Valentina, de 16 años, cruzó la frontera hacia Colombia con casi ocho meses de embarazo. La escasez de medicamentos y alimentos la impulsaron a migrar con su mamá, sus dos hermanos y el pequeño que llevaba en su vientre. Aunque el Gobierno venezolano no publica cifras de embarazo adolescente desde 2012, algunas organizaciones estiman que el 28 por ciento de las mujeres embarazadas en ese país tienen menos de 20 años. Además, muchas, como Valentina, no planeaban tener hijos.
La llegada de mujeres migrantes significa un reto para el Gobierno colombiano, que ya se ocupa de unas cifras altas. En 2015, el 17,4 por ciento de las mujeres colombianas menores de 20 años estaba en embarazo o ya tenía hijos, y solo el 60 por ciento de esos embarazos eran deseados, según cifras de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud.
Este panorama asusta a muchos colombianos, que critican al Gobierno por atender los partos de mujeres venezolanas, brindarles servicios de urgencias o nacionalizar a sus hijos. Sin embargo, para Marta Royo, directora de Profamilia, el tema no consiste en negarles atención a las migrantes, sino en “promover el acceso a métodos anticonceptivos que reducen los embarazos no deseados y resultan menos costosos a largo plazo que un parto”.
Por ejemplo, Bárbara, de 18 años, migró hace cinco meses a Colombia por el futuro de su hijo, de apenas un año y medio. Con el bebé en sus brazos Bárbara cruzó la frontera a través de las trochas. Aunque busca empleo para mantenerlo y dice que “daría todo por él”, ella no planeaba quedar embarazada. Su embarazo es el resultado de falta de acceso regular a métodos de planificación, porque en Venezuela “son muy costosos”.
Bárbara llegó a Colombia y buscó la manera de planificar, pero en los hospitales le decían que se dirigiera a Profamilia. Más de la mitad de los migrantes no tienen sus papeles en regla y, por lo tanto, los hospitales solo los atienden si su vida está en riesgo. En resumen, las mujeres tienen hijos, que muchas veces son el resultado de embarazos no deseados, y salen sin métodos anticonceptivos.
Ante la situación, hace unos tres años Profamilia atiende a mujeres migrantes en situación de vulnerabilidad y les explica sus derechos sexuales y reproductivos. Además, si las mujeres -colombianas o venezolanas- solicitan una interrupción voluntaria del embarazo, métodos anticonceptivos o alguna consulta, en Profamilia evalúan el caso. De aceptarlo, utilizan los recursos de un fondo especial para atender a las mujeres de escasos recursos.
«Aunque el 90 por ciento de nuestras atenciones están dirigidas a mujeres, la idea es que los hombres también ejerzan una autonomía reproductiva y participen en la planificación»
Marta Royo
Directora ejecutiva Profamilia
Desde agosto, en alianza con la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos de Investigación (AFIDRO), la organización atendió a mujeres migrantes en Maicao, Ipiales y Bogotá. La atención incluyó consejería, provisión y aplicación de anticonceptivos, laboratorio clínico y pruebas rápidas.
En las jornadas los médicos y enfermeros de Profamilia se encontraron con mujeres jóvenes que tenían por lo menos un hijo, pero que estaban interesadas en planificar y en aprender sobre sus derechos reproductivos. Además, siempre llegaron más mujeres de las que esperaban. En Bogotá esperaban a unas 60 mujeres desde las 7 de la mañana hasta la 1 de la tarde, pero a las 12 del mediodía ya había más de 100 mujeres en espera.
La mamá de Valentina, la adolescente de 16 años que tuvo a su hijo hace 12 días, se enteró de la jornada en Bogotá por medio de una vecina y no lo pensó dos veces: “hablé con ella y le dije que le iba a poner el parche, así quisiera o no”. Pero Valentina estuvo de acuerdo, pues no quiere tener hijos “en los próximos 10 años”. Durante las jornadas, Jadelle, el anticonceptivo subdérmico que se ubica en el brazo, resultó el método más popular.
Aunque las tres jornadas finalizaron, Profamilia continúa atendiendo a migrantes en situación de vulnerabilidad. Marta Royo reconoció el esfuerzo del Gobierno en cuanto a la migración, pero recordó que el factor de derechos sexuales y reproductivos tiene que hacer parte de una respuesta estatal integral.
En caso de necesitar asesoría, tanto mujeres como hombres migrantes o retornados podrán recibir atención en salud sexual y reproductiva en las sedes de Profamilia ubicadas en Arauca, Cúcuta, Villa del Rosario, Riohacha, Maicao, Barranquilla, Santa Marta, Cartagena, Pasto, Bucaramanga, Bogotá y Apartadó.
Estas clínicas prestan consultas de medicina general, especializada en ginecología, obstetricia y urología. También tienen la posibilidad de hacerse exámenes preventivos y pruebas diagnósticas. Ante situaciones de violencia, la oferta incluye atención de emergencia para víctimas, acompañamiento psicosocial y de primeros auxilios psicológicos.
Por: Estefanía Palacios Araújo @palacios_araujo