Con su proyecto, #SoyVenezolano, Nanda Salas, una periodista de reconocida trayectoria que obtuvo una visa de talento para trabajar en Estados Unidos, decidió dar la voz a quienes no tienen voz, para enfrentar la xenofobia.
Por Keissy Bracho – periodista Te lo Cuento News
De las pantallas de Venevisión, uno de los principales canales de cobertura nacional de Venezuela, María Alejandra Salas pasó a ejercer por casi una década la comunicación política, lo que la acercó profundamente a la realidad que vivía la mayoría de la población venezolana en la década pasada.
Nanda, como otros millones de venezolanos, decidió aventurarse y probar suerte en un nuevo territorio. Hoy recuerda parte de lo que fue ese nuevo comienzo y cuenta que llegó a Estados Unidos la madrugada del 3 de febrero del 2017: “afortunadamente desde que llegué he tenido la maravillosa bendición de trabajar en mi profesión, como periodista”, recuerda.
Después de un largo trayecto, con sus subidas y bajadas, hoy Nanda dedica parte de sus días a contar historias de venezolanos en el mundo, al tiempo que los ayuda a demostrar el valor que tienen. Sin dejar por fuera la felicidad que le brinda su sobrina, que la hace sonreír a diario.
Planificada y decidida
Recuerda, también, que su migración fue planificada y decidida con tiempo: “Yo me preparé para emigrar. Tramité con tiempo una visa de Talento Especial como periodista, por previsión y recomendación de mi hermana, Cusa; de un amigo de la universidad, Rafael Velásquez, y la orientación de un compañero de Venevisión, Harry Soto. Cuando me llegó la aprobación de esa visa supe que tenía que tomar una decisión”.
Y en ese recuerdo añade: “El país estaba en uno de sus momentos más críticos. Eso creía yo, me tocaba dar noticias muy tristes y tenía ataques de ansiedad. El empujón me lo dio mi hermana cuando me compró el boleto. La decisión estaba tomada, mi vuelo salía el día de la Candelaria, 2 de febrero, y así fue. Ya cuando aterricé en Miami, Dios me reencontró con muchos angelitos del pasado, amigos que me han ayudado a evolucionar como profesional y como ser humano en esta nueva etapa de mi vida”.
En ocasiones había visitado el país, teniendo acercamiento a los medios y con antiguos colegas, incluso con su hermana mayor, quien reside en la nación norteamericana desde mucho antes. En esta ocasión, llegó abriéndose paso en oportunidades laborales como “Tv Venezuela, con la familia Zuloaga, y desde el 2018 estoy en NBC Universal – Telemundo Network, uno de los canales de habla hispana más importantes de Estados Unidos”.
Con la humildad y sencillez que la caracteriza, Nanda le agradece a la vida la oportunidad de estar desempeñándose, en la actualidad, como productora en el departamento de Noticias, de Telemundo: “hago de todo: monitoreo las noticias, descargo videos, ayudo en la producción de programas especiales, breaking news, y hasta me han dado la oportunidad de producir noticieros, lo que es una responsabilidad inmensa que jamás imaginé tener en este país”.
#SoyVenezolano
Nanda es dedicada, trabajadora y sobre todo buena amiga, de las que siempre busca la manera de ayudar a quien lo necesite, aunque en ocasiones no esté en sus manos. Esta forma de ser fue la que prendió las alarmas, cuando vio que en algunos países de la región se había desatado una ola xenofóbica contra sus paisanos, y decidió honrar uno de los principios del periodismo “ser la voz de quienes no tienen voz”.
“Hubo un auge xenófobo contra los venezolanos en Chile y Perú, recuerdo. Ahí dije: los buenos somos más y eso hay que resaltarlo. Entonces, me planteé destacar lo positivo de nuestra diáspora. Lo más fácil para mí era entrevistar a migrantes en Miami, y así lo hice. #SoyVenezolano es una bendición en mi vida, sobre todo en lo personal”, relata.
El auge que ha tenido #SoyVenezolano llena de satisfacción y agradecimiento a su creadora: “Este proyecto me ha regalado muchas amistades en el mundo, en Tanzania, Bélgica, Grecia, qué me iba a imaginar yo (risas). Cada historia me ha ratificado lo echaos pa’ lante que somos los venezolanos. Nada nos detiene, es increíble. También es una manera muy productiva de hacer lo que más me gusta, que es contar historias”.
Postales de añoranza
De los recuerdos que más la hacen extrañar a su país natal, confiesa que no es apegada a las cosas materiales, pero sin duda el corazón se le arruga cuando le da por extrañar; y entre las personas que más añora, enumera: “a mi papá, a mis hermanos y sobrinos, a la familia, a mis amigos y sobre todo ir al Ávila, todos los domingos”.
Sobre regresar a su terruño, confiesa: “he soñado que vuelvo a Venezuela, y siento ansiedad, no sé si es porque cuando me fui, me sentía así. La verdad yo no estaba bien cuando emigré, pero estoy segura de que volveré, así sea de visita, claro primero debo tener pasaporte –risas-. La gente cree que emigrar es un cuento de hadas, si supieran lo difícil que es el camino. Yo a veces no tengo un dólar para comprarme un café, pero cero dramas. Soy afortunada de tener empleo y de vivir en familia, porque nos apoyamos mucho”.
Dice que lo más difícil de su migración ha sido el tema legal migratorio. “He tenido muchas pruebas de fe y he invertido mucho dinero. La visa O1 (Talento especial) que me permitió trabajar legalmente en Estados Unidos, tiene algunas limitaciones que no me permitían independizarme, entonces intenté solicitar la residencia permanente y me la negaron, eso fue un golpe duro. En seis años tuve que renovar la O1 tres veces, pedir TPS e intentar la solicitud de residencia una vez más, hasta que lo logré”.
Agrega que fueron años de mucha incertidumbre, “incluso de quedarme sin empleo de manera temporal. Un camino duro, pero de mucho, mucho, mucho aprendizaje y agradecimiento. Ya, hoy, puedo decir que estoy ¡tranquila! Eso es una bendición cuando eres inmigrante”.
Entre las anécdotas que le hacen llorar de la risa o felicidad, cuenta: “Mi felicidad ahora mismo es mi sobrina ahijada Marianne Elisa. Llegó a nuestra casa con cuatro días de nacida, ese día es, hasta ahora, uno de los más felices de nuestra familia. El sueño de mi hermana y su esposo hecho realidad. Eso no tiene precio. Cada vez que la veo sonrío de felicidad, y a veces se me salen mis lagrimitas de alegría. Es nuestra más hermosa bendición”.