Daniel Solórzano llegó a la música porque se le acabó la materia prima para hacer pan. Ahora quiere llegar a la televisión, con una imitación de Julio Jaramillo.
Por Diliver Uzcátegui – Periodista Te lo Cuento News
Daniel Solórzano es un venezolano oriundo de Maracay al se le puede encontrar, al transitar por el centro de la ciudad de Cúcuta, con un micrófono en mano, deleitando con su voz a los transeúntes, a cambio de unas monedas que le permitan sobrevivir el día a día.
En Venezuela, Daniel se ganaba la vida haciendo pan, pero al faltar la materia prima, tuvo, como muchos, que reinventarse una y otra vez, para intentar sobrevivir en su país, tratando de mantenerse en casa y no emigrar.
“Primero faltó la mantequilla, luego la azúcar, seguidamente la leche, la harina y así poco a poco nos preguntábamos cómo podremos sustituir esto por aquello para seguir produciendo el pan, hasta que sencillamente no había con que hacer nada, pero igual tenía que alimentar a mi familia. Así que decidí, con mucho dolor, salir a la calle a vender lo que se pudiera vender, pero entonces hasta el dinero se acabó en un país petrolero”.
Cuenta Daniel que el vender en la calle, le sirvió para perder el miedo escénico, aprender a interactuar con las personas y adivinar que posible reacción tendría al tratar de venderles algo. Fue así como incluso comenzó a cantarles para vender y uno de estos clientes le dijo que debía seguir cantando como oficio, y luego otro, y otro más, hasta convencerlo… ¿Y por qué no? Se dijo.
“Yo solo cantaba por hobby, un poco por animar a los amigos o sencillamente para sacar de mí esas penas que nunca faltan. Jamás me imaginé ganarme la vida cantando, pero ante la insistencia de la gente que lo probará como oficio me animé a hacerlo y ya tengo años en esto”.
Cuánto puede ganar Daniel al día cantando en la calle, depende de la buena providencia y generoso corazón del público que le toque. En un día bueno se puede hacer entre 70 a 80 mil pesos que le permiten escasamente mantenerse y ayudar a su familia que quedó en Venezuela.
El sueño de Solórzano, es reunir dinero para costearse el viaje para la ciudad de Bogotá y allí hacer una audición en un programa de talento de la televisión colombiana, imitando al cantante y compositor ecuatoriano, Julio Jaramillo.
“Quiero probar suerte cantando: Rondando tu esquina, Nuestro juramento, Ódiame, Niégalo todo, entre otras canciones de mi repertorio del gran maestro Jaramillo. Quiero probar suerte ante ese panel de jurados, representando con mi voz a mi país, erizar a Amparo Grisales y consolidar mi carrera como artista”.
Daniel tiene 5 años viviendo de su voz y la suerte en la calle. Él se considera resiliente. “Todo lo sucedido en Venezuela, lo que he vivido fuera de ella. Eso que otros llaman problemas, yo he aprendido a verlo como oportunidades para retarme y redescubrirme en aspectos que ni yo mismo me había plateado. No te niego que a veces me he sentido desamparado, pero nunca he perdido mi brújula, cuando siento que me falta aliento, pienso en mi gente y su confianza en mí”.
Para Daniel Solórzano, la música no solo es su fuente de ingreso, también es lo que le ofrece sustento emocional y motivación para mantenerse en pie cuando todo parece ir mal. “Yo creo que cuando uno tiene un sueño, debe defenderlo incluso de las dudas que uno mismo pueda tener. No obstante, también debe saber nutrir ese sueño con trabajo y esfuerzo para conseguirlo. Nada se dará solo con desearlo, hay que caminar hacia esa meta y hacerlo con paso firme, aunque sea con muleta”.