Un fuerte sol de mediodía invade la cancha principal del Polideportivo Indesa, en Sabaneta, Antioquia. Como todo partido de fútbol, el público se mantiene expectante sobre quién se llevará la victoria. El venezolano Álvaro Cárdenas, fundador y técnico del equipo Amateur Vinotinto FC, sabe que todo está en su contra. Su rival, el equipo de la Policía del Valle de Aburrá (Meval FC), es claramente superior. No obstante, él tiene un “as bajo la manga”: la química explosiva de un equipo conformado por venezolanos y colombianos.
Los 22 jugadores toman sus posiciones en el campo. Meval gana el sorteo con la moneda para tener el primer saque. El silbato es el punto de partida de un juego feroz y enérgico. Ambos equipos buscan la victoria a como de lugar.
Aunque en inferioridad, la química y la fe hacen su cometido. También, una estrategia a prueba de golpes y juego fuerte. Contra todo pronóstico, los jugadores del Vinotinto FC igualan las posibilidades y, con algo de suerte, dos contraataques resultan fulminantes. El resultado final: 2 a 0. Álvaro y su equipo logran su primera victoria en un torneo oficial.
“Esta victoria marcaría un antes y un después para nosotros como equipo”, afirma Álvaro sonriente. Pero formar la táctica de la integración entre dos naciones hermanas requiere tiempo, mucha planeación y, al menos para este entrenador, casualidad. Su equipo fue creado en 2016 con un solo objetivo: integrar a colombianos y venezolanos a través del deporte.
Álvaro Cárdenas había llegado a Colombia en 2014, con mucha nostalgia por su país. Ingeniero electrónico, tenía como unas de sus grandes pasiones el fútbol entre amigos, en especial durante su vida en Caracas. Su sueño era entrenar algún equipo.
Al llegar a Colombia, Álvaro perdió esa oportunidad de jugar fútbol en comunidad. “La soledad de uno al emigrar, lejos de su familia y amigos, me llevó a crear un equipo de fútbol”, dice. Muy motivado decidió unirse a Colvez (Colonia Venezolana en Colombia) para hacer una convocatoria para crear un equipo de fútbol de migrantes, en Medellín.
Usando redes sociales, muchos empezaron a mostrar su interés para entrar al equipo. Fue en octubre de 2016 cuando ocurrió la primera reunión. Aunque fue una toma de contacto inicial, el entrenador tuvo una agradable sorpresa: varios colombianos se habían unido a la convocatoria.
Con 30 jugadores, formado entre “cafeteros” y “vinotintos”, Vinotinto FC nació. “Recuerdo mucho ese primer partido amistoso, perdimos por goleada, pero desde ahí nunca nos volvimos a separar”, dijo él.
Sus esfuerzos dieron fruto, y esa primera victoria en el torneo Indesa en 2017 consolidó el equipo. De ahí, han participado en una gran cantidad de torneos en Antioquia. Con mucho entrenamiento y charlas, el entrenador mantiene motivado a sus jugadores. Vinotinto FC tiene tres categorías de juego: 18 a 34 años, mayores de 35 años y libre, siendo esta última el espacio para que nuevas personas conozcan el proyecto.
Uno de los jugadores que ha conformado el equipo desde su origen es Eudes Pérez. Este venezolano de 30 años es testigo de cómo el fútbol le ha permitido reencontrarse con sus compatriotas venezolanos en Medellín. “Antes del equipo, solo estaba con mi esposa e hijo, pero ahora tengo la oportunidad de formar parte de una familia, las amistades del fútbol”, dijo Eudes.
Para este emprendedor, la única derrota que le ha dolido fue cuando, durante un partido y en medio del calor del juego, uno de sus contrincantes expresó comentarios xenófobos contra él. Resaltó que la situación no fue a mayores, y que aquella persona se disculpó luego del encuentro.
«La integración siempre fue uno de mis objetivos con este equipo. A través del fútbol nos hemos incluido en la sociedad colombiana, hemos creado lazos de hermandad más allá del deporte»
Álvaro Cárdenas, director técnico de Vinotinto Fútbol Club.
El defensa y capitán del equipo recuerda con cariño la victoria contra Meval en 2017. Pero, su más grande título es la integración, no solo con otros migrantes, también la oportunidad de conocer a otros colombianos en un campo de juego.
Uno de ellos es Santiago Gómez, chef de 29 años que no es ajeno a compartir con venezolanos, ya que participó con ellos en un equipo de softball en 2019. En ese mismo equipo, uno de los integrantes le dio a conocer de Vinotinto FC.
Ingresando al equipo en diciembre de 2019, este arquero, aunque apenas con unos meses en el proyecto, siente que aquello que hace especial al equipo es la integración, siendo el fútbol una enorme herramienta para lograr ese objetivo. Agradece el liderazgo Álvaro y Eudes, uno de los capitanes del plantel, por la oportunidad de estar en Vinotinto FC.
El crecimiento del equipo ha sido detenido por el partido más difícil que ha vivido el mundo: la pandemia de la covid-19. Fue en este momento cuando, en medio de tanta necesidad, Álvaro vio como la hermandad entre colombianos y venezolanos se hizo más grande. Codo a codo, junto con la ayuda de Colvez, se logró la entrega de ayudas a aquellos miembros del equipo que perdieron sus trabajos por la crisis.
Con sus jugadores encerrados en casa, Álvaro también se las ingenió para usar plataformas como ZOOM para continuar los entrenamientos. El apoyo de todo el plantel permitió crear el Vinotinto Training System, una rutina de ejercicios para sus jugadores.
Con el fin de las restricciones de movilidad, Vinotinto FC planean volver a los entrenamientos, aunque de forma individual en las canchas. Lo que más enorgullece a Álvaro es que, con su proyecto, pudo dar el gol más importante de todos: la integración entre dos naciones.
Por: Daniel José Galvis @danielgalvisj