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La violinista que cruzó el Darién

María Gabriella Blanco, violinista venezolana en Estados Unidos.
María Gabriella Blanco, violinista venezolana en Estados Unidos.

María Gabriella Blanco cruzó con su familia a finales de junio de 2022 la selva del Darién que separa la frontera entre Colombia y Panamá, una experiencia aterradora que no le recomienda a nadie. Luego de esta travesía se radicó en EE. UU., en donde obtuvo una beca para hacer parte de un programa de música.

Por Hernán Lugo-Galicia – periodista de Te lo Cuento News

A casi un año de haber sufrido tensión, angustia y estrés, producto de la incertidumbre de caminar por la selva de Panamá, María Gabriella Blanco Bello celebra hoy que está junto a su familia en Estados Unidos y que, ahora, forme parte del Sunstate Orchestral Program, el Sistema de Tampa (Sunop).

A principios de 2022, un grupo de más de 150.000 venezolanos resolvieron huir de Venezuela con la meta de alejarse de las carencias y persecución en Venezuela, y entre ellos, estaban la familia Blanco Bello.

En los últimos cinco años, el éxodo suma 7 millones de venezolanos que están regados por el mundo. El Servicio Nacional de Migración de Panamá registró el paso por el Darién de 69 venezolanos en 2020; pero los números aumentaron con los años. En 2021, ingresaron a la selva, 2.819 venezolanos; en 2022, 150.590; y durante los primeros 4 meses de 2023, la cifra iba por 55.590 connacionales.

A finales de junio de 2022, los Blanco Bello inician la travesía por América Latina; primero, fueron a Colombia; de allí, a principios de julio entran a la selva de Panamá con la meta de pasar por México y entrar a Estados Unidos.

“Fueron tres días y dos noches por el Darién de intensa caminata. Sólo desayunamos al comenzar la ruta. No fue nada fácil. Bebimos agua del río y dejamos cosas en la selva porque nos hacían peso”, recuerda Mariela Bello, madre de “Gaby”.

“No se lo recomiendo a nadie”, aconseja a quienes evalúen emigrar por esa vía.

De Panamá, pasaron a Costa Rica hasta llegar a México donde, finalmente, atraviesan el Río Bravo y el 5 de junio, entran a EEUU el grupo de 7 personas, integrado por los padres de María Gabriella, su hermano menor, la esposa de su hermano mayor con su hijo, y otras dos personas.

“Fue una pesadilla. No dormimos. Sólo caminamos. Apenas unos minutos para descansar”, cuenta Bello, con la esperanza de no revivir aquella travesía.

RefugiARTE

Al llegar a la ciudad de Tampa Bay, en el estado de la Florida, Blanco Bello le cuenta a sus padres que quería seguir tocando el violín, como aprendió en Caracas cuando estuvo en el Sistema Nacional de Orquestas.

Fue así como tuvo la dicha de recibir una beca de Sunop y hoy, entre compases, olvida aquellos tres días de temor, dolor y hambre. “Una magnífica forma de integrarme a un nuevo país y conocer cosas nuevas”, expresó Gaby, sobre sus contactos con otros músicos, con otras nacionalidades y su vinculación con el arte en la ciudad.

“Aquí se adquiere disciplina, además de tocar un instrumento”, dice, al tiempo que recuerda que en diciembre de 2022 participó en su primer concierto con la orquesta, con un repertorio navideño, lo cual la hizo sentir en casa porque interpretaron temas universales, como Noche de Paz, pero también Navidad, de José Feliciano, La Macarena y El Burrito Sabanero, de origen venezolano.

Su madre señaló que el ingreso a la orquesta es un logro para su hija: “La ayudó a olvidar lo que pasó en la selva. Fue una gran ayuda”.

Desde su creación, en 2019, hasta la fecha, más de 400 niños, jóvenes y adultos, provenientes de diversas partes del mundo, han sido formados en Sunop, en materia. Y, este año, cuando arriba al IV aniversario, la fundación musical creó una beca especial para el desplazado, sin límites de edad.

Jesús Sira, director y fundador de Sunop, explicó que buscan destacar el gentilicio hispano, la integración a la sociedad norteamericana, y que la música sirva de catalizador para las situaciones negativas sufridas por el inmigrante, como fue el caso de la violinista Blanco Bello. 

“RefugiARTE surgió para ayudar a niños y jóvenes que han sido obligados a salir de sus países a que se relacionen con la nueva sociedad. Algunos han padecido la situación país, vienen cargados de problemas sociales y políticos; han vivido una pesadilla, así que requieren de una atención especial. La música, por ser un lenguaje universal, fomenta esa conexión, esa integración y genera empatía”, adujo sobre el trabajo hecho y de cómo MaríaGabriella se relacionó, de manera rápida, con la Sunop y cada día aprende cosas nuevas.

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