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Dos lideresas que trabajan por los derechos de la población afromigrante en la frontera

Betsy Acacio y Yolimar Portillo, lideresas afromigrantes, que trabajan por proteger el orgullo de su raza y nacionalidad.
Betsy Acacio y Yolimar Portillo, lideresas afromigrantes, que trabajan por proteger el orgullo de su raza y nacionalidad.

Betsy Acacio y Yolimar Portillo son dos mujeres afro que buscan fortalecer el orgullo por su raza y nacionalidad venezolana en una comunidad que enfrenta diferentes factores de discriminación.

Por La Opinión.

Más del 98% de las personas afro que viven en Norte de Santander han llegado de Venezuela. Esto hace que la protección de la pobración migrante afro en el departamento sea prioritaria.

Betsy Acacio y Yolimar Portillo son dos lideresas que rescatan el orgullo afro en la comunidad migrante.

A pesar de que ser mujeres, migrantes y afro significa para ellas tener tres factores que hacen más propicias las situaciones de discriminación y violencia, las dos han encontrado, a través del trabajo de las fundaciones que cada una de ellas puso en marcha, que la unidad hace la fuerza cuando se trata de población afromigrante.

Betsy Acacio: la unión entre la migración y el orgullo afro

Betsy Acacio conformó la organización Mujeres Activas Positivas, que ayuda a mujeres migrantes y afro en su proceso de inclusión social.
Su organización representa una oportunidad de crecimiento económico para Cúcuta y Norte de Santander.

Todo comenzó a muy temprana edad cuando, desde su entorno, Betsy Acacio, una mujer carismática y alegre al hablar, notó las carencias que tenían las personas que la rodeaban. En ese entonces Betsy estaba en Venezuela, donde nació, y desarrolló su amor por el trabajo comunitario. 

Al principio, al observar la desinformación que había sobre distintos temas que afectaban a las personas para el acceso a sus derechos, inició una labor de aprendizaje y gestión para que, las personas, supieran lo que merecían para llevar una vida sin riesgos y de calidad. 

Con los años, la unión e inclusión se convirtieron en unas de las herramientas que ella llama “fundamentales para lograr un cambio” y, desde entonces, no ha dejado de movilizar esfuerzos y ganas para que, más personas, se unan a la causa y ayuden a otros a garantizar el acceso a los derechos de las personas que se encuentran en condición de vulnerabilidad.

“En mi país era líder y la experiencia me ayudó a apoyar a muchas personas que me necesitaban, porque si no nos coordinamos, no nos unimos y hacemos el trabajo, habría muchas personas con desconocimiento”, explica Betsy, sobre las razones que la llevaron a escoger este camino tan desinteresado y servicial en su vida. 

Actualmente, vive en la ciudad de Cúcuta junto con sus dos hijas, de las cuales se siente sumamente orgullosa, ya que iniciaron su proceso de movilidad humana antes que ella, llegando a Colombia, en donde luego la recibieron a ella con los brazos abiertos. 

Con sus hijas tomó la decisión de cursar juntas y culminar sus estudios como bachilleres, meta que concluyeron y ahora las lleva a pensarse nuevos proyectos de vida. 

Para ella es una emoción muy grande fortalecer sus lazos familiares, en especial, con sus hijas, luego de estar separada de ellas por tanto tiempo y encontrarlas, a su llegada a Colombia, cambiadas por el efecto que la migración tuvo sobre ellas. Estos cambios, dice, los ve reflejados en las virtudes de unas mujeres resilientes y llenas de talentos, con los cuales aportan al desarrollo de la región. 

Su enfoque va dirigido especialmente a mujeres, migrantes y personas afrodescendientes. 

Para Betsy es fundamental que las mujeres afromigrantes no se sientan discriminadas, pues enfatiza que al contar con estas tres características (mujeres, migrantes y afro) son más propensas a incrementarse las violencias y la exacerbación de mensajes xenófobos en su contra.   

