Los platillos más populares de Tepuy Restaurante son la cachapa, el pabellón y las arepas rellenas. Un esfuerzo de cinco años, que en el comienzo estuvo a punto de quebrar.
Angélica Antía Azuaje – Periodista de Te lo Cuento News
Wilhem Ardila y su esposa Yenifer Calle son una pareja venezolana dueños de Tepuy Restaurante en Medellín. Llegaron a Colombia en diciembre del 2017. Gracias a la insistencia de su esposa, él decidió estudiar gastronomía, “así tendríamos un oficio con el cual defendernos en cualquier parte del mundo a donde decidiéramos emigrar”, afirma Wilhem.
Los padres de Yenifer son de Medellín, pero habían emigrado a Venezuela hace 38 años y allá hicieron familia. Las circunstancias de la vida hicieron que se devolvieran a su tierra natal, por consiguiente, la ciudad de la eterna primavera se convirtió nuevamente en ese lugar de acogida no solo para sus padres sino también para la pareja.
“Abrimos Tepuy el 15 de abril del 2018. El comienzo fue bastante difícil. Es más, estuvimos a un paso de quebrar. Pero nos empeñamos en sacar el negocio adelante. Realmente fuimos muy persistentes y le metimos el todo por el todo, aparte que desde el primer momento le tomamos un amor inexplicable a Tepuy Restaurante”, destaca Yenifer.
El nombre del restaurante es una alusión a los Tepuyes, las mesas de montaña que se encuentran en el sur de Venezuela. Y así es también la comida de Tepuy, una verdadera muestra de la gastronomía tradicional venezolana que se ha convertido en una de las más populares de Medellín.
Wilhem narra que al principio era simplemente un restaurante, pero luego se convirtió en un proyecto muy hermoso. “La cocina venezolana es muy rica en sabores y aromas únicos, gracias a su mezcla de influencias indígenas, africanas y europeas. No te miento, veíamos como nuestros paisanos literalmente lloraban probando y recordando sus vivencias personales y eso nos llenaba de entusiasmo, cada día más teníamos más ganas de seguir”.
La pareja se daba cuenta de que el restaurante era de otro nivel. “Éramos una completa experiencia de cultura y cocina venezolana. A los venezolanos los transportábamos a sus vivencias y a los colombianos les enseñábamos un poco más de lo que no conocían”, agrega.
La respuesta de los colombianos hacia su comida ha sido excelente. “Les encantan nuestros sabores tradicionales, de alguna manera son muy similares a los suyos”, sostiene Wilhem.
Los platillos más populares de su restaurante Tepuy son la cachapa, el pabellón y las arepas rellenas. “Dicho por nuestros comensales a quienes les provocan comerse la carta entera”.
Ante la pregunta de ¿Qué es lo que hace que un plato del menú sea especial? Wilhem responde de inmediato: “Cada platillo tiene una historia que genera un sentimiento de nostalgia y alegría”.
Al inicio tuvieron que adaptar algunas de las recetas a los ingredientes disponibles en Colombia. “Era toda una odisea, muchos nombres son diferentes y otros simplemente no se conseguían, tales como los ajíes y el queso de mano, así que no lográbamos que los sabores fueran exactamente iguales. Teníamos que hacer variaciones, pero al pasar de los meses fuimos consiguiendo proveedores y empezamos a elaborar nosotros mismos nuestros propios quesos y panes, hasta lograr la auténtica comida venezolana”.
Con la migración en masa que recibió Colombia también llegaron proveedores de alimentos, ingredientes y especies que suelen consumir los venezolanos.
“Nuestros comensales compatriotas son nuestros más grandes críticos, y de verdad tratamos de escucharlos para mejorar. Todo esto ha hecho que Tepuy Restaurante sea la auténtica culinaria criolla”, afirma Wilhem.
A los migrantes venezolanos que quieren emprender un negocio en otro país les recomienda que crean “fielmente en sus proyectos, sin importar la opinión de los demás. Lo importante es hacer los sacrificios que se tengan que hacer y aprender a tener un buen manejo del dinero”.
Como prueba de que tienen sus resultados sacrificios, Wilhem cuenta que apenas hace un mes abrieron otro establecimiento en el municipio de Envigado, ubicado en el sur del valle de Aburrá. “Estamos muy emocionados. De verdad que lograr una de tantas metas nos llena de mucho orgullo, pues pensamos que es el principio de nuestra expansión”.
En cuanto a la experiencia de trabajar en pareja y ser emprendedores al mismo tiempo, Wilhem señala que ha sido un tema un poco delicado porque es complejo trabajar día y noche con alguien que representa el amor. Sin embargo, le da gracias a Dios porque siempre la afinidad conyugal se ha sobrepuesto a cualquier adversidad.
“Al final sabemos que juntos somos un complemento y hasta creemos que solos nunca hubiéramos llegado a lo que hoy en día es nuestra pequeña embajada”.
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