Como gerente de Frontera con Venezuela de la Presidencia he tenido la oportunidad de estar al frente de este complejo fenómeno migratorio y trabajar en sus diferentes aristas. En este tiempo, he identificado cinco dilemas que permiten ir más allá de los acontecimientos cotidianos para abordar esta situación desde una visión general:
El primero es un dilema de dimensión. Esta crisis que estamos experimentado no tiene precedentes, y es una de las más críticas del mundo. Según varias fuentes entre el 8 % y el 11 % de la población de Venezuela se ha ido en los últimos años.
En la región, solo en El Salvador sucedió algo similar en la década de los 80, pero en ese caso, fue durante varios años.
En el mundo, esta migración ya se clasifica entre las primeras del siglo XXI. En Turquía hay aproximadamente 3,6 millones de sirios, pero han llegado en seis años. La crisis de los rohingya (de Myanmar a Bangladesh) ha desplazado a unas 700.000 personas en el último año.
La dimensión también es local. La ciudad de Pacaraima, en el estado de Roraima, el norte de Brasil ha aumentado su población en un 25 %, o la ciudad de Villa del Rosario, en la frontera con Colombia, en un 23 % como consecuencia de la llegada de migrantes.
El segundo es un dilema de prospectiva. Esta crisis está creciendo. Todas las cifras que se refieren a las condiciones del sistema de salud nos dicen que está colapsado y por ello migrarán más. La matrícula de niños en las escuelas para el próximo año, especialmente en los estados fronterizos, está disminuyendo sustancialmente. En un sondeo que realizamos en Colombia, el 65 % de las personas dijeron que esperaban que al menos un miembro de la familia saliera en los próximos seis meses. Eso significa que acabamos de empezar. Debemos estar preparados para duplicar las cifras que tenemos hoy, en la previsión más optimista.
El tercer dilema es el de profundidad. Esta crisis no solo se trata de asistencia humanitaria, sino que es un reto para el desarrollo. En Colombia ya son 43 entidades nacionales, regionales, oenegés y agencias de las Naciones Unidas involucradas en este proceso. No hay un sector que no esté llamado a responder a este desafío. La presión sobre los servicios sociales de los países receptores puede incluso retrasar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Aunque las condiciones internas en Venezuela cambien mañana, su recuperación llevará años. Es decir que debemos mirarlo con perspectiva de mediano plazo y como un reto al desarrollo.
El cuarto dilema es el de singularidad. Esta crisis requiere un modelo específico en América Latina. Las soluciones para Turquía o Líbano no son las mismas que para Perú o Chile. Las herramientas legales o políticas sectoriales para enfrentarla requieren que los países de la región, la cooperación internacional, la banca multilateral, los centros de pensamiento y los medios analicen modelos diferentes a los de otras latitudes. Tenemos aquí un movimiento migratorio masivo Sur-Sur, de los que hay ejemplos positivos (Uganda, Turquía, Líbano). No queremos segregar a los venezolanos; necesitamos modelos de integración a la sociedad. Existen profundas similitudes religiosas, raciales y culturales entre los venezolanos y los demás latinoamericanos, por lo que se debería escribir una ficción diferente.
Por último, un dilema de lenguaje. Hay una delgada línea entre la magnitud de la crisis y lo que los gobiernos deben comunicar. Las encuestas muestran que la gente necesita sentir que sus gobiernos tienen esta situación bajo control. Estamos aquí como países –específicamente como gobierno colombiano– concientizando sobre la magnitud de esta crisis, pero al mismo tiempo no podemos aumentar la percepción de que esto es como una invasión: esto sólo aumenta el pánico y los sentimientos xenófobos entre la población local.
Nosotros, como gobierno, tenemos una gran responsabilidad cuando comunicamos sobre este tema. La xenofobia es una palabra nueva en la región y debemos trabajar con los medios de comunicación y los políticos, entre otros, para evitarla. Podemos empezar por hacer esto especialmente en las escuelas donde estamos integrando a los venezolanos para convertir lo que hoy es un reto en una enorme oportunidad.
*Gerente de Frontera con Venezuela de la Presidencia de Colombia
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Por: Proyecto Migración Venezuela @MigraVenezuela