Esta venezolana conformó a la organización que hoy lidera: Mujeres Activas Positivas, por el apoyo que le dieron las mujeres de otras organizaciones. 

“Cuando llegué, conocí a una líder que le dije que yo quería pertenecer allí, porque me gustaba y conocía el trabajo, ella me dijo demuéstramelo y realmente se lo he demostrado con cuatro años que llevo acá, donde gracias al entusiasmo y la oportunidad que ella me dio, he estado acá, capacitándome con muchas organizaciones que me llevaron a tener mi propia organización de mujeres”, señala sobre la forma en que consolidó su organización, con la cual brinda apoyo a las mujeres en diversas condiciones, sobre todo en contextos de violencias. 

Pero, además, Mujeres Activas Positivas trabaja por el resto de las poblaciones que busquen una mano amiga, sin discriminación alguna. 

Betsy realizó un estudio técnico sobre primera infancia ofertado por el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y, gracias a este, diversificó su enfoque para trabajar con niños, niñas y adolescentes. Especialmente, brinda acompañamiento a las mujeres que son madres o que están en proceso de gestación, teniendo en cuenta que esta es una etapa fundamental para el desarrollo del bebé y de la nueva madre.

Su liderazgo es una apuesta para incluir e integrar a más personas, que al igual que ella salieron de su país en busca de nuevos horizontes y hoy representan una oportunidad de crecimiento, tanto económica como social, para Norte de Santander, especialmente para Cúcuta, ciudad que la cobija.

Yolimar Portillo, la afromigrante que impulsa la integración en la frontera

Una de sus banderas es la visibilización del concepto afromigrante, por la importancia de reafirmar la identidad de los afrodescendientes y dar cuenta de las violencias que han sufrido.
Una de las banderas de Yolimar Portillo es la visibilización del concepto afromigrante, para reafirmar su identidad como venezolanos afro.

Nacida en San Cristóbal, Venezuela, Yolimar Portillo migró hacia Colombia en 2015 tras la crisis política, social y económica que atravesaba su país, en ese momento. Esta situación impedía que Yolimar se visualizara a futuro dentro del territorio que siempre había habitado y que la vio nacer. 

Actualmente, reside en Cúcuta junto con su familia, la cual se siente muy bendecida de estar junto a ella en el país que le abrió las puertas y le permitió ser representante legal de su propia organización sin ánimos de lucro (Banderas Unidas), con la que ayuda a personas que igual que ella debió salir de su país en busca de mejores oportunidades. 

Banderas Unidas es una hija del esfuerzo que Yolimar le ha puesto al seguimiento de su carrera, para contribuir a la restitución y defensa de los derechos humanos de las personas migrantes, retornadas, víctimas del conflicto armado y de la población de acogida. 

En esta organización, Yolimar se ha concentrado en trabajar con mujeres víctimas de Violencias Basadas en Género (VBG), de racismo y de xenofobia. 

Esta mujer venezolana recibió el título de Conciliación para la equidad, por el Ministerio de Justicia. Con este conocimiento busca replicar su conocimiento para acompañar y visibilizar las diferentes rutas existentes, a las personas que presentan necesidades y logren tener acceso a todos sus derechos, independientemente de su color de piel o estatus migratorio.  

Una de sus banderas más importantes, es la visibilización del concepto “afromigrante”, pues ella, como parte de esa comunidad, manifiesta la importancia de que más personas se familiaricen con el término y entiendan las violencias que viven estas personas de manera diferencial teniendo en cuenta tanto su identidad como afrodescendientes, simultáneamente a sus procesos de movilidad humana, en especial cuando se trata de mujeres, lo que coloca a la persona en un grado más alto de vulnerabilidad. 

“Es un orgullo para mí tener este hermoso color, este legado, y es importante que nuestros hijos sepan lo bonito de esta identidad y conozcan sus raíces, porque ser afro y migrante a la vez, nos hace visibilizar la diversidad, llevarla a diferentes partes del mundo y no hay que olvidarlo, hay que salvaguardar nuestra tradición” señaló la lideresa. 

Aunque ella no realiza los procesos de acompañamiento como tal dentro de su organización, sí cuenta con una red aliada que le permite tener acceso a las herramientas tanto de capacitación para seguir formándose, como el apoyo necesario para poder dirigir a las personas hacia la ruta necesaria para mejorar su situación.

Además, comenta que ser migrante no es fácil, pero que como en su caso, es una muestra de resiliencia que la ayuda a pararse todos los días y que además inspira a más personas a no solo velar por su bienestar, sino por muchas más personas para hacer de este mundo un poco más amable y menos discriminatorio.

Con respecto a lo último, desde su labor ha dirigido dinámicas, talleres y actividades de incidencia en las comunidades para fomentar la tolerancia desde el respeto por la diferencia, entendiendo la riqueza de la diversidad.

Esto es “una oportunidad para fortalecer las dinámicas de una región que siempre ha tenido la migración y las actividades propias de un territorio transfronterizo, presentes en su día a día y que hacen de este un espacio único”, que debe seguir siendo el epicentro de la cohesión social, tal como lo explica la lideresa.  

Para ella ha significado un reto ser la representante legal de su organización. Sin embargo, ha dedicado gran parte de su trabajo a la caracterización y apoyo de estas poblaciones en condición de vulnerabilidad. 

Yolimar ve en este proceso su gran compromiso y responsabilidad, pero también ha sido testigo de los grandes triunfos que se logran cuando se brinda apoyo de forma desinteresada a quien lo necesita. 

Para ella y su equipo el servicio que se brinda en Banderas Unidas debe ser el mejor, para que las personas que pasan por la fundación queden impregnadas y marcadas con la buena vibra en su proceso de migración o retorno.  

Banderas Unidas tiene cinco años velando por los derechos de las personas vulnerables en la frontera colombovenezolana. 

La historia de Yolimar, al igual que la de muchas mujeres venezolanas lideresas en Cúcuta, ha estado signada por procesos de resiliencia y superación de adversidades. Ellas han marcado un precedente en las comunidades de acogida, no solo en la frontera, sino en Colombia. 

Trabajar por apoyar la integración de sus coterráneos las mueve, y son ellas el reflejo de que se pueden lograr grandes cosas, desde la empatía y sobre todo la no discriminación, dado que como menciona Yolimar, “es una limitante para construir y solo destruye”, lo cual “no permite el progreso y desarrollo como sociedad multicultural y diversa”. 

De esa forma, y con la sonrisa que la caracteriza, menciona que siempre se levanta agradecida con dios, por ayudarla y darle la fortaleza para ayudar, palabra y obra que ha convertido en su propósito de vida, y que espera seguir cultivando en otras mujeres. 

Norte de Santander, el departamento con más afrovenezolanos

Según el más reciente informe del Observatorio de Migraciones, Migrantes y Movilidad Humana de Migración Colombia, publicado en el mes de mayo, es en el departamento de Norte de Santander donde está radicada casi toda la población que se reconoció como afrovenezolana, en la encuesta del Registro Único de Migrantes Venezolanos (RUMV). Los datos de la encuesta muestran que 6.869 migrantes afrovenezolanos habían indicado que residen en ese departamento, una cantidad equivalente al 98,37% de las 6.983 personas negras, mulatas o afrocolombianas que el DANE estima que se encontraban en el departamento en 2024.

Para los afromigrantes es fundamental que, personas como Betsy, continúen levantando la bandera que representa sus necesidades e intereses para ser visibilizados, en especial, para mujeres que viven en condiciones que afectan su integridad tanto física como psicológica, a raíz de las violencias a las cuales se ven expuestas día a día, producto de la intolerancia y de la condición de vulnerabilidad a la que están expuestas.