Beatriz Paredes y Sophia Rivero trabajan en una tienda de barrio en Medellín. Ambas son venezolanas. Beatriz, enfermera, y Sophia dejó sus estudios de enfermería. Quieren retomar sus sueños, pero lo primero es sobrevivir.
Nora Sánchez, Te lo Cuento News
Ambas dejaron sus carreras por motivos económicos. Les tocó reinventarse para sobrevivir, pero la esperanza de volver a desempeñarse en lo que hacían en Venezuela no la han perdido.
Beatriz es de Mérida, tiene 34 años y de profesión Licenciada en Enfermería y Técnico Superior Universitario (TSU) en Asistente de Farmacia. Sophia es más joven, apenas cuenta con 23 años, estudiaba en Barquisimeto, estado Lara y dejó sus estudios de Ingeniería en Sistemas porque su familia no podía costearle la carrera.
Ambas jóvenes tienen un lustro en Colombia, comparten labores con otras chicas venezolanas en una tienda muy concurrida, todas se han reinventado porque no ejercen su profesión y mucho menos han podido estudiar, pues el dinero no abunda ni para homologar los títulos ni mucho menos para pagar una carrera universitaria.
Y si bien es cierto que esos impedimentos les han generado frustración en algún momento de sus vidas, ellas están decididas a permanecer en este país y en el empleo que tienen ahora. Ya más adelante verán otras oportunidades o si pueden llegar a desempañarse en lo que hacían en Venezuela.
La actitud genera felicidad
Beatriz y Sophia se enfocaron en atención al cliente, son muy dinámicas, risueñas y se sienten a gusto con lo que hacen, “Medellín es una ciudad muy amañadora y su gente también”, dice Sophia, quien no descarta poder insertarse en el sistema educativo superior y titularse como ingeniera.
Por su parte, Beatriz insiste en que se debe luchar y destacarse en el oficio o trabajo que desempeñe, “hay que trabajar en lo que salga, porque ¿de qué se va a vivir?, toca amoldarse y seguir adelante”, dice con optimismo y sacando cuentas para proponerse ahorrar y convalidar sus títulos.