre de 2007 fui liberado por la Ley de Amnistía que Chávez ejecutó”.
Señala que esa amnistía no lo liberó de las persecuciones y amenazas de cárcel e incluso, contra su vida, porque seguía activa su solicitud ante el Sistema de Información Policial – SIPOL, lo que lo exponía a detenciones continuas. Ello no evitó, ni mermó su ímpetu de seguir protestando y denunciando.
“Me vi obligado a partir en 2018 cuando ocurrieron dos eventos, uno fue una amenaza directa de muerte, mandaron cuatro armados a mi casa esperando a que yo saliera para asesinarme, afortunadamente logramos repelerlo. Luego el Fiscal Superior del estado Táchira comenzó a abrirme un proceso por instigación al odio, por todas las denuncias que yo hacía frente a la corrupción, ya estaba casi lista la orden de captura, por lo que tuve que salir por la frontera hacia Colombia para que no me enviaran de nuevo a prisión”.
Tardó once días por carretera para llegar a Santiago de Chile, después de cruzar Colombia, Ecuador y Perú. Viajó con un primo, “con una maletica”, dejando en Venezuela a su esposa Katherine Torres y sus dos pequeños hijos.
“Esos primeros meses fueron muy difíciles, de profesor universitario en Venezuela pasé a ser obrero en Chile. Pero conseguí gente muy buena, trabajé de obrero en una construcción y en una lavandería, luego trabajé con la Fundación Conrad Adenauer lo que me permitió traerme a los pocos meses a mi señora y mis dos hijos”.
Sus vínculos políticos con la democracia cristiana le abrieron las puertas del Gobierno del entonces presidente, Sebastián Piñera.
“Creamos una comisión presidencial para la diáspora venezolana, logrando integrar a diversas fuerzas políticas democráticas en Chile, para ayudar a los venezolanos que estaban acá y que en ese momento no tenían la posibilidad de asumir un proceso de identificación, porque la mayoría tenían sus pasaportes vencidos o no tenían documentos. Logramos que el gobierno de Piñera reconociera los pasaportes vencidos venezolanos, para que pudieran hacer sus trámites y legalizarse en el país”.
Sin embargo, cuenta que el cambio político hizo que todo ese trabajo se perdiera.
Estigma contra los venezolanos
Danny Ramírez, quien hoy día cuenta con varios emprendimientos en Santiago, lamenta profundamente, la campaña de odio que hoy día se ha construido alrededor de los venezolanos.
“El Sur se ha convertido en un territorio hostil para los venezolanos. Cada vez que hay un venezolano involucrado con algún delito, el gobierno de acá lo exacerba y lo usan como discurso político en contra de los migrantes venezolanos. Pero la realidad es que la incidencia de extranjeros en delitos es ínfima. Nos han usado a nosotros como chivos expiatorios”.
Estamos viviendo una transición
Como todo venezolano lejos de su país, en su corazón alberga la esperanza de regresar.
“No hay mejor lugar, en todo el planeta tierra, para vivir que Venezuela, es el paraíso en la tierra, lamentablemente nos han destruido el país. No tengo duda que 70% de los que estamos afuera, al observar un movimiento en Venezuela de reconstrucción, volveremos. La gran mayoría de los venezolanos estamos viviendo una transición para retornar a nuestro país y levantarlo, con un gran aprendizaje y experiencia, con una nueva mentalidad y lecciones aprendidas, con nuevos métodos de trabajo, sin paternalismo, ni populismo”.
Páginas de su historia
Bajo la sombra de los barrotes, así ha titulado su libro, que recién culminó, en el cual narra su historia de cárcel y de tortura.
“Es un libro cargado de mucho sentido humano, una experiencia muy dura y difícil de persecución y cárcel, de amenazas. Es una experiencia en carne propia que da luces de la naturaleza de quienes han gobernado el país durante estos 23 años. Un humilde aporte para la creación de conciencia entre los venezolanos y en el mundo”.
Bajo la sombra de los barrotes, señala, se encuentra en correcciones, y pronto saldrá a la luz para evidenciar la verdad de Venezuela.