“Vivo con dolor en el alma”: ¿de qué se trata el duelo migratorio?

El duelo migratorio afecta a todo aquel que sale de su país de origen y, típicamente, se caracteriza por ser parcial, múltiple y recurrente. | Por: JONNATHAN SARMIENTO

igrar es vivir con un dolor inmenso en el alma”, dice Jackelly Negreti, quien llegó a Medellín en el 2019, escapando del hambre y de la falta de medicamentos para tratar su hipertensión. Según esta mujer migrante, desde el principio, y pese a que se regularizó y consiguió un empleo, a diario la embarga la tristeza de no estar en su país. Vive de añoranzas y recuerdos de su natal y cálido Maracaibo.

“Es muy fuerte, es como si hubieses perdido a un familiar sólo que no sabes a cuál y eso es lo peor. Estás en medio del dolor, pero no sabes específicamente a quién estás llorando, cuenta Jackelly, sobre el desasosiego que la acompaña desde que llegó a Colombia con su hijo de 21 años y que empeora cada vez que se encuentra en las calles con algo que le recuerda a Venezuela o a sus padres, quienes debido a su edad siguen viviendo en el estado de Zulia. 

De acuerdo con Maria Elena Garassini, psicóloga venezolana, lo descrito por esta abogada venezolana, encaja con tres de las características del duelo migratorio que es un tipo de duelo parcial, múltiple y recurrente, por el que atraviesa todo aquel que abandona su lugar de origen.


“El duelo migratorio es complejo y multifactorial. Es un duelo parcial porque el objeto perdido, no se pierde por completo y puedes volver a él. Tú saliste de tu país, pero el país sigue allí. Es múltiple, porque implica una multiplicidad de pérdidas: la familia, la cultura, los amigos, la tierra, la identidad. Y es recurrente, porque puede reactivarse con mucha facilidad. Cada vez que alguien o algo te recuerda al país, revives el duelo, explica Garassini.

Para Jackelly, adicional a la carga emocional, los obstáculos del proceso de migrar e integrarse a una nueva sociedad, se han visto agudizados por episodios de xenofobia que han desencadenado en otros problemas de salud como la migraña, asociados -según ella- al estrés constante que le genera su nacionalidad. 

“Desde que estaba en Venezuela y en cuanto empezó la crisis, yo decía que me dolía ser de allá, pero desde que estoy aquí, lo tengo como lema. Nunca antes me había dolido tanto en la vida ser venezolana. He vivido una discriminación absoluta por ser de allá. Mi tipo de trabajo es en calle y eso me afecta mucho y me causa unos niveles de estrés grandísimos. La gente al escuchar el tonito, se aparta, dicen cosas, son groseros, cuenta esta mujer venezolana.

Esos cuadros de estrés severos han sido nombrados por la psicología como el Síndrome de Ulises. Un malestar psicológico presente en una parte de la población migrante y manifestado en un estrés crónico, que puede derivar en episodios depresivos o de ansiedad, problemas para dormir, reactividad emocional y alta sensibilidad. 

De hecho, según datos del estudio Desigualdades en salud de la población migrante y refugiada venezolana en Colombia, realizado por Profamilia entre noviembre de 2019 y enero de 2020, de los venezolanos radicados en Colombia y que recurrieron a los servicios del sistema de salud, el 59,3% acudió por ansiedad, el 38,1%  por depresión, y el 2,6% por intentos de suicidio.


“Todos los que se van tienen un duelo migratorio, pero no todos los migrantes sufren del síndrome, porque las situaciones de estrés tienen que ver con tu personalidad, tus habilidades para el manejo emocional, tu entorno, tu red de apoyo”, señala la psicóloga Maria Elena Garassini sobre este padecimiento, desatado por la tensión de la exposición a múltiples privaciones y necesidades insatisfechas.


