Jeickov Vital, el embajador del tambor venezolano en Nueva York

Jeickov Vital, músico venezolano en Nueva York.
Jeickov Vital, músico venezolano en Nueva York.

Dedicó gran parte de su juventud al fútbol profesional, lo que le dio una base sólida al momento de tomar la decisión de abandonar su país.

Por Keissy Bracho – Periodista de Te Lo Cuento News

Tal vez no todos tengamos el oído afinado para distinguir entre una gaita tambora, un guaguancó o un quitiplás, pero, ciertamente, cuando alguno de esos comienza a sonar, los pies se empiezan a mover, aunque no sepas cómo hacerlo. Las caderas se sueltan, el cabello se alborota y el corazón se hincha de amor por este pedacito de tierra llamado Venezuela. 

Esta es la historia de Jeickov Vital, un criollo que se ha dado a conocer en el mundo, como “embajador del tambor venezolano”. Con 45 años de edad, hoy vive en New York, Estados Unidos, y asegura que lo que más extraña de su país es su familia, su hogar, la comida, los amigos, las playas, las montañas de Mérida y el contacto directo con los pueblos y sus tradiciones.

Sin embargo, no todo es añoranza, pues, asegura que uno de los objetos más valiosos, que lo acompañaron dentro de su maleta, cuando decidió emigrar, fueron, precisamente, los tambores afrovenezolanos. Lo que le ha permitido rediseñar la vida, lejos de su país y de todo aquello que hoy extraña. En el año 2015, recibió una propuesta de trabajo de parte de la organización del Festival “Viva Venezuela” de la ciudad de Houston, lo que fue para él una oportunidad para reinventarse.

Recuerda que su proceso de migración fue muy organizado. “El hecho de haber visitado los Estados Unidos en tiempos anteriores, a través del deporte, ayudó mucho a que no hubiese obstáculos para lo que fue mi llegada a este país”.

Hasta el momento, ha vivido una experiencia “muy satisfactoria porque he tenido la oportunidad de mostrar, en importantes escenarios, parte de mi experiencia musical, a través de workshops, concierto, masterclass, festivales, entre otros”. 

Jeickov dice que uno de los mayores retos de su emigración fue estar lejos de sus hijos y familiares: “Para mí, la familia lo es todo y mientras esperaba la aprobación de mi visa, tenía que escuchar a mis hijos llorar porque les hacía falta su papá. Una vez con la visa aprobada, ya todo fue bendiciones, porque no hay nada que se le compare con ver crecer a tus hijos y disfrutar de ellos”.

El tambor como herramienta de vida

En la actualidad, Jeickov se dedica a mantener, difundir, proyectar, promover, divulgar y enseñar las tradiciones afrovenezolanas en Nueva York. “Considero que, ahora más que nunca, es importante mantener vivo los valores ligados a la afrovenezolanidad y nuestra comunidad en los Estados Unidos lo necesita, tanto para su aprendizaje como para su disfrute. Me dedico a dar talleres, representar en festivales, universidades y workshop todo este conocimiento folclórico adquirido en mi país”. 

Explica que la alta migración de venezolanos a Estados Unidos y el poder rítmico de los tambores criollos “son capaces de llamar la atención de los anglosajones, dando lugar a invitaciones a diferentes eventos, festivales, universidades y escenarios de importancia, donde se puede observar la buena acogida de nuestros ritmos y performance”.

Pero para él tocar y bailar tambor tiene un sentido más espiritual: “el tambor venezolano es el resultado ancestral de un proceso histórico, en donde personas fueron sometidas y secuestradas para ser tratadas como mano de obra esclava. Es por eso que cada vez que toco mi tambor, lo hago con el mayor de los respetos. Es en esa sonoridad tan particular que puedo desconectarme, se me olvidan los problemas, no me preocupo por el mañana, no hay apuro, me concentra en el aquí y el ahora”. 

Su amor hacia la cultura afrovenezolana es tal que, entre sus sueños, está llevar la cultura venezolana a todos los rincones posibles. Por ello, presta sus servicios como voluntario en escuelas de New York donde enseña a los niños, en edades comprendidas de entre 3 y 6 años, a tener sus primeros acercamientos con la percusión. “El proyecto se llama Primeros pasos en la Percusión y comprende una serie de actividades en las que el niño pueda tener alguna conexión a los diferentes instrumentos de percusión de manera lúdica”.

Su trayecto al ritmo del tambor

Su niñez y adolescencia la recuerda en Puerto Ordaz, como jugador de futbol profesional para la selección del estado Bolívar y el equipo de fútbol profesional “Minerven del Callao”. Por aquellos tiempos también tuvo su primer acercamiento con la música gracias a la Fundación de Teatro Música y Danza Berejú, durante el Carnaval del Callao, conjuntamente con el Calipso de Guayana.

Su residencia en el estado minero lo llevó a estudiar el entorno industrial. Posteriormente, se trasladó a Mérida para jugar fútbol con el equipo Estudiantes de Mérida, luego en la Universidad de Los Andes, se graduó como licenciado en Educación Física, como una especie de tributo a su madre Thays Contreras, quien siempre quiso estudiar dicha carrera, pero no lo logró.

En el año 2000, Jeickov decidió fundar Tambores Bombayá, para llevar al ambiente universitario el tambor afrovenezolano, incorporando elementos del Calipso y el Tambor de la Costa. Durante 23 años de la agrupación, han pasado cuatro generaciones de músicos que lograron presentaciones en Venezuela y el exterior.

Entre los años 2001 y 2004, formó parte del Ensamble Kimbandu, lo que le permitió involucrarse de manera pedagógica con las tradiciones afrovenezolanas. 

Posteriormente, entre los años 2006 y 2010, formó parte de la agrupación Herencia de la Universidad Central de Venezuela (UCV), dijo que, para él, fue “un ciclo de 4 años que me permitieron conocer y aprender mucho en el área de la creación de ritmos y otros componentes que, al final, moldearían mi forma y manera de hacer mi música”.

Asimismo, durante seis años perteneció a la Fundación Musical Simón Bolívar, como profesor de la cátedra de Percusión Afrovenezolana, para los ensambles de percusión clásico de orquestas sinfónicas juveniles, a través de la Escuela Latinoamericana de Percusión, dirigida por Acurius Zambrano y “como músico realicé una gran cantidad de colaboraciones, principalmente, para la orquesta sinfónica juvenil de Mérida, logrando incorporar elementos folklóricos en esta orquesta”.

Entre sus logros cuenta haber creado la cátedra de Percusión Afrovenezolana, en la Casa de la Cultura José Félix Sánchez, en el estado Mérida, en el año 2010. Materia que aún se sigue impartiendo en Mérida, gracias a la participación de “calificados profesores y brindándole a la comunidad, la oportunidad de tener un acercamiento a la percusión, danzas, cantos y manifestaciones de origen afro que se dan en Venezuela”.

Su plan a futuro es terminar su primera producción discográfica como artista y hacer muchas colaboraciones para otros proyectos, como The Hidden Treasure y Venezuela in Motion, para enaltecer la música y percusión afrovenezolana.