Robert Sánchez, ex ingeniero de PDVSA, consiguió en el área de la salud la oportunidad de encontrar una nueva vocación de vida, mientras contribuye como muchos de sus compatriotas, con la salud de los colombianos.
Por Indu Ocampo*
Unas 200 mil personas migrantes venezolanas han llegado en los últimos años a Cali, ciudad en donde hoy en día habita la quinta mayor población procedente del vecino país.
Para muchas de estas personas, la migración ha significado tener que comenzar de nuevo e incluso explorar campos profesionales que no estaban ni siquiera cerca de los que antes desempeñaban, pero que aún así les han traído enormes satisfacciones.
Ese es el caso de Robert Sánchez, un ingeniero mecánico e industrial, oriundo de Barcelona, estado de Anzoátegui, que cambió la extracción de petróleos por el acompañamiento y la atención de pacientes.
Antes de que la inflación lo impulsara a migrar, estaba contratado por Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA), en labores de mantenimiento de tuberías de las gabarras ubicadas en Costa de Paria en el estado Sucre, en donde, de 8 pozos, se extraen entre 3 mil y 6 mil barriles de crudo diario que se exportan a diferentes países.
Sánchez llegó a Colombia en el 2017, invitado por su colega Hernán Rueda, contratista de Ecopetrol, quién lo motivó a trabajar con él para su próximo proyecto en Barrancabermeja. Luego de invertir su único capital en pasajes, tuvo su primera desilusión cuando fue rechazada su solicitud de permiso laboral. Luego vino otra cuando se enteró que su amigo y único aliado en Colombia había perdido el contrato.
Rueda migró a Estados Unidos y le prometió que apenas solucionara su documentación lo esperaba para apoyarlo en ese país. Mientras tanto, sin embargo, había qué pagar las cuentas, así que Robert regresó a Cúcuta y se empleó en diversas labores que le daban al menos un sustento suficiente para enviar dinero a su casa. Fue cargador en Cenabastos y cuidador de vehículos en parqueaderos públicos.
El Sueño Caleño
Finalizando el 2017 llegó a Cali, en donde hizo labores de albañil, electricista y plomero. Luego se mudó a la vereda Campo Alegre zona rural perteneciente al corregimiento de Montebello, para trabajar con la distribuidora de agua potable ACOPS en la reparación de tuberías y lavado de tanques.
En la zona oeste de Cali conoció el amor en su compatriota Isabel Delgadillo, y empezó a adquirir un liderazgo social. Se hizo líder de la comunidad migrante venezolana, asumiendo un compromiso en favor de sus paisanos, frente a instituciones estatales y organizaciones de cooperación internacional.
En medio de la pandemia ayudó a distribuir alimentos a los más necesitados, remitió casos de atención humanitaria y orientó a personas migrantes frente a los temas de regularización y oportunidades de trabajo, sobre todo en la fase de recuperación económica.
Gracias a la ONG Heartland Alliance International, inició su inclusión al empleo formal. Luego de ser recomendado para cursar la formación en Servicios Generales con Distribuidora El Diamante, aprobó y empezó sus labores en el en el Centro Comercial Centenario y luego en la clínica Sebastián de Belalcázar.
“Recuerdo que estando en la clínica Belalcázar en una oportunidad, un caballero, familiar de un paciente, estaba desesperado en medio de la confusión de no saber sobre el estado de salud de su pariente, por lo que procedí a colaborarle y la satisfacción que me quedó me confirmó mi verdadera vocación en el área de la salud, sirviendo a personas vulnerables”, añadió Robert.
A sabiendas de lo que quería, buscó en redes sociales información del curso de camillero, costeó sus estudios y se preparó en Inter Valle, lo que fortaleció con su experiencia en primeros auxilios y de supervivencia como marinero, conocimientos obtenidos con la Organización Marítima Internacional (OMI) para su trabajo en PDVSA.
Así decidió retirarse de Servicios Generales y empezar a buscar trabajo en el nuevo cargo, hasta que lo contrataron en la Clínica Nuestra Señora de Los Remedios de Cali, donde hace dos años goza de respeto y estima de parte de los compañeros y usuarios.
“No cambies nunca, me dicen los pacientes”, comenta Robert, mientras sonríe satisfecho, al hablar sobre el cariño que le prodigan en sus labores. Afirma que su próxima meta es graduarse en enfermería por lo que está averiguando dicha formación a bajos costos, ya que en Cali nacieron sus gemelos Líam y Caleb, que llenan su tiempo libre en compañía de sus hermanitas, pero que además lo motivan a seguirse superando profesionalmente en Colombia.
“No tengo palabras para agradecer tanto apoyo y las oportunidades que me han brindado. Incluso los pacientes me enseñan mucho y siempre trato de comprenderlos. Por eso es difícil no generar apegos ni sentirse triste cuando algunos fallecen; sin embargo, siempre nos dejan las ganas de seguir ayudando”, concluyó el ingeniero.
Este artículo y los talleres sobre narrativas periodísticas se realizaron gracias al generoso apoyo del pueblo de Estados Unidos a través de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Los contenidos son responsabilidad de sus autores y no representan necesariamente los puntos de vista o posiciones de USAID o del gobierno de Estados Unidos.
*Periodista participantes en los talleres de formación en narrativas periodísticas inclusivas sobre migración y salud lideradas por el Programa Comunidades Saludables de USAID Colombia.
Los talleres de formación en narrativas periodísticas inclusivas sobre migración y salud fueron realizados en 11 ciudades por el Programa Comunidades Saludables de USAID en alianza con Colprensa y MigraVenezuela.