«Por la nacionalidad hay muchas carencias. Nosotros tenemos el permiso pero igual no se encuentra trabajo, nos cuesta mucho encontrar arriendo, por no tener cédula colombiana no podemos acceder a servicios como el internet. Lo que para un ciudadano colombiano es muy sencillo, para nosotros -en muchos casos- se convierte en un trámite casi que imposible»

Jackelly Negreti

Migrante venezolana


Garassini es enfática en que este tipo de problemas psicológicos pueden manifestarse de forma distinta entre una persona y otra. Como muestra de esto, desde una posición diferente está la historia de Janeth Medina, nacida en Mérida y migrante en Colombia desde el 2017 y quien, pese al sentimiento de desarraigo y la nostalgia de verse forzada a dejar atrás los lugares en los que había construido toda su vida, dice haber superado su etapa de duelo.

“Ese proceso lo lleva uno quiera o no, lo reconozca o no. El problema está en que muchísima gente se enfrenta a la tristeza y a la añoranza, pero no sabe qué es lo que le está pasando, ni tiene las herramientas para abordarlo, dice Medina, quien en 2020 participó de la cuarta versión de TEDxMedellín con su charla ¿Qué es y cómo superar el duelo migratorio?

La red de apoyo es fundamental porque es lo que te ayuda a sentir que haces parte de, que tienes alguien con quien compartir. Yo creo que corrí con esa suerte de conseguir vecinos, amigos, gente que me abriera las puertas y me acompañara. Fue gracias a esa red de apoyo que aún cuando quería hacerlo, no me regresé, me quedé aquí y pude superar los momentos de debilidad emocional”, relata Janeth Medina sobre su experiencia afrontando el duelo migratorio. 

Garassini concuerda en que las redes de apoyo y el contacto con las historias de otros migrantes en la misma situación facilitan la adaptación a las nuevas circunstancias. No obstante, subraya que los mecanismos para gestionar este padecimiento varían según las fortalezas, habilidades y personalidad de cada individuo.

Para la psicóloga, pese a que actividades del día a día como el ejercicio y la posibilidad de sentirse productivos y ayudar a otros pueden ayudar a manejar la secuelas emocionales de la migración, el acompañamiento profesional es la principal recomendación.

Sin embargo, al margen de este concepto, Garassini advierte que, en Colombia,  la población migrante enfrenta serias dificultades para acceder a servicios de salud mental, en parte debido a que la gran mayoría no están integrados al Sistema de Seguridad Social.

Sobre esto último, vale la pena resaltar que, según la Encuesta de calidad de vida e integración de los migrantes venezolanos en Colombia, realizada entre el 5 y el 17 de diciembre de 2020 por el Proyecto Migración Venezuela a 1.604 hogares venezolanos, el 66,1% no está afiliado a ningún régimen de salud; el 21,3% hace parte del régimen subsidiado y tan solo el 9,9% está en el régimen contributivo.

En el caso de Jackelly Negreti, aunque lleva dos años viviendo en medio de la tristeza que le produce el estar lejos de su país natal, hasta ahora no ha recibido respuesta para acceder a atención psicológica por parte de su EPS y dice que, si de ella dependiera, se regresaría a Venezuela.

Lo que me sostiene en Colombia es que con mi salario puedo comprar los medicamentos para la condición de alto riesgo de mi papá. De no ser por eso, yo diría ‘muchas gracias Colombia’ y a mi casa, a mi techo; aunque haya hambre, aunque no haya ningún servicio. Finalmente, tu casa es tu casa”, concluye Jackelly.

Canales gratuitos para la atención psicológica de población migrante: 

Cundinamarca: Smart Clinic de la Unidad Móvil de la Cruz Roja 

Bogotá y Barranquilla: Talleres de Salud Mental de la Sociedad de Ayuda al Inmigrante Hebreo (HIAS, por sus siglas en Inglés)

Ipiales, Pamplona, Villa del Rosario, Popayán y Bogotá: Puntos de Referenciación y Orientación (PRO) para atención a refugiados y migrantes de Venezuela en Colombia de la OIM

Por: Laura Cristancho @Lauracamila_cc