La lucha de una colombiana retornada para ejercer el título de sicóloga que obtuvo en Venezuela

Massiel López, es una psicóloga colombo – venezolana, a quien el emigrar a la tierra de sus padres la puso a prueba como a cualquier emigrante
Massiel López, es una psicóloga colombo – venezolana, a quien el emigrar a la tierra de sus padres la puso a prueba como a cualquier emigrante

Massiel López tuvo que desempeñar múltiples oficios mientras convalidaba el título que obtuvo en Venezuela. Cuando lo logró, no conseguía trabajo porque no tenía experiencia en el país.

Por Diliver Uzcátegui – Periodista Te lo Cuento News

Massiel López es una psicóloga venezolana de nacimiento e hija de colombianos. Desde niña contó con documentos que la acreditaban con la nacionalidad de sus padres. Ellos llegaron a Venezuela en la década de los 70, atraídos por la pujanza del país gracias a la renta petrolera, ofertas laborales, además de la tranquilidad que su tierra natal no les ofrecía.

La familia de Massiel logró desarrollarse en Caracas, allí estudió, trabajó y vivió 33 años hasta que en el 2017 decide emigrar a Colombia en búsqueda de seguridad económica y social.

La joven llegó a la casa de su familia colombiana en Bogotá, quienes cubrieron sus necesidades básicas como techo y alimento, además de las respectivas referencias que se necesitan cuando estás en un país en el que no te has formado. 

Hasta aquí cualquiera diría que Massiel las tenía todas de ganar, pero no fue así. Tenía cédula de ciudadanía colombiana, pero no la convalidación de su título profesional, lo cual es un proceso que le llevó año y medio de gestiones, más un costo que no podía asumir al no tener empleo. 

Primera caída

El no tener convalidados sus documentos como psicóloga, hizo que en los primeros años no pudiese ejercer profesionalmente. Además de tener que cubrir el costo de la legalización de su título, debía suplir otras necesidades que su abuela y hermano no podían amortizar, así que pese a no tener dotes de vendedora, armó bandejas con gelatinas que vendía por las calles más concurridas de Bogotá y luego probó otros empleos.

“Trabajé en restaurantes, dando clases de yoga y llevando el cronometraje de eventos deportivos. Había que sobrevivir”.

En aquel año y medio de gestiones para convalidar sus documentos académicos, la psicóloga también se enfrentó al duelo por el exilio. Ella, con una carrera en salud mental y años de experiencia, probó en sus propias emociones las diferentes estaciones del duelo, sufrió de depresión, pensó que el exilio no era lo suyo y que tal vez debía regresar a Venezuela a tener tres trabajos que le permitían medio vivir, pero estaría con sus padres, quienes aún seguían allí.

Decidió no darse por vencida

Además de pedir ayuda médica, decidió ejercitarse, se organizó con un plan para buscar trabajo, compartió su experiencia y conocimientos con otros venezolanos que estaban en Bogotá, a quienes les apoyó en su proceso de duelo, ofreció consejos para afrontar las entrevistas laborales – donde los psicólogos hacen las pruebas – y cómo adaptarse a una nueva sociedad.

Cuando por fin tuvo la convalidación, ahora sí, todo iba a estar bien, pensó Massiel. No obstante, no fue así. En Colombia, además de tener un título convalidado – si estudiaste en el exterior – es necesario tener años de experiencia en el área dentro del territorio y en empresas reconocidas.

Esa fue la segunda puerta que le dio en la cara, pero ella, ahora más fuerte, decidió que no se daría por vencida, no cuando ya había invertido tanto tiempo, esfuerzo y dinero.

“Llegué a enviar hasta cien hojas de vida por día en empresas que se ajustaban a mi perfil profesional. Finalmente, gracias a mis conocimientos para tratar la adicción a las drogas, logré mi primer trabajo como psicóloga en Colombia. Allí me pagaban poco, pero me quedé el tiempo necesario para reunir experiencia y así, poder postularme a otros trabajos”.

Hay que ser disciplinados y persistentes

Trabajando en la casa de rehabilitación, con un plan en mano de dónde quería ocuparse, las opciones que salían en las agencias laborales y su criterio de realidad – de acuerdo a