La trocha, un camino riesgoso que sigue siendo usado para cruzar la frontera de Venezuela a Colombia

A pesar de la apertura de fronteras, muchas personas siguen usando las trochas con el argumento de que es más rápido el paso. (La Opinión - Juan Pablo Cohen)
A pesar de la apertura de fronteras, muchas personas siguen usando las trochas con el argumento de que es más rápido el paso. (La Opinión - Juan Pablo Cohen)

El paso irregular entre los dos países expone a los migrantes a la violencia, el maltrato, la trata de personas y la extorsión.

Por Fátima De Oliveira – Te lo cuento News

Aunque la frontera terrestre entre Venezuela y Colombia se encuentra completamente abierta desde septiembre del año pasado, muchas personas todavía siguen usando caminos irregulares, mejor conocidos como trochas, para evitar posibles obstáculos legales.

Esas trochas, que atraviesan el río Táchira entre ambos países, fueron durante años la única vía de comunicación en pleno cierre total de los pasos fronterizos, en el momento más tenso de las relaciones entre los gobiernos de Maduro y Duque.

Con el restablecimiento de relaciones entre los dos países, los casi 2.200 kilómetros de frontera volvieron a estar a disposición del tránsito peatonal y comercial.

Pese a esto, los caminos irregulares, usualmente controlados por grupos armados ilegales, se siguen utilizando. Los principales motivos para hacerlo son evitar las colas de los controles migratorios, esconderse de las autoridades colombianas, ocultar antecedentes judiciales o evadir la solicitud de documentación actualizada.

Sin embargo, la demanda se ha reducido y el tránsito en las trochas ya no está tan abarrotado de personas. De hecho, la trocha “Los Mangos” está casi vacía de día y el paso de mercancías es muy inferior al de años anteriores, cuando se movilizaban decenas de carretas llenas de productos colombianos para revender en Venezuela.

La policía de Cúcuta ha hecho varios llamados para evitar el uso de los pasos ilegales, pero algunos venezolanos insisten en aprovechar las rutas clandestinas como “La Platanera” y “La Marranera”, zonas caracterizadas por sus altos niveles de inseguridad y violencia.

Nadie ve ni nadie oye

Las autoridades migratorias de Colombia insisten constantemente en la ilegalidad de las trochas y en el riesgo que estos pasos representan para la seguridad e integridad de los migrantes de cualquier nacionalidad porque se exponen a bandas delictivas dedicadas al robo y la estafa.

La mayoría de estos caminos clandestinos están controlados por grupos guerrilleros como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los disidentes de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), los cuales cobran grandes sumas de dinero para dejar pasar a los migrantes.

Otro riesgo relacionado con la presencia de grupos armados en las trochas, es que muchos de los venezolanos que quieren cruzar terminan siendo reclutados por estos criminales, quienes llevan a los caminantes a los cañaverales altos para realizar actividades vinculadas al narcotráfico. 

Y como la violencia es el pan de cada día en las trochas de “La Platanera” y “La Marranera”, hay personas terminan inmersas en la confusión provocada por la violencia y los disparos entre bandas que se disputan el control de dichas zonas.

Otro riesgo del que poco se habla afecta principalmente a las mujeres, que son forzadas a tener relaciones sexuales como forma de pago para poder cruzar los pasos ilegales y entrar a Colombia. En la mayoría de los casos reciben amenazas.

Incluso después de entrar a territorio colombiano, nada le garantiza a estos migrantes que no serán detenidos y deportados, pues las autoridades migratorias pueden tomar estrictas medidas contra aquellas personas que no formalizaron su estatus migratorio y no tienen la documentación al día.

Por eso, la recomendación de las autoridades es cruzar la frontera por los pasos autorizados y adelantar los trámites regulares, para evitar los riesgos a los que se exponen estas personas.

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