Marianne Suárez continúa dejando huella en el mundo de la comunicación. Su pasión sigue siendo clave en su éxito como presentadora y productora.
Por Angélica Antía Azuaje – periodista de Te lo Cuento News
Ampliar sus horizontes profesionales y brindarles a sus hijos nuevas experiencias culturales fue el combustible que impulsó a Marianne Suárez a dejar Venezuela. Es una reconocida presentadora venezolana, productora ejecutiva y conductora del programa ‘Con Marianne’ en la plataforma de YouTube.
Actualmente está radicada en México y decidió revivir su canal de YouTube este año con un concepto de entrevistas a diversas personalidades de México, Miami y España.
Después de haberse alejado de los medios en Venezuela durante diez años, Marianne encontró nuevas oportunidades en el país azteca, donde ha desarrollado proyectos en radio, producción y televisión. Con más de 20 años de experiencia en el campo de los medios de comunicación, Marianne ha sido la presentadora principal en más de 13 programas de televisión.
“Me fui de Venezuela porque mi esposo encontró trabajo en México y yo quería que mis hijos tuvieran la oportunidad de vivir en otro país. No me fui huyendo, ni perseguida, ni porque me iba mal allá”, dice.
El esposo de Marianne Suárez es el famoso doctor venezolano Ludwig Johnson, un reconocido médico cirujano especializado en endocrinología. Además de ser conferencista internacional, Johnson también es conocido por promover el consumo de jugo de zanahoria con su enfoque del “río naranja” y su lema “sana ahora”.
Y sí, hace siete años, ella y su esposo decidieron que emigrar era la mejor opción. “Ese año pasaron cosas muy chéveres, empezando en otro país donde había mucha similitud, a mí me dieron empleo en Televisa en unos capítulos de una novela y mi hijo acabó en la serie de Luis Miguel en la primera temporada”, recordó.
Marianne explica que la mayoría de las personas salió de Venezuela con mucho dolor, pero ese no es su caso: “Yo soy de las que cree que cuando tú tienes una familia sólida, más bien se fortalece, porque esto es un desafío para todos, hay más planes a futuro, más proyección, entonces adaptarse no fue algo tan complicado para mí”.
Respecto a su programa de entrevistas en la plataforma de YouTube, Marianne hace su propio balance: “ha sido maravilloso. Al principio pensaba ¿qué hago? Porque no quería mostrar como cocino, ni mi vida cotidiana, quería algo más interesante. En ese momento no tenía la plataforma ni la producción para grabar lo que quería hacer, pero afortunadamente conocí a unos venezolanos, que tenían una casa productora aquí, la química fue inmediata, conocían mi trabajo y me veían de chiquitos; empezamos a diseñar el estudio, además que cada vez que viajo con mi familia, aprovecho para grabar, lo cual ha sido increíble y para mi sorpresa a la gente le ha gustado”.
De acuerdo con Marianne, el principal problema o reto que ha enfrentado en México no ha sido el país como tal, extrañamente ha descubierto que ha sido ella misma. “Acostumbrarme al ritmo de un nuevo hogar, aprender a cómo expresarme con los mexicanos para que no sientan que los estoy ofendiendo, ya que los venezolanos tenemos como una forma volada o ruda para decir las cosas, y bueno adoptar el papel de ama de casa para cocinarle a mis hijos sin ayuda de terceros”.
Recalca que el reto de migrar fue más personal, porque en lo laboral ella pensaba que en tal caso de que no volviera a hacer lo que hacía en Venezuela, aun así se iba a sentir realizada e iba a disfrutar a su familia al máximo. “No tenía esas preocupaciones de si trabajaba de eso otra vez o no, yo estaba muy tranquila y satisfecha con mis roles, nunca sentí que mi trabajo me definiera como persona”.
En torno a sus planes a corto plazo, Marianne dice sin tapujos: “Ahorita es grabar, viajar más para que mis hijos tengan un poquito más de mundo, planificar más grabaciones porque si no me aburro”, expresa de manera jocosa. También tiene planteado como familia cambiar de destino porque su hija Maya quiere estudiar cinematografía en Madrid o en Nueva York.
Lo cierto es que Marianne a estas alturas se define como una venezolana, cuyo hogar y los pasos de la vida los hace solamente ella, “no los hace un país, ni un gentilicio. Igual, me siento orgullosa de ser venezolana, sin importar en qué parte del mundo esté”, concluyó.