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Cinco meses preso en EE.UU. mientras lo deportaban; ahora vive feliz en México

Enmanuel Verano, venezolano en México.
Enmanuel Verano, venezolano en México.

Enmanuel Verano se enamoró de México a primera vista, pero por arriesgarse y seguir a familiares y amigos terminó preso en Bristol, Estados Unidos. Hoy, de vuelta en México, valora más lo que ha conseguido.

Por Ender Marcano Te lo Cuento News

Seguramente muchas cosas pasaron por la mente de Enmanuel cuando caminaba por las playas de Barra Vieja, Acapulco, o cuando lo hacía entre el sembradío de chile habanero que tuvo en esa locación del pacífico mexicano, pero una de esas cosas no fue que años más adelante pasaría todo un otoño y parte del invierno en una cárcel texana en Estados Unidos.

Quizás la principal razón para que esa idea siquiera pasara por su mente era que desde que visitó Acapulco por primera vez, en el 2014 por turismo, Enmanuel Verano Díaz quedó “fascinado con el país, con el calor de la gente”, su comida; fue como un amor a primera vista.

Tal fue su fascinación, que mes y medio después de que regresó a Venezuela armó maletas para sentar base en Acapulco. Aunque su plan original no era permanecer en América, sino buscar un mejor futuro en Europa, conocer las costas guerrerenses y su gente le hicieron cambiar de parecer.

“Me encantó México desde el primer día, me fascinó el país. Llegué a Acapulco, me encantó la gente, su trato, su comida. Me enamoré de este país, definitivamente me encantó. En realidad quería irme a Europa, me enamoré de este país”, relata Enmanuel, de 37 años y Técnico Superior Universitario en Seguridad Industrial.

Fue así como una vez asentado en México, comenzó a desarrollar negocios en la zona y abrió un gimnasio llamado Cardio Systems, además de la siembra de chile habanero en Barra Vieja, localidad que se encuentra a 27 kilómetros de la bahía de Acapulco.

Sin embargo, la delincuencia en México no discrimina nacionalidades, y la exigencia del pago de cuotas por parte del crimen organizado lo llevó a dejar sus negocios en Acapulco y movilizarse a la Ciudad de México, donde reside actualmente y se desempeña como preparador físico.

“Estuve en Brasil en el 2018 y aprendí una modalidad brasileña de ejercicio. A la gente le ha funcionado muchísimo, para bajar de peso, para definir. Me he hecho de muy buenos clientes, modelos, empresarios, políticos, y doy clases a domicilio (…). Tenía muy buena clientela en Acapulco y me jalaron a la Ciudad de México. Así empecé con clases individuales acá en la Ciudad de México”, cuenta Verano Díaz.

Al igual que en Acapulco, su vida laboral en la capital mexicana iba viento en popa, pero el llamado de algunos amigos y familiares que se encuentran en Estados Unidos lo llevaron a arriesgarse. “Yo también crucé la frontera hacia Estados Unidos y me deportaron para Venezuela. Desafortunadamente, estuve cinco meses preso en Estados Unidos”, comenta.

Desde el 2 de septiembre del 2021 hasta el 14 de enero del 2022, Enmanuel estuvo prisionero en una cárcel de Bristol, Texas. “Es una situación terrible, donde se violan todos los derechos humanos en esas cárceles”, asegura durante su narración.

Según cuenta, los migrantes convivían con ratas, cucarachas y otros animales; el desayuno se servía a las 3:00 de la mañana, el almuerzo entre las 10 y 11 de la mañana y la cena a las 3 de la tarde. Además, el trato “era totalmente racista”.

La situación vivida en tierras estadounidenses lo llevó a valorar más lo que había conseguido en México, donde no sólo tiene lo que considera un muy buen trabajo, sino que también ha logrado reunir en el país a buena parte de su familia. Madre, hermano, hermana, sobrinos viven hoy en México gracias al apoyo que les ha brindado.

Hoy, no sólo trabaja como preparador físico personal para modelos, empresarios y políticos en la Ciudad de México, sino que también está emprendiendo dos proyectos. Uno de ellos, en el desarrollo de una aplicación para ofrecer el servicio de paseo de perros; y el otro es un proyecto de servicio de alimentos.

“De Venezuela extraño a mis amigos, aunque ya casi ninguno está allá. Extraño los crepúsculos barquisimetanos; extraño esa fraternidad de ir a jugar chapita con los panas; ir a la playa, a Tucacas los domingos; la comida venezolana”, confiesa, pero la nobleza y oportunidades que ha encontrado en México han hecho que se sienta en su nuevo hogar.