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Superar los escollos aferrados al valor de la amistad

La empatía sentó las bases de una relación de apoyo mutuo entre Yormalis y Oriana.
La empatía sentó las bases de una relación de apoyo mutuo entre Yormalis y Oriana.

Yormalis y Oriana se conocieron vendiendo en la vía pública. Las pruebas que han enfrentado lejos de casa las han convertido en “hermanas de la calle”.

Por Janett Heredia – Periodista Te lo Cuento News 

Empujar todas las mañanas una pesada carretilla hasta un punto de la avenida. Armar una estructura en la acera para exhibir la mercancía. Instalarse ahí aguantando sol o lluvia. Al llegar la noche, desmontar el puesto y “carretearlo” otra vez a casa.

Ese trajín es lo de menos. La rutina de los vendedores informales conlleva el estrés de saberse expuestos a ser vulnerados en medio de cualquier eventualidad, porque permanecen a la intemperie en plena vía pública. 

Yormalis Aparicio y Oriana Plaza son dos mujeres de las muchas que se han visto obligadas por las circunstancias a ganarse la vida de esta manera. La primera tiene un punto de hidratación y golosinas. La segunda ofrece accesorios para vestir.

Se veían todos los días en su lugar de trabajo; la avenida “Pedro de Heredia” en Cartagena de Indias, Colombia. Bastó que cruzaran un saludo para que cada una se percatara de que la otra era venezolana. Allí nació la relación mediante la cual se definen mutuamente como “hermanas de la calle”.

Sardinas en Navidad 

De trabajar en un comedor industrial, en Venezuela, Yormalis pasó al comercio informal en Colombia.

Su “rebusque” abarca también la venta de prendas de acero, así como de postres que ha aprendido a elaborar en cuanto curso ha podido participar, mientras su esposo trabaja en una tienda de tecnología.

Cuando bajan las ventas, los ingresos tienden a diluirse en el pago de arriendo y servicios. Hay familias que sacrifican una de las tres comidas diarias. Pero esa no es la opción cuando hay niños de por medio. Yormalis, como muchas madres, en ocasiones ha pretendido “engañar” a su estómago con un bocado para  reservar a sus hijos la porción alimenticia que tenga disponible.

Bajo tales circunstancias, como si fuera adivina, en una oportunidad Oriana apareció sin avisar con un recipiente de sopa para compartir. “Cuando la vi me puse a llorar”.

Un 24 de diciembre, en medio del ajetreo laboral, a Yormalis le dieron las 5:00 de la tarde sin almorzar. Oriana ofreció llevarle algo de comer. –“¿Qué me va a estar trayendo a esta hora?”–, pensaba. Hasta que la vio regresar con una vianda. En esa improvisada cena de Navidad se comió unos deliciosos espaguetis con sardina que aún agradece, al valorar el gesto solidario de su amiga.

Calor familiar

El esposo de Oriana viajó a Cartagena en 2018 mientras ella permaneció en el Zulia con su hijo y su suegra, esperando que él se estabilizara económicamente para que pudieran reunirse.

Relata que ella se quedó contando con el dinero que le correspondía a su cónyuge tras la liquidación de su empleo como gerente de una franquicia de hamburguesas. ¡Vaya sorpresa! Le alcanzó tan siquiera para cubrir el pasaje en autobús desde Maracaibo hasta Valera, estado Trujillo, cuando fue a despedirse de sus parientes poco antes de salir del país.

“Lo más difícil de migrar es separarse de la familia”, comenta.

“Me cuida y la cuido”

El hecho de encontrarse en igualdad de condiciones de inmediato produjo entre Yormalis y Oriana una conexión fraterna. 

“La amistad entre mujeres sí existe. Con ella he compartido cosas que ni con mi hermana de sangre”, asiente Yormalis, haciendo alusión a las vivencias que han experimentado.

Juntas han tenido que sortear situaciones de peligro que ambas reconocen que no habrían podido enfrentar por sí solas. Han visto de cerca atracos y agresiones a transeúntes; por lo que permanecen en alerta, pues en la vía pública cualquier cosa puede suceder. 

“Somos hermanas de la calle. Ella me cuida y yo la cuido”, responde cualquiera de las dos a la inevitable pregunta respecto al parentesco, pues con frecuencia la gente piensa que tienen un vínculo consanguíneo.

Es que al hallarse lejos del calor del hogar, las personas que brindan su amistad desinteresada e incondicional se convierten en la más cercana referencia del entorno que se añora.