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Jesús Riaño hace agua la boca de los colombianos con el quesillo que heredó de su padre

Jesús Riaño ha popularizado el postre venezolano vendiéndolo en un carro hecho de un coche de bebé por las calles de Colombia/Foto Cortesía
Jesús Riaño ha popularizado el postre venezolano vendiéndolo en un carro hecho de un coche de bebé por las calles de Colombia/Foto Cortesía

Llegó de Venezuela con la firme idea de darle continuidad al negocio de su padre, a quien ayudó a vender desde los ocho años este postre que llevó en giras por Colombia, Ecuador y Perú.

Nora Sánchez – Periodista Te lo Cuento News 

El postre venezolano por excelencia es el quesillo. Nunca falta en las celebraciones de cumpleaños, en las reuniones familiares ni en la nevera de los hogares venezolanos, pues es casi una tradición tener este postre en casa para comer después del almuerzo, la cena o antes de irse a dormir cuando provoca un dulcito.

Es en el quesillo, que en Colombia se conoce como flan de leche o dulce de leche asada, que Jesús Riaño encontró su sustento de vida en el país que lo acogió y por el cual además ha llevado el sabor venezolano a casi todas las ciudades capitales en giras nacionales.

Jesús le dio continuidad en Colombia a un emprendimiento familiar que nació en Venezuela. Con 27 años de edad y 8 años de residencia en Colombia, recuerda que su padre, de nacionalidad colombiana, vendía quesillos en Venezuela y él desde muy pequeño le ayudaba a venderlo.

Decidió irse de su país natal no por causa de la Emergencia Humanitaria Compleja sino por la curiosidad que tenía de conocer otros países. Por eso llegó a Bogotá, allí trabajó ocho meses como auxiliar de cocina en un restaurante, lo que le sirvió para ahorrar y comenzar a emprender con la venta de quesillos.

Un dulce sabor sobre el asfalto

“Se vendía bastante” dice hoy al recordar sus primeros pasos como emprendedor en las calles de Bogotá.

Jesús se equipó con lo necesario para su negocio, un coche, dos bandejas, un tobo, moldes y los ingredientes para el quesillo, su negocio, Jesús Quesillo, comenzó a crecer y llegó a tener 30 carritos, generó empleo a igual número de familias venezolanas emigrantes y comenzó a fortalecerse hasta que llegó la pandemia por Covid-19.

Las medidas por la epidemia extendida lo hicieron quebrar, no pudo volver a vender su producto en la calle, tuvo que pagar mucho dinero en la deuda que generó el parqueadero donde guardaba sus coches y dejó de hacer los quesillos para buscar empleo que le permitiera sostenerse en Colombia.

Dio un salto grande, de hacer postres a vender accesorios para teléfonos celulares, pero siempre enfocado en volver a hacer quesillos que es lo que le gusta, al igual que venderlos en las calles.

Ahora Jesús vive en Cali, retomó el negocio, tiene tres fábricas, Cali, Bogotá y Bucaramanga,

10 coches y la energía suficiente para vender quesillos en las calles no sólo de Cali sino de otras ciudades de Colombia a las cuales ha llevado el postre venezolano en giras nacionales que han tenido gran acogida entre la comunidad migrante y la población colombiana, ambas integradas a través del quesillo.

El humor y el quesillo se fueron de gira

El terreno de Jesús es la calle, “prefiero buscar a la gente, a que la gente me esté buscando a mí”, dice para hablar de ese gusto que tiene por vender quesillos en las calles y para justificar por qué no tiene un punto de venta.

En sus redes sociales, Jesús Quesillo muestra el delicioso postre venezolano, cómo lo vende, la receptividad que tiene y las ciudades por las que va con su coche. El emprendimiento ha causado furor, las personas compran su producción que oscila entre 10 y 15 quesillos diarios y él se siente satisfecho por lo que ha logrado.

Hace seis meses tuvo la idea de vender en gira por Colombia el postre junto al comediante urbano Triplepapito de la Risa y fue tan buena la idea que él y sus quesillos se hicieron virales, el dulce se popularizó y ya ha llegado en forma ambulante a Ecuador y Perú.

Jesús descansó unas semanas al terminar su gira por Colombia en la cual recorrió 20 ciudades, sus compradores no sólo fueron venezolanos, pues en algunas urbes como en Villavicencio la mayor clientela fue colombiana, lo que dice mucho de un proceso de integración a través de la gastronomía.

A principios de noviembre salió de nuevo con su coche hacia otros destinos, Pasto, Ipiales y otras ciudades de Ecuador y Perú, en las que el delicioso postre venezolano fue el protagonista.

Jesús Quesillo es un emprendimiento que ha generado 20 empleos, principalmente para migrantes venezolanos quienes lo contactan para ser vendedores de sus productos, hoy está agradecido con el país y sus ciudadanos, nos dice “quiero mucho al colombiano, me he sentido en familia, me siento como en casa, me siento bien”, relata satisfecho este joven inmigrante quien en realidad es un colombiano retornado.