¿Cómo se incorpora a la población migrante a la economía y el sistema de bienestar en Colombia?, ¿Cómo incluir a los migrantes en las decisiones de democraticas y cuál es la política de Estado para integrarlos?. Estos y otros interrogantes fueron analizados por el Gerente de Fronteras, Lucas Gómez, y Francesca Ramos, vicedecana de estudios internacionales y directora del Observatorio Venezuela de la Universidad del Rosario.
Con esa discusión comenzó este jueves el ciclo de conversatorios para tratar El Futuro de la migración venezolana en Colombia, una actividad organizada por Konrad-Adenauer-Stiftung, Ávila Monserrate y el Proyecto Migración Venezuela, de Publicaciones Semana. Esta charla virtual, que duró una hora, fue moderada por Alejandra Corchuelo, gerente de Innovación Social del Grupo Semana.
Ante la pregunta de cuál es el desafío más grande que hay con la migración venezolana en el país, el gerente de fronteras afirmó que existe un largo trabajo por hacer para que la sociedad empiece a entender este fenómeno, y no crea la hipótesis según la cual es más fácil cerrarles la frontera a los venezolanos que acogerlos y recibirlos. “Estamos en capacidad de hacer las cosas bien”, sentenció Gómez.
Para el gerente otro de los grandes retos es que la Ley de Política Migratoria Integral, que hace unos días fue aprobada en segundo debate en el Congreso, “no puede quedarse en letra muerta”. Está consciente de que efectivamente esta ley dará un marco legal más favorable para atender la migración, pero esta no será la solución mágica ni definitiva.
Destacó como foco clave la integración de la población migrante. Y sobre este punto, Francesca Ramos coincidió que para lograrla, efectivamente, hay que trabajar en la inclusión laboral de los venezolanos, no pensando solo en una política de asistencia social. “Esto ya era un reto en pandemia, lo es mucho más ahora”, dijo la investigadora.
Ramos señaló que en Colombia ya existía un reto en materia de inserción laboral de mano de obra calificada y no calificada, por lo que pesa mucho el estatus migratorio. “Estar irregular en Colombia dificulta muchas cosas, si un migrante está en situación regular aportará al sistema de salud y contribuirá al sistema tributario, tendrá los mismos derechos que el resto de los ciudadanos y se evitará el riesgo de ser explotado”, explicó.
La directora del Observatorio Venezuela de UniRosario también se refirió a las barreras que enfrentan los venezolanos al radicarse en el país, como por ejemplo las dificultades para la acreditación de estudios, convalidación de títulos, y dificultad para acceder al sistema financiero.
Enfatizó la necesidad de identificar y caracterizar de manera rigurosa a la población migrante, saber cuáles son sus demandas y necesidades en las diferentes regiones para así generar oportunidades. “El sector agrícola es una oportunidad para ellos. La nueva ley de compras públicas locales obliga al Estado que tiene que comprar el 35% de bienes locales, por qué no pensar en las zonas donde hay más migrantes para contratarlos”, ejemplificó.
«La migración hay que percibirla con una visión de mediano y largo plazo. Falta mucho trabajo de empatía, cuando no se hace toman fuerza los pantanos de la xenofobia»
Francesca Ramos, vicedecana de estudios internacionales y directora del Observatorio Venezuela de UniRosario
El Gerente de Fronteras retomó la discusión para señalar que la migración venezolana se había pensado como un fenómeno muy temporal, cuando en realidad ya van cinco años fuertes en este tema. “El régimen de Venezuela no ha caído ni se acabará en las próximas horas, por lo que no le podemos decir a los venezolanos que se acabó el conflicto en su país, devuélvase”, lamentó.
En relación con la regularización, sostuvo que la apuesta del Permiso Especial de Permanencia (PEP) fue interesante y se adaptó a una realidad inicial de 400 mil venezolanos que llegaron al país muy calificados y preparados. Pero actualmente se está viendo un flujo migratorio más complejo: están llegando familias muy vulnerables, en condiciones más difíciles, con una escolaridad menor, a las que aseguró se le darán asistencia humanitaria y un acompañamiento para que salgan de esa vulnerabilidad y se vuelvan más productivos en el país.
“No puedo decir que el PEP haya fracasado, pero las medidas de regularización con el PEP no han dado los resultados esperados porque tenemos más del 50% de la población migrante con estatus irregular”, analizó, por lo que aseguró que con Migración Colombia y la Cancillería trabajan en una visión moderna de estatus migratorio la cual permitirá saber quiénes son esos 1,7 millones de venezolanos que están en el país y qué potencialidades tienen.
Gómez reiteró la idea de que en los próximos meses entrarán en un proceso regularización universal de los migrantes, que tengan PEP o no, todos estarán en una misma caracterización.
Sin embargo, el encargado de temas de la migración venezolana de la Presidencia, dijo que hay que apostar al PEP educación, ya que Colombia ha hecho un esfuerzo en escolarizar 360 mil niños migrantes. A su vez reconoció que para avanzar en materia de inserción laboral es fundamental hacer una socialización más amplia con los empresarios para que comprendan qué es el Permiso Especial de Permanencia para el Fomento de la Formalización (PEPFF) y así puedan contratar a los migrantes en situación irregular.
Cambiar los paradigmas y la visión que se tiene de la migración venezolana en el país, sin duda, será la más ardua tarea. Ofrecer oportunidades a los migrantes y darles la capacidad a las comunidades receptoras para integrarlos es el camino, tal como lo propone Francesca Ramos. Comenzar educando a los niños con cátedras de migración en los colegios sería el mejor comienzo.
Por: Milagros Palomares @milapalomares