Deyra Rindone empezó en la pastelería por terapia, porque no poder seguir con su carrera a causa de la migración la afectó. Ahora tiene un negocio exitoso.
Por Letty Vásquez B. – Periodista Te lo Cuento News
Deyra Alejandra Rindone es la creadora de la marca Deyra Cakes un emprendimiento de repostería que inició en 2019 en Medellín, Colombia, primero como una terapia para manejar el dolor que representó dejar atrás su tierra, pero que luego se convirtió en su pasión y motor de sus sueños.
Nació en Cachamay, estado Bolívar, Venezuela. Allí creció, se profesionalizó como abogada, se casó y nacieron sus dos hijos. Todo vislumbraba bien. Se desempeñaba en el ámbito bancario, hizo carrera, llegó incluso a niveles gerenciales de entidades bancarias en su región. Sin embargo, la crisis en el país y los cambios que devinieron de ella, tocaron las puertas de su hogar, como el de la mayoría de los venezolanos.
Así, entre dificultades y retos, Deyra y su familia decidieron aguantar y seguir adelante. Sin embargo, surgió una oportunidad laboral para su esposo, pero en otro país, allí fue la primera vez que la posibilidad de migrar pasó por sus mentes. Enrique viajó primero, situación que los mantuvo un año separados.
“Mi esposo se vino primero, había que estabilizarse. Estuvo un año por fuera, nos veíamos cada tres meses. Era muy duro, pues quería estar con mi él, los niños pendientes de su papá, pero a pesar de que las finanzas mejoraban, no éramos felices”, recuerda Deyra.
Fue hasta el 15 de enero de 2016 que finalmente se dio el reencuentro de la familia. “Ya de allí en adelante, hemos permanecido acá hasta el sol de hoy. Llegué a una ciudad bendecida porque aquí la gente es muy, muy querida, como dicen ellos mismos”.
Narra Deyra que a su llegada a Medellín se enfrentaron a nuevos retos, en primer lugar, el deseo de dar continuidad a su carrera profesional y en segundo lugar, acompañar a sus hijos en su transición hacia nuevas escuelas y nueva cultura. Ese proceso de adaptación para los hijos marcó las decisiones de Deyra quien se quedó en casa velando por su bienestar. Sin embargo, esta resolución impactó en su ánimo y emociones.
La repostería como terapia
“Fui a Venezuela para arreglar documentos de los hijos, y al regresar lloré mucho, al consultar la situación con mi psicóloga me recomendó hacer algo, ocuparme de algo y recuperar esa independencia a la que estaba acostumbrada”. Cuenta Deyra que buscó distintas opciones de trabajo, no encontró, pues no sabía por dónde comenzar y no contó con nadie que la orientara.
Se asoció con dos amigas colombianas y juntas incursionaron en un emprendimiento de eventos y catering, pero pronto descubrieron que no tenían la capacidad de atender grandes demandas, y ese emprendimiento duró poco.
“Me gustaba hacer postres para la casa, siempre fui habilidosa con las manualidades y un día en internet vi un curso. Entonces me dije, voy a hacer este curso para aprender a hacer estos pasteles para la familia y para los niños”.
Un pastel de Cars fue el inicio
“Un buen día me dice mi esposo, que un compañero de trabajo quiere hacerle una torta de Cars a su hijo. ¿Será que tú te atreves a hacérsela? Y yo le dije que sí, yo me lanzo en esta, vamos y se la hacemos. Gustó tanto ese pastel, que allí me di cuenta de que eso era lo mío”.
Ese día Deyra decidió el camino que quería recorrer. Desde entonces su formación no ha parado. Recibió el apoyo de ACNUDH a través de Inex Moda, ha invertido en su capacitación en la Escuela Mariano Moreno y se convirtió en alumna de la chef pastelera Dalila Cabrita, a quien llama su mentora. Gracias a esta vinculación, su nombre y receta forman parte del libro Mujeres Ilimitadas: 28 Historias de Dulce Emprendimiento y Recetas de Mónica Parada.
La historia del pan de jamón paisa
De las principales enseñanzas que Deyra ha recibido de su chef mentora y de sus maestros pasteleros ha sido mantener su esencia y sus sabores, ser auténtica, y en este camino surgió el Pan de Jamón Paisa.
“El pan de jamón paisa me ayudó a unir las dos culturas, acá todo lo comen con bocadillo, entonces yo decía: ‘cómo les hago probar mi cultura y unir todo en un plato‘, entonces en un cierre de curso hice el “Pan de Jamón Paisa”. Todos los profesores se acercaron. Ese es el producto que me ha hecho sentir, primero, más contenta de todo lo que he logrado con lo que he aprendido. Y segundo, saber que puedo conectar dos culturas, con dos productos que son muy fuertes; de mi país, el pan de jamón, y de aquí, el bocadillo”.
Deyra Cakes es una marca que se ha hecho realidad y ha crecido desde la pequeña cocina en su hogar, en ese mesón atiende sus pedidos, graba sus videos y sueña con crecer aún más para tener más espacio y dar clases. Quiere avanzar y dedicarse a dar clases de cocina y repostería, quiere además convertirse en el apoyo de migrantes venezolanas y entrenarlas en este oficio, para “poder retornarle a la vida todo lo que he logrado”.