Migración, desarrollo y sostenibilidad

Por: Germán Umaña Mendoza GermanUmanaM


La migración de venezolanos en Colombia llegó a más de 1.100.000 personas, sin que hasta ahora tengamos una caracterización objetiva de ese universo en aspectos fundamentales como edades, sexo, estudios, profesión, especializaciones, experiencia laboral, empresarial, etc. Se intentó efectuar un censo —que abarcó un alto porcentaje de los migrantes—, pero infortunadamente ha servido muy poco para el diseño de políticas públicas que modifiquen de forma real y profunda el tratamiento de esta realidad.

Se deberían diferenciar claramente los aspectos que puedan dar soluciones en el corto plazo a las necesidades básicas insatisfechas. Allí, acciones en materia de alimentación, salud, vivienda y protección a la niñez y a la vejez son fundamentales. Resolverlo es costoso, pero es indudable que los recursos asignados por el Gobierno, la cooperación internacional —tanto multilateral como privada y pública— han sido muy importantes y han logrado un efecto positivo, significativo y eficiente.

La verdadera carencia parecería estar en las soluciones de mediano y largo plazo en cuanto a la incorporación de los migrantes al tejido social, al desarrollo y a la sostenibilidad. En pocas palabras: “a cada quién de acuerdo con sus necesidades y de cada quién de acuerdo con sus capacidades”.

Para la población migrante que busca empleo, la respuesta ha sido en lo esencial su incorporación a la informalidad. Flexibilicen las condiciones de visas de trabajo, apelen a un waiver de los consejos profesionales para que sean menos proteccionistas y permitan a los inmigrantes participar en condiciones de igualdad con los nacionales en las convocatorias de empleo en diferentes sectores. Desafortunadamente, el empleo formal existente es insuficiente para ser la solución definitiva.

Tal vez parte primordial de la solución está en la modificación de las condiciones exigidas a pequeños inversionistas, en la creación de empresas de servicios, en el financiamiento o en el emprendimiento con fondos multilaterales, apoyados por quienes desde el sector privado han desarrollado experiencias exitosas en Latinoamérica y no en aquellos que planean desde la burocracia de escritorio.

Lo fundamental es el diseño de una política pública dirigida al empleo, la inversión, el emprendimiento y a aprovechar la “inteligencia” que ha ingresado al país, a incorporarla a la economía formal. En esencia, a “aprender a pescar”Es necesario diferenciar claramente la atención humanitaria de corto plazo de la estrategia de incorporación de los migrantes al desarrollo y a la creación de riqueza en el mediano y largo plazo. 

Para ello, el papel de la academia, los centros y grupos de investigación de las ciencias humanas, del arte y la cultura, de la protección social y de las ciencias exactas, las económicas y administrativas es imprescindible. Se debe profundizar en los esfuerzos de caracterización de los migrantes y beneficiarse de la experiencia de las universidades y centros de investigación en las propuestas de integración de grupos vulnerables.

¿Por qué no convocar de manera urgente a los rectores de las universidades de excelencia y a los líderes de los grupos de investigación más productivos —que han diseñado propuestas para poblaciones vulnerables— con el objetivo central de usar su experiencia y los resultados de sus estudios?

Sin discursos: la experiencia internacional ha demostrado que la migración puede ser virtuosa y una oportunidad para fomentar el crecimiento y el desarrollo de los países y las regiones.

 


*Profesor universitario y director de la Cámara Colombo Venezolana.



Las opiniones de los columnistas en este espacio son responsabilidad estricta de sus autores y no representan necesariamente la posición editorial de PROYECTO MIGRACIÓN VENEZUELA.

Por: Proyecto Migración Venezuela @MigraVenezuela