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Tres países en ocho años: migrar con lo que se puede llevar en la maleta

Como muchos venezolanos, Eliécer Aché ha tenido que sortear pacientemente el rechazo y la xenofobia, sin embargo, eso no es obstáculo para planificar un nuevo destino./Foto Cortesía
Como muchos venezolanos, Eliécer Aché ha tenido que sortear pacientemente el rechazo y la xenofobia, sin embargo, eso no es obstáculo para planificar un nuevo destino./Foto Cortesía

Eliécer Aché, licenciado en letras, ha sido encuestador, profesor de inglés, cocinero, lavaplatos, repartidor de comida, aseador y muchas cosas más, en medio de su errancia continua.

Por Nora Sánchez – Periodista Te Lo Cuento News 

Ecuador, Estados Unidos y Chile son los países en los cuales ha vivido Eliécer Aché Sánchez en los últimos ocho años.

Eliécer, un venezolano de 34 años de edad, licenciado en Letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV) se desempeñó como corrector de estilo en diarios como Correo del Orinoco y el Sol de Maturín.

En 2015 decidió migrar, más por aventura que por la crisis económica y social que vive el país, aunque la inseguridad sí tuvo que ver con su decisión.

Desde entonces, se ha desempeñado como encuestador, profesor de inglés, cocinero, dishwasher (lavaplatos), repartidor de comida, en logística de una empresa distribuidora de autopartes, aseador de un edificio y actualmente empaqueta tornillos en una empresa que fabrica y distribuye cerraduras en Chile.

En paralelo, este licenciado en Letras se capacita en programación, conocimiento al cual espera sacarle el mayor provecho optando en su momento a un empleo en esa área.

Sin apegos pero con la maleta

Eliécer se define como un migrante de oficio. Sí, así como se lee. Por extraño que parezca, le gustan las despedidas, le gusta irse. “No sé si tengo algo de escapismo, pero me gusta irme de los lugares, ya sea que me haya ido bien o mal”.

Su deseo de migrar y de irse de un lugar lo llama hambre, en un buen sentido de la palabra: hambre, de irse a otros lugares, de conocer cosas nuevas.

Eliécer y su pareja migran con la maleta llena solo con lo básico, viven en apartamentos o viviendas que estén amobladas con todo lo necesario, no compran nevera, cocina, lavadora ni televisor, lo que les facilita emprender una nueva migración, pues no tiene objetos que vender o regalar y mucho menos apegos.

“Sólo busco lugares donde pueda vivir sin tener que comprar cosas”, dice.

Migrar es la vida 

Las finanzas son otra enseñanza de la migración continua que resalta Eliécer Aché, “el hecho de poder saber a dónde va tu dinero en el país de acogida se convirtió en una especie de pasión para mí”, asegura, hilando otro consejo como el de la edad, porque para él la edad no debe ser restricción para migrar.

Investigar sobre el país de acogida, las oportunidades, la vivienda, documentarse, planificar, no creer todo lo que te dicen, no dejar nada al azar, forman parte de la experiencia y consejos de Eliécer para estar en movimiento, sabe que la migración no acabará en el mundo, pero si reflexiona que la movilidad humana a futuro -y no muy lejano- será en parte por el cambio climático.

“Todo se resume a migrar sin desesperarse, migrar no te soluciona los problemas, migrar es el inicio de otro problema que es la vida y la vida hay que vivirla”, dice Eliécer, quien ahora se encuentra en una disyuntiva al definir el país que será su próximo destino.

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