La situación de Venezuela llevó a su familia a disgregarse y a él a abandonar sus estudios. En Colombia, Enderson Ochoa aprendió un oficio que le permite ganarse la vida.
Por Diliver Uzcátegui – Periodista Te lo Cuento News
Enderson Ochoa es un joven nacido en Valencia, estado Carabobo, que emigró a Colombia siguiendo a su madre en la busqueda de un mejor futuro hace 4 años. En el año 2020, él era parte del 36, 3 % de la población total de niñas, niños y adolescentes migrantes venezolanos que se vieron reflejados en la Encuesta de Calidad de Vida realizado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) que expresaba que en el territorio colombiano había un aproximado de 998.000 menores de edad de nacionalidad venezolana.
Los orígenes de Enderson, se remontan a un padre que se desempeñaba como chofer de transporte público, mientras su madre trabajaba en una reconocida cadena de supermercados en Venezuela, y cuando se presentó la crisis en el país, la familia se disgregó, rebuscando cada quien cómo mantenerse a flote.
“Mi mamá se vino primero y al año me mandó a buscar para pasar las vacaciones aquí. Luego me pusieron a estudiar, pero yo quise combinar mi estudio con un trabajo medio tiempo y ganar mi propio dinero. Sin embargo, el sentimiento de independencia me gustó, así que dejé de estudiar”.
Cuando se le pregunta a Enderson sobre si se arrepiente haber dejado la escuela para trabajar, este afirma: “no todos podemos ser abogados, médicos e ingenieros, si fuera así no habría pan en la mesa, un techo sobre su cabeza o zapatos en sus pies. Cada quien en este mundo desempeña un papel, lo importante es hacer un trabajo honesto que me permita ayudar a mi familia o por lo menos, yo no ser una carga”.
En la misma Encuesta de Calidad de Vida que realiza el gobierno colombiano, pero esta vez del año 2023, el informe presentado afirma que un 4,1% de los adolescentes migrantes de origen venezolano que habitan en Colombia han dejado la vida escolar por decisión propia, como Enderson.
Ochoa, que en Venezuela era un chico despreocupado y ajeno a la realidad, asegura que el emigrar lo hizo madurar, al punto de hacerlo tomar decisiones con relación a su propia vida y asumir las consecuencias de estas medidas.
Lo primero fue un trabajo medio tiempo, luego dejar la escuela y después independizarse de sus padres y trabajar a tiempo completo para mantenerse por sí mismo.
“Me propuse aprender un oficio, descarté estudiar por la inversión de tiempo y dinero que implicaba, y porque me llama más la atención montar mi propio negocio, ser mi propio jefe”.
Después de trabajar por meses con un zapatero experimentado ahorró para montar su propio tarantín y probar suerte. “Me arriesgué y monté primero una mesa pequeña, y poco a poco he visto mi negocio crecer. Si cuando ayudante me esforzaba por aprender, como mi propio jefe, me aseguro de hacer el mejor trabajo, de cobrar lo justo y de saber invertir lo que gano en mis necesidades y el futuro de mi negocio”.
Ante la pregunta: ¿Con qué sueña Enderson? Él no duda en responder: “quiero hacer mi propia línea de zapatos. Mi sueño es estudiar para esto, quizás en el SENA o con un buen zapatero que me dé la oportunidad de aprender, pero luego quiero crear mi propia línea de calzado, que la gente llevé puesto, algo que fue confeccionado totalmente por mí y que mis viejos se sientan orgullosos de mí, aunque no sea abogado sino zapatero”.