En los rostros de la personas que por aquí pasan no hay sonrisas. Hay ojos llorosos, caras pálidas, cabellos recogidos y unas gotas de sudor corriendo por sus cachetes. Mujeres indígenas de piel morena y sus tradicionales mantas. Otras mujeres y hombres en jeans, camisetas y tenis.
En La Guajira no se diferencian colombianos y venezolanos. Pero sí se reconoce a las personas que huyen de Venezuela para quedarse en Colombia por las maletas que llevan en carretillas o en los coches de los niños. Otras personas que solo están de paso, tienen canastas o bolsas pequeñas. Llevan frutas, verduras, harina y agua. “Nos toca comprarlo acá, en Colombia, porque en Venezuela no hay nada para comer”; dijo María al pasar por la frontera.
En Colombia existen muchos pasos fronterizos entre ambos países. Uno de ellos está en Paraguachón, corregimiento de Maicao, en La Guajira, que también hace parte de territorio Venezolano.
Colombianos y venezolanos que caminan a diario en el paso fronterizo La Raya. | © Zharick Alvear Quintero y Maria Camila Correa
Para llegar a este paso hay dos caminos. El de la izquierda es para pasar por trocha, donde van carros cargados con más de 10 cosas en el techo y un baúl que no cierra por las maletas. También llevan sobrecupo de personas.
Aunque se llamen igual, el lado venezolano es diferente al colombiano. El camino de enfrente es para hacer el paso legalmente. Unas 100 personas en motos esperan antes de unas vallas de migración y ofrecen viajes a Venezuela por trochas o a Colombia en 10 mil pesos. Hasta ahí está permitido el ingreso de los autos o de las motos. Además, hay niños y adultos que ofrecen gasolina en 27 mil pesos y se pelean a los compradores.
Al pasar las primeras vallas, a la derecha, está el Punto de Control Migratorio Terrestre Colombiano. Tiene una entrada para personas extranjeras y otra para colombianos. Al frente está un Punto de Atención y Orientación (PAO), del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Allí, un letrero despide a quienes salen de territorio colombiano: desea un buen viaje y pronto regreso.
Del lado izquierdo hay un comedor comunitario. La comida es gratis, pero hay una fila muy larga de personas esperando para entrar. En la entrada dos hombres del ejército controlando el paso. El único privilegio es el paso rápido para personas que llegan por primera vez. Al lado del comedor está un puesto de la Cruz Roja. Tres mujeres atendiendo a las personas que se acercan. Un señor acostado en una camilla y una mujer al lado de él. Tienen implementos médicos y neveras con medicinas. Hay unas sillas en donde esperan los pacientes y una fila para ser atendidos.
Al llegar a Colombia para la mayoría de los migrantes es importante conseguir alimentos y un lugar para refugiarse. | © Zharick Alvear Quintero y Maria Camila Correa
Mujeres jóvenes y niñas que llevan en sus brazos bebés en pañales. Todos bajo un gran árbol que da buena sombra. Se sientan en la arena o piedras que ahí están. Una mujer indígena le cambia los pañales a su bebé en un bicitaxi.
El cielo está bastante nublado. Hay pocos árboles. En territorio colombiano hay una “C” grande, le sigue un asta con la bandera de colores amarillo, azul y rojo. La carretera se cierra con unas vallas de Migración Colombia. El paso es regular. No hay policías, ni está la aduana revisando pasaportes. Después de cruzar a territorio colombiano se llega a la Tierra de nadie, se le llama así porque está entre los dos territorios, ese espacio no es ni de Colombia ni de Venezuela. Es pequeño y está al aire libre, son como 10 metros. Se llega a región venezolana cuando se cruza la “V” grande que está en frente de un asta con la bandera de colores amarillo, azul y rojo, pero que se diferencia por sus estrellas blancas en el color azul.
La Raya le llaman al paso de la frontera colombo-venezolana. Este cualitativo porque es solo una línea que divide a los dos países.
Familias están de este lado vendiendo helados y comida de bolsa. Hay niños solos pidiendo monedas. Unas pequeñas chozas son el espacio donde se ubican los cambistas. Tienen fajos encima de las mesas, billetes de 500, 200 y 100 bolívares. Los bolívares han perdido su valor. Dos mil bolívares que representan la mitad del salario mínimo en Venezuela puedes obtenerlos por dos mil pesos colombianos. Don Juan es quien tiene el negocio más grande de cambio en la frontera. Dejó que se le tomaran fotos a los billetes, pero no a él. Su trabajo es ilegal. Otras carpas tienen negocios de empanadas y arepas.
En Venezuela hay una pancarta muy grande con fotos de Chávez y Maduro. Junto a la imagen se lee: “Bienvenidos a la República Bolivariana de Venezuela. Hermanos fuimos, somos y seremos siempre. Pido a Dios y al padre Bolívar que nos lleve por el camino de la hermandad. Que no haya fuerza alguna que impida que nuestras relaciones bilaterales se fortalezcan.”
Vaya que recibe a las personas que cruzan hacia el país venezolano | © Zharick Alvear Quintero y Maria Camila Correa
Al lado de la pancarta hay un terreno que parece fue una gasolinera, pero que ahora está lleno de monte y sin tanques. Del lado izquierdo hay una casa grande que arrienda habitaciones por día. Detrás de la casa está un parqueadero como de una hectárea de tierra lleno de autos.
Para seguir el camino, el paso es descongestionado. El problema está en territorio venezolano, Paraguachón, Venezuela. Las vallas de Migración Venezuela no son tan fáciles de pasar como las de Colombia. Hay unos 10 guardias venezolanos revisando el acceso y la salida de quienes pasan. A ese punto es recomendable no pasar si no vas a viajar. Los guardias son impetuosos.
La Raya le llaman al paso de la frontera colombo-venezolana. Este cualitativo porque es solo una línea que divide a los dos países. Muchos venezolanos y colombianos pasan la frontera a diario por trocha o por los puntos de migración. Algunos para buscar comida y devolverse a Venezuela y otros para comenzar una vida en Colombia, con la esperanza de regresar algún día a su país.
Esta crónica es el resultado del Encuentro de comunicación sobre migración mixta, realizado por Acnur y el Proyecto Migración Venezuela en Barranquilla, los días 9, 23 y 30 de marzo de 2019. El encuentro contó con el apoyo de Vokaribe Radio y con la tutoría del periodista Ángel Unfried. El texto fue escrito por Zharick Alvear y Maria Camila Correa, estudiantes de la Universidad del Norte.
Por: Zharick Alvear y Maria Camila Correa