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Dos primas unidas por la migración

América Trujillo y Griselda Chaparro, dos primas que han enfrentado juntas la migración.
América Trujillo y Griselda Chaparro, dos primas que han enfrentado juntas la migración.

América y Griselda, dos primas venezolanas, encontraron en Colombia un nuevo hogar, el vínculo las unió tras la migración.

Angélica Antía Azuaje, Te lo Cuento News

El 9 de junio se conmemora una fecha que puede no ser muy famosa en Colombia, pero que celebra una relación que para muchas personas es muy importante: el Día del Primo. En ella se reconoce la importancia de estos vínculos sanguíneos en nuestras vidas y se fomenta el fortalecimiento de los lazos familiares.

Los primos son aquellos familiares que, aunque no son hermanos directos, son compañeros de juegos, cómplices de travesuras y amigos en momentos difíciles. Y es precisamente, en esos baches de la vida, que las primas venezolanas, América Trujillo y Griselda Chaparro, ambas migrantes venezolanas, tienen una historia que contar.

La adversidad las unió más. Todo empezó en abril del año 2018, cuando Griselda recibió una oferta laboral en Cartagena, Colombia, como cuidadora de una persona mayor. La propuesta era muy atractiva, así que aceptó inmediatamente. Sin embargo, nunca imaginó que todo iba a ser un engaño.

Al llegar a la ciudad heroica, Griselda se encontró con la triste realidad de que nadie la estaba esperando. No había familia. No había nada. Sin parientes ni amigos, su situación empeoró cuando se le acabó el poco dinero que había llevado y tuvo que dormir en la calle. A los días le ofrecieron refugio debajo de unas escaleras de una vivienda. Las circunstancias eran cada vez más difíciles y desesperantes.

“Pasó mucho trabajo durante más de un mes y medio”, recuerda América. Sin embargo, la suerte le sonrió a Griselda cuando un vecino del lugar la ayudó y le brindó una habitación para que durmiera. A la par, consiguió trabajo en una peluquería, siendo ella una enfermera.

Desde ese episodio, solo siguieron días de trabajo. Griselda comenzó a reunir dinero y tomó la decisión de mudarse con otra prima hermana paterna a Bogotá en julio de 2018. Allí consiguió trabajo en un geriátrico, donde le pagaban lo suficiente para que pudiera traerse a su hija desde Venezuela, por lo que contactó a su prima América Trujillo para llevársela a Colombia. 

El 17 de septiembre de ese año, llegaron a la capital América, y la hija de su prima Griselda, quien ya estaba instalada en un barrio al sur de la ciudad. “Era un lugar demasiado frío y alto. No podía con esa temperatura tan alta, así que me fui a casa de una amiga colombiana”, señala América.

En enero de 2019, las primas se juntan de nuevo. La ida fugaz de la amiga de América, la dejó en el aire, porque la mandaron a desocupar la casa.  Tanto Griselda y su hija como América pasaron momentos difíciles en Bogotá, no conocían prácticamente a nadie. “Nos desesperamos. En mi caso, no conseguía empleo, pero mi prima Griselda me ayudó con uno, también cuidando pacientes a domicilio”.

“¡Bendito sea el señor!”, exclama América al recordar.  En febrero de ese año, las dos primas consiguieron rentar una casa. Griselda empezó a trabajar en un restaurante y en una casa de familia en Bogotá.  Así pasó más de un año. América, por su parte, había entrado en una empresa.

“El problema fue que la pandemia hizo estragos en la economía y nos dejó a cada una desempleada”.

Con las prestaciones o arreglos, América tuvo que encargarse del arriendo, la alimentación, en fin, asumir todos los gastos.  Otra vez, la vida les había puesto una prueba muy dura.

En ese lapso, el impacto del Coronavirus en la economía personal de las primas fue dramático. Pero lograron salir adelante con la ayuda de fundaciones que les facilitó la comida y también las ayudaron a conseguir empleo. 

América cuenta que fue una etapa muy “ruda”, pero en la actualidad están legales. Tienen su Permiso Especial de Permanencia y ambas lograron mudarse por separado.

“Gracias a Dios, Griselda ya está estable con una vivienda, aprendió fisioterapia y ahora se independizó. Por mi parte trabajo en una fundación, cuido a una señora que fue primera dama de Colombia, y puedo decir ahora que a ambas no nos va mal, la verdad”.

América se siente orgullosa porque dice que tanto ella como Griselda, juntas, lograron salir adelante. “Como primas nos apoyamos en las buenas y en las malas”.

Aunque ya no viven en la misma casa, les quedó esa experiencia que las unió como hermanas para toda la vida. “Aprendimos que la vida es un camino lleno de obstáculos, pero que con determinación se pueden superar. La unión familiar y la empatía fueron nuestro mejor escudo, y gracias a ellos logramos salir adelante”.