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‘Colvenin’, la semilla del empoderamiento femenino entre migrantes y comunidad de acogida

Mujeres de la red ‘Unidas Somos Más’ del barrio Granjas de Provenza, donde trabajan para promover la cultura en los niños y el emprendimiento dentro de la comunidad a través de su negocio ‘Colvenin’ Sublimaciones Sin Fronteras. (Foto: Franz Rey / VANGUARDIA).
Mujeres de la red ‘Unidas Somos Más’ del barrio Granjas de Provenza, donde trabajan para promover la cultura en los niños y el emprendimiento dentro de la comunidad a través de su negocio ‘Colvenin’ Sublimaciones Sin Fronteras. (Foto: Franz Rey / VANGUARDIA).

‘Colvenin’ Sublimación Sin Fronteras” es un proyecto gestado por un grupo de mujeres del barrio Granjas de Provenza en Bucaramanga. Surgió como respuesta a la necesidad de generar ingresos para sus hogares y respaldar proyectos comunitarios.

Por María Paula Rincón Moreno, Vanguardia.

El 26 de mayo de 2023 marcó el lanzamiento de ‘Colvenin’, un emprendimiento colectivo impulsado por 14 mujeres, tanto migrantes como colombianas, todas determinadas a alcanzar la independencia económica. 

“La mayoría de nosotras somos madres y cabezas de hogar, por lo que la calidad del tiempo es muy importante. Además, vimos en el emprendimiento la oportunidad de autogestionar nuestros propios fondos para financiar nuestras iniciativas sociales”, comenta Claudia Patricia Hernández, una de las integrantes de este grupo que forma parte de la red ‘Unidas Somos Más’, donde han liderado diversas iniciativas en beneficio de la comunidad.

La mayoría de las integrantes de la red son madres amas de casa o cabezas de familia que han encontrado en el emprendimiento una manera de buscar un sustento económico. Una de sus metas es alcanzar la independencia económica. (Foto: Franz Rey / VANGUARDIA).
La mayoría de las integrantes de la red son madres amas de casa o cabezas de familia que han encontrado en el emprendimiento una manera de buscar un sustento económico. Una de sus metas es alcanzar la independencia económica. (Foto: Franz Rey / VANGUARDIA).

Todo comenzó con el apoyo de la organización JRS (Servicio Jesuita a Refugiados), que realizó un seguimiento de las habilidades de cada una de las integrantes. Según María Fernanda Hernández, una de las integrantes, “descubrimos que todas teníamos conocimientos de sublimación porque, en algún momento, habíamos tomado un curso sobre ello. Esto nos hizo ver que la sublimación podría ser un camino interesante”, recuerda.’ La sublimación es un proceso químico en el que una sustancia en estado sólido pasa al estado gaseoso o a la inversa, que se utiliza en la fabricación de plásticos.

Desde ese momento, la determinación y el trabajo en equipo las llevó a buscar una base sólida para iniciar su sueño. La misma organización que les inspiró también les donó una impresora plotter de corte, una termofijadora y un computador. Además, con el apoyo de la Alcaldía de Bucaramanga, lograron conseguir su primera máquina plana. 

Paralelamente, buscaron espacios de capacitación y aliados que las orientaran en el proceso de montar un emprendimiento. De esta experiencia, resaltan el respaldo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Ayudas en Acción, la Unión Europea y el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA).

A sus 66 años, Luz Marina Muñoz asegura: “No sabíamos que teníamos la capacidad de diseñar nuestra propia marca y nombre; el día que lo elegimos fue mágico”, evoca. ‘Colvenin’ resulta de la combinación de las palabras Colombia y Venezuela. A esto, le agregaron el lema ‘Sublimaciones Sin Fronteras’, que, aunque podría entenderse como una metáfora de la unión entre ambas nacionalidades, en realidad capta un deseo del equipo. “Queremos expandirnos más allá con el favor de Dios y que nuestros productos lleguen a otros países, por eso lo nombramos así”, indica Muñoz.

Innovación y unidad

La red está compuesta por 10 mujeres colombianas, entre retornadas y migrantes internas, y 4 mujeres venezolanas. (Foto: Franz Rey / VANGUARDIA).
La red está compuesta por 10 mujeres colombianas, entre retornadas y migrantes internas, y 4 mujeres venezolanas. (Foto: Franz Rey / VANGUARDIA).

El equipo de ‘Colvenin’ ha estructurado su negocio en áreas clave: producción, tesorería, diseño y manejo de redes sociales. Aunque cada área tiene una persona encargada, todas las integrantes participan activamente en la producción según las necesidades específicas de cada pedido. Esta flexibilidad y cooperación han sido esenciales para adaptarse y desarrollar nuevas habilidades. 

Los productos que ofrecen varían según la temporada e incluyen camisetas de poliéster estampadas, tazas personalizadas, termos, llaveros, cosmetiqueras, cartucheras, bolsos, gorras y, especialmente durante la temporada navideña, velas personalizadas —su producto estrella—, de las cuales vendieron 700 unidades en diciembre.Esa venta es la más grande que hemos tenido. Todas formamos parte del equipo de ventas, por lo que nos hemos dedicado a fortalecer el boca a boca y en WhatsApp cada una ha creado su propia clientela”, comenta Claudia Hernández.

Después de casi un año de trabajo, estos logros han permitido que ‘Colvenin’ se convierta en proveedor de diversas entidades, incluyendo algunas de las organizaciones que apoyaron su iniciativa. Ahora manejan pedidos significativos, como por ejemplo, hasta 70 bolsos estampados para eventos especiales.

Historias compartidas

‘Colvenin’ surge de la unión de 10 mujeres colombianas y 4 venezolanas, quienes comparten experiencias migratorias y comprenden las complejidades de dejar sus hogares en busca de nuevas oportunidades. Entre ellas, Claudia Hernández, María Fernanda Hernández y Julieth Gómez son colombianas que retornaron al país después de vivir en Italia, Estados Unidos y Venezuela, respectivamente. 

 ‘Colvenin’ ofrece una amplia variedad de productos que, según la temporada, se caracterizan por ser personalizados según los intereses del cliente. (Foto: Franz Rey / VANGUARDIA)
‘Colvenin’ ofrece una amplia variedad de productos que, según la temporada, se caracterizan por ser personalizados según los intereses del cliente. (Foto: Franz Rey / VANGUARDIA)

Yo salí de Colombia debido a la situación económica que enfrentamos mi esposo y yo. Migrar implica adaptarse y trabajar en lo que sea disponible, a menudo en empleos que nunca imaginaste tener. El proceso es muy duro, por lo que es invaluable encontrarse con personas que te ofrecen oportunidades”, recuerda Claudia Hernández.

Además, este grupo lo integran mujeres que han migrado de una ciudad a otra dentro del país, como Luz Marina Muñoz, originaria de Santa Marta y residente en Bucaramanga durante casi 20 años. Actualmente, es catequista en la iglesia de su comunidad e integrante de la red ‘Unidas Somos Más’. “En ‘Colvenin’ he aprendido mucho; todo aquí es valioso. Nos reunimos para crear, todas nos esforzamos por vender y buscamos maneras de mantener el emprendimiento a flote”, comenta la samaria.

A futuro, las fundadoras de ‘Colvenin’ sueñan con establecer un espacio propio que esté completamente equipado para las demandas del emprendimiento y que, eventualmente, la iniciativa crezca lo suficiente para ofrecer empleo a más personas dentro de la comunidad para llevar sus productos y su mensaje de unidad a otros espacios.