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Dany trabajó como albañil y zapatero; ahora en Colombia, sus manos hacen panes y tortas

Dany Cabanzo, panadero venezolano.
Dany Cabanzo, panadero venezolano.

Comenzó con un horno industrial que le regalaron porque se estaba dañando a la intemperie; ahora, quien quiere comprar sus panes, debe apartarlos con tiempo porque se agotan pronto.

Por Diliver Uzcátegui – Periodista Te lo Cuento News

En el año 2016, Dany Cabanzo salió de su Valencia natal con destino a Cúcuta, dejando atrás sueños, familia y amigos. Los motivos que lo llevaron a tal determinación, los mismos que la mayoría de los venezolanos.

Cuando llegó a Colombia, trabajó como celador de un restaurante. Allí fue escalando, demostrando con su desempeño, sus capacidades, responsabilidad y compromiso durante año y medio.

“Desde el primer día de trabajo en Colombia, me propuse enaltecer mi gentilicio en todo aquello que hiciera, por eso siempre he dado lo mejor de mí, porque mi esfuerzo no sólo me representa, también encarna a mi gente”.

De aquel establecimiento, su servicio lo llevó a ser el encargado de un restaurante durante año y 9 meses en los que trabajaba de 7 a.m. a 1 a.m. – del día siguiente -, todos los días. “Aprendí a hacer todos los procesos de las diferentes versiones de la comida rápida colombiana. Me iba bien, pero compartía poco con mi familia. Vivía para trabajar y no vivía bien, al menos mis hijos no tenían un padre presente y eso había que corregirlo, así que me animé a sacar adelante mi primer emprendimiento”.

En octubre de 2019, Dany se atrevió a dar un paso adelante con un negocio de venta de chicha venezolana. Le fue tan bien que llegó a tener 5 empleados, pero entonces la pandemia se hizo presente, y como todos tuvo que quedarse en casa.

Los duros días de pandemia

Durante la pandemia, Dany recuerda haber hablado con Dios y decirle de sus inquietudes. De su necesidad de trabajar para ganar honradamente el sustento y techo de su familia: “comencé a vender postres tres leches a los más cercanos, pero lo que ganaba era muy poco, no lograba saldar todas las deudas. Una vez más, acudí a Dios para contarle de mi turbación, le pedí, me orientará a un negocio que me permitiera mantener a mi familia desde casa”.

En esos días de aislamiento, una amiga de Dany, con un restaurante cerrado por pandemia, necesitaba instalar en su casa un extractor más estufa para trabajar desde allí, y le pidió hacerle ese encargo: “yo hice lo que ella me pidió y al ir al patio trasero a lavarme las manos, vi que allí tenía un horno industrial de dos puestos – que se le estaba dañando a la intemperie – le sugerí ponerlo bajo techo para que no se dañará, y ella me dijo: si lo necesitas llévatelo”. 

Aquel regalo desencadenó una lluvia de ideas y opciones de negocio en la cabeza de Dany. “Cuando me pregunto cuánto le iba a cobrar por la instalación que le había hecho, yo, obvio, le dije que nada, pero ella me dio 50 mil pesos, los cuales invertí en mis primeras bandejas e ingredientes para hacer algo para vender”.

Primero probó con las tortas, pero al hacer balance de mano de obra, ingredientes, servicios como gas, electricidad, distribución y ganancia, descubrió que tendría que vender una gran cantidad para cubrir las necesidades de su hogar. Por ahí no era la cosa, se dijo.

Después probaron con panes dulces y la historia fue similar a la de las tortas, por cuanto experimentaron con pan canilla y les estaba yendo bien, hasta que un vecino puso un puesto de perros calientes y les pidió hacer los panes.

“Los panes gustaron al vecino. De hecho, nos recomendaron llevar una muestra a un restaurante de comidas rápida más grande. En el camino, como cosa de Dios, encontramos a personas que al ver los panes, nos preguntaban sí lo hacíamos nosotros, el tiempo que duraban los panes y si la receta era venezolana. Respondíamos con gusto y además dábamos una muestra de nuestro producto. Y así hicimos nuestra cartera de clientes, y conjuntamente fuimos aceptados por aquel restaurante grande”.

¿Chamo, tú haces pan de jamón?

Cada pan de Dany Cabanzo tiene sabor a Venezuela, al percatarse de esto sus muchos clientes venezolanos, les pidieron hacer pan de jamón para engalanar las cenas de Navidad y fin de año.

Al principio de prueba fueron 52 panes, luego 150, 450 y la cantidad va cada año subiendo según la demanda y sólo en diciembre. Los panes de jamón de los Cabanzo son muy buscados y para comprarlos, debes hacer tu apartado con tiempo porque ahora no sólo venezolanos, sino colombianos también se debaten por semejante manjar que cuando se está elaborando crea una atmosfera mística de olores tentadores por su cuadra, haciendo salivar a sus vecinos.

Cuando se le pregunta Dany sobre el secreto de su éxito como panadero, él dice que su don viene dado por Dios, pero que además hace de cada pan una experiencia para quien lo come. “La comida puede evocar momentos, personas, sueños”. De allí que Dany trata de que sus panes sigan recetas con ingredientes y con sabores, lo más venezolanos posible. De forma que: “cuando mis clientes coman cada bocado, puedan viajar a su tierra a través del recuerdo que ese gusto le evoca dentro de ellos y sean felices”.