En busca de nuevas oportunidades, Adry Nataly Marín salió de Caracas y halló en Bogotá el terreno abonado para sembrar sus sueños como cantante.
Por Janett Heredia – Periodista Te lo Cuento News
¡Retumba recio el joropo en Bogotá! Haciendo honor a su nombre, la agrupación Llamarada enciende desde una tarima el sentir de dos naciones que abrazan la música llanera como expresión cultural entre tantas cosas compartidas.
Llamarada es un quinteto integrado por cuatro damas colombianas en la ejecución de los instrumentos y que tiene como vocalista a una migrante venezolana, quien protagoniza esta historia.
Adry Nataly Marín cruzó la frontera en julio de 2019 buscando nuevas oportunidades en el ámbito artístico. “Me he topado con gente muy buena dentro de este territorio y eso ha hecho que mi estadía en Colombia sea muy grata”.
Abandonó Caracas justo cuando acababa de completar los requisitos académicos para graduarse en la carrera de Comunicación Social. Actualmente, trabaja por su cuenta en el área de producción audiovisual, así como diseño gráfico; pero solo de lunes a jueves, porque los fines de semana los dedica íntegros a compartir su talento vocal en eventos, restaurantes o fiestas privadas.
Con mucho ajetreo y casi sin tiempo libre, refiere que la vida del artista es un tanto compleja; “pero como uno la ama tanto se la disfruta y no siente que sea un trabajo, más bien es una necesidad el poder interpretar y así esté muy cansada al llegar a casa la recompensa de saber que hice mucha música, que la hice de corazón, es muy gratificante”.
Cómo no extrañar
Adaptarse a una nueva vida en otra tierra no le ha resultado tan difícil. Adry Nataly lo atribuye a que el país que le ha recibido tiene innumerables aspectos en común con su patria. “Compartimos muchas cosas entre venezolanos y colombianos, sobre todo en el ámbito cultural”; entre ellas el joropo, género musical en el que nuestra cantante desea desarrollar su trayectoria artística.
No obstante, extrañar es inevitable; sobre todo cuando se trata del calor del hogar y la cercanía con los seres amados. “Uno sale a buscar nuevas cosas. Sin embargo, no deja de tener esa necesidad de estar con sus padres”.
En la distancia surgen otros parámetros –explica– en la valoración de esos seres que nos dieron la vida. Aquella arepita servida en la mesa por Belkys Martínez, su mamá; un regaño de José Marín, su papá… Hasta los detalles más mínimos adquieren otro sentido y mayor importancia.
No obstante, la nostalgia por el abrazo familiar encuentra alivio en el intercambio con otros parientes que también forman parte de la diáspora. En el caso de Adry Nataly, a su llegada a Colombia se reencontró con unas ocho personas, entre hermanos, tíos y primos. “Unos ya se han movido a otros lugares”.
Al son que le toquen
Como las antiguas rocolas, Adry Nataly regala a su audiencia las canciones que le pidan de su propia inspiración y también de otros autores.
Canta desde que contaba seis años, así que su interpretación fluye con naturalidad y armonía en salsa, merengue, baladas o rancheras. Ni hablar de los boleros, con los que arrancaba suspiros cuando era niña.
Hasta reggaeton ha tenido que cantar y, aun cuando no le ha resultado tan sencillo, ha puesto su mejor disposición para encarar los retos que se le ponen por delante “buscando una manera de surgir”.
Destaca que es esa la esencia de los venezolanos. “No quedarse parados aguantando ciertas circunstancias, sino echar pa’lante… Sí, es verdad que de Venezuela ha salido gente que quizás no hace el bien; pero somos más los venezolanos que queremos hacer cosas buenas donde nos encontremos”. Actualmente, radicada en Cajicá, Cundinamarca, Adry Nataly aspira consolidar su carrera musical a través de la música llanera.
