“El proceso migratorio nos quitó todo lo que teníamos en Venezuela, pero nos ha dado más de lo que nos ha quitado”, dice Alynor Díaz Añez.
Por Sandra Flores – Periodista Te lo Cuento News
Alynor Díaz siente que ha hecho un duelo y que renace a una vida nueva. Y es que, después de vivir en estado de pánico, traumatizada y medicada durante sus últimos años en Venezuela, encontró en Argentina la tranquilidad que necesitaba para despuntar como diseñadora editorial e ilustradora. A casi cinco años de iniciado el proceso migratorio, ha recibido premios internacionales y avanza en la conquista del mercado europeo.
La caraqueña, de 48 años, acepta que el factor emocional fue lo más difícil de sortear, pero el tiempo y la voluntad de seguir han sido aliados para ella y su familia.
Hoy, ya con la ciudadanía argentina, ella y su esposo han consolidado su matrimonio de más de 20 años que estuvo en riesgo de naufragar a causa de las presiones relacionadas con la migración, y su hijo está por terminar su carrera como músico.
“Migrar es lo mejor que hemos hecho”, afirma sin dudas, “nunca había sido tan feliz como en estos años en Argentina y siento que, si no hubiésemos venido para acá, mi carrera se habría estancado”.
A la fecha, ha ganado varias ediciones de premios internacionales como International Latino Book Awards, The Purple Dragonfly Book Awards, Moonbeam Children’s Book Award, y más recientemente el Golden Time Talent en Londres.
Venezuela se volvió invivible
Alynor confiesa que siempre fue viajera por afición, pero jamás imaginó que dejaría su país por salud emocional y por el bienestar de su familia.
Desde pequeña mostró talento para las artes y durante años se dedicó a la música. Tenía 16 años cuando estuvo en Estados Unidos, donde estudió inglés, pero a su regreso a Venezuela ya estaba decidida a cambiar de rumbo: quería ser diseñadora gráfica.
A los 20 años, estudiaba en el desaparecido Instituto de Diseño Miró y viajó de vacaciones a Puerto Rico, donde recibió una oferta de trabajo. Estaba dispuesta a migrar y volvió a su país para graduarse, pero apareció el hombre de su vida, se casó en 1998 y el plan de irse a tierra boricua se hizo humo.
Los años transcurrieron en la normalidad de un país, con sus problemas cotidianos, hasta que llegó el 2014 con las protestas, la escasez de medicinas, las fallas en los servicios públicos, la inseguridad.
“Venezuela se volvió un país invivible”, resume la diseñadora editorial y revela: “Yo vivía en permanente estado de pánico, emocionalmente estaba muy mal y opté por no salir de mi casa porque vivía traumatizada y me tuvieron que medicar”.
En el encierro, buscó proyectos online en una época en que no era común trabajar a distancia, y esa cartera de clientes como freelancer resultó providencial.
El proceso migratorio es como un duelo
En 2016, ella y su familia emprendieron el primer intento de migración a la ciudad de Cuenca, en Ecuador, pero no encontraron la escuela de música ideal para su hijo. La educación de su único vástago era factor fundamental para elegir destino, ya que querían ofrecerle una educación de calidad, y al no encontrar las condiciones esperadas, regresaron a Venezuela tres meses después de haberse marchado.
Lo cierto es que Venezuela les mostró un panorama desolador. Las protestas callejeras volvieron en 2017, y su familia sufrió duros golpes con los secuestros de su hermano y su cuñado en un lapso de un año y medio.
En esas circunstancias, decidieron emigrar a Argentina. Llegaron a la ciudad Mendoza en enero de 2019, y aunque las presiones económicas no eran tan graves porque ella tenía trabajo remoto, el factor emocional fue lo más difícil de sobrellevar.
“Yo comparo el proceso migratorio con un duelo, se murió algo que fue tu vida y está renaciendo una vida nueva”, conceptualiza, “pero, además, nosotros nos fuimos en enero y mi mamá murió en julio, y yo me destrocé emocionalmente”.
Sin embargo, después de los primeros ocho meses llenos de dificultades, las cosas empezaron a fluir con más tranquilidad y pudo ver lo bueno de estar en Mendoza, con su gente que les ha brindado apoyo y a la que describe como abierta y amorosa.
A la conquista del mercado europeo
Graduada como diseñadora gráfica, Alynor Díaz se había especializado en diseño editorial en 2004 y, diez años después, en aquel 2014 que pintaba tan mal, surgió para ella la oportunidad de trabajar online para la editorial Snow Fountain Press, de Miami.
En esa firma recibió la oportunidad para estrenarse como ilustradora. Lo hizo tan bien que el primer libro que ilustró resultó premiado, y los premios siguieron llegando uno tras otro. A la fecha, llevan alrededor de 120 libros publicados y muchos premiados.
En la actualidad, también trabaja en proyectos con la editora argentina radicada en Mendoza, María Luz Malamud. Además, como freelancer tiene clientes en países como España, Irlanda, México y Chile, y llegan otros que la contactan por recomendación.
Aunque ha trabajado para el mercado americano, tiene la mira puesta en el europeo. Para comenzar, en 2022, logró que una de sus ilustraciones fuera exhibida durante ocho meses en el Muro de Ilustradores de Bolonia.
“Entré al concurso y no gané”, explica sin lamento, “pero para mí fue un gran logro que una ilustración mía fuera exhibida en Italia”.
Sin embargo, Alynor Díaz Añez está decidida a conquistar el mercado europeo con su creatividad en el diseño editorial y la ilustración.
“Este año, por primera vez, gané premios en Europa y eso me hace ver que estoy en el camino correcto, así que sigo con la mira puesta en conquistar ese mercado”, concluye.