El arte sigue aunque cambie de sede

Carlos Apitz, con su obra Doña Arepa
Carlos Apitz, con su obra Doña Arepa

Carlos Apitz, artista y diseñador gráfico, se mantuvo en Venezuela todo lo que pudo, pero, cuando las cosas se pusieron difíciles, debió trasladarse a Estados Unidos, donde su talento sigue intacto. “No me reinventé, readapté mis habilidades para lograr mis objetivos”, dice.

Martha Cotoret, Te lo Cuento News.

Carlos Apitz es de esas personas que caen bien a primera vista. Cordial y accesible, muestra con orgullo su arte y se emociona cada vez que alguien compra uno de sus trabajos. Es un artista y diseñador gráfico que hizo su vida y forjó su carrera en la industria de la publicidad, diseño e impresión en Venezuela. Pero después de tener una empresa muy exitosa durante más de 10 años, desde 1999 comenzó a ver cómo sus clientes se iban del país.

“Personas del sector inmobiliario, la banca comercial, finanzas, construcción, líneas aéreas, hoteles y laboratorios ya pronosticaban lo que iba a suceder. Aun así, durante mucho tiempo aposté por Venezuela”, señala.

Nunca fue afín con el gobierno de Hugo Chávez, ni con el actual, pero siguió creyendo en Venezuela, captando clientes y desarrollando una boutique creativa o de diseño, generando empleos y haciendo la diferencia creativamente.

Lamentablemente, la situación política le afectó enormemente. Sus caricaturas de denuncia los colocaron en una situación delicada. Aunque nunca fue detenido, tuvo un cerco económico y varias amenazas e incluso fue señalado por aparecer en la Lista Tascón, una publicación en Internet sobre quienes habían firmado para la destitución de Chávez en 2004 mediante un referéndum revocatorio.

Celia Cruz, obra de Carlos Apitz
Celia Cruz, obra de Carlos Apitz

“Venezuela era un país con horizontes amplios, donde tú podías crecer de manera honesta y trabajo constante, pero llegó un momento en que tuve que plantearme la cruda realidad: no podía crecer ni tener un futuro seguro para mi familia ni para mí, no era libre ideológicamente ni creativamente, la delincuencia y el cerco económico también hacía efecto”, señala.

En 2014 tuvo que tomar una decisión, poniendo las cartas sobre la mesa, evaluó lo que estaba viviendo y reconoció que si quería seguir bien, tanto físicamente como espiritualmente, se tenía que ir. “Entonces, con dolor y grandes esperanzas, emigré”. Así comenzó su nuevo capítulo de vida en los Estados Unidos hace nueve años.

Los retos en el camino

El primer obstáculo que se le presentó fue el idioma. Reconoce que ese es un talón de Aquiles pero trata de practicarlo. “Hablando mal inglés he creado buenas amistades en este país a lo largo de estos años”, cuenta. Otro reto fue adaptarse a la nueva cultura y decidió enfrentarlo siendo empático y comprendiendo que hay maneras distintas de hacer las cosas en otros lugares.

En Venezuela ya había hecho un nombre en su área, pero darse a conocer dentro de la comunidad latina como un diseñador y artista con habilidades y talentos, costó algo de tiempo. Sus primeras oportunidades para exhibir su arte y ser reconocido también como diseñador vinieron de la mano de empresarios y galerías americanas y cubanas.

Dice con énfasis que no se reinventó, sino que se adaptó. “Nunca digo: en Venezuela yo fui… porque nunca he dejado de ser diseñador, pintor y un apasionado de la creatividad, que mis pies pisen otros suelos y mis obras la vean otros ojos, es otra cosa”.

En Miami, donde reside, busca mostrar imágenes de la cultura popular venezolana como una propuesta artística atractivamente viable para el público de la ciudad, además de satisfacer la necesidad de la diáspora venezolana, de piezas de arte de calidad y creatividad que representen el gentilicio y cultura.

A través del color y diseño, el artista trata de diferenciarse de un esquema de color académico y muy usual en las obras y de algunos de sus colegas. “Quiero llenar sus casas de color y que este color, formas e inspiración hagan diferencia”, explica entusiasmado. Y es que Carlos no solo pinta para los venezolanos, también lo hace para otros gustos, como celebridades del cine clásico y elementos de la cultura pop americana.

La conexión que se convierte en arte

Carlos Apitz, en el Carnaval on the Mile
Carlos Apitz, en el Carnaval on the Mile

Carlos tiene un sinfín de anécdotas, él no solo busca expresarse con su trabajo, sino que allí, en las ferias y actividades donde lo muestra, conecta. “Las personas me cuentan su historia, de una de esas conversaciones pinté a Barquisimeto (ciudad ubicada al centro occidente del país). Yo las escucho y reflexiono. Algunas son inspiradoras, hay de todo. Hay personas que han pasado al frente de mi stand, haciéndose los locos, y de repente me preguntan: ¿Ese es cerro El Ávila? ¿Doña Arepa? ¿Tú eres venezolano? Han llorado, se han reído, me han abrazado”, cuenta.

Entre las anécdotas que atesora de esos días de muestra de sus obras, recuerda de manera especial la de una señora que un día llegó a su stand y tomó una taza con un diseño de El Ávila. “Le dije: esa taza es para que te tomes el café de la mañana mirando El Ávila, como lo hacías en Caracas. La mujer empezó a llorar, el esposo gringo me veía y yo no sabía qué hacer. De repente la mujer me miró y dijo: ‘Yo salí huyendo con mis padres hace 20 años y no me traje ni tengo nada de mi país en mi casa. Y sí, tomaba café mirando El Ávila todas las mañanas… ni te imaginas todos los recuerdos que me cayeron de golpe viendo tu taza y tus pinturas, disculpa no aguante’”.

Por instantes como ese, donde los sentimientos de sus clientes afloran, Carlos siente que su arte es un bálsamo para los que se fueron y realmente no querían hacerlo, pero las circunstancias los obligaron. “Mis obras basadas en imágenes de nuestra cultura popular o lo que yo llamo Venezuela POP Art, nos permiten vincularnos de nuevo con nuestras raíces y recuerdos. Estas memorias vienen a través de imágenes coloridas y alegres que espero que detonen recuerdos positivos, nunca trágicos de nuestro país, para que hagamos las paces con nuestros sentimientos y nostalgia”.

La añoranza que acompaña al que se va

Desde que migró, Carlos no ha podido volver a su país y cree que no va a regresar por muchísimo tiempo. Pero ahí, en la nostalgia de ese pensamiento, salta su lado pragmático: “Uno debe reconocer que si quieres caminar hacia el futuro, no te puedes aferrar a recuerdos o al pasado. Aunque siempre quise y extraño a mi país, reconozco que en Venezuela no tuve algunas oportunidades que he tenido aquí, nadie es profeta en su tierra. En este sentido estoy muy agradecido con este país que me recibió”.

Inmediatamente agrega: “Pero no sería honesto decir que no extraño cosas, lugares o costumbres, por ejemplo El Ávila, las playas de Choroní y hacer submarinismo en Cepe, la Isla de Margarita, los Andes, un amanecer en el Pico Naiguatá, los Tambores de San Benito, una noche estrellada en la Gran Sabana y la lista es larga. Aunque si hay algo que siempre extrañaré es cuando era Scout y recorría Venezuela, sus pueblitos perdidos, esa sonrisa amorosa de nuestra gente que con poco te ofrecían mucho y te decían: ¿Muchacho de donde vienes? Siéntate, descansa, tómate un café y me cuentas. Esos cafecitos en tapara no se olvidan y ya no se encuentran”.

Mug con la bandera venezolana, de Carlos Apitz.
Mug con la bandera venezolana, de Carlos Apitz.

Generoso con su experiencia, dice que la clave para mantenerse activo es su familia. “La unidad familiar y el trabajo en equipo en pareja y en familia son esenciales para salir adelante cuando emigras”, detalla.

También considera que es importante saber adaptar tus experiencias y habilidades a una nueva cultura. “Aprender el idioma, por difícil que sea, ser observador, aceptar consejos y recomendaciones, son cosas que hay que hacer”.

Continúa diciendo: “Dejar a un lado el ‘¡yo sé!’, y abrirte al ‘quiero saber/aprender’ es el primer paso para entender cómo se bate el cobre en un nuevo país. Y si tienes que reinventarte, pues… cero trauma… te reinventas y punto. Uno debe tener un proyecto o una hoja de ruta, estar enfocado en conseguir los objetivos para crecer sin dejar de ser tú mismo. Como dije antes, yo no me reinventé, pero si readapté mis experiencias y habilidades para poder lograr mis objetivos, y uno de estos es llevar arte y talento venezolano a los hogares”.

Carlos Aptiz POP Art

@apitz_graphic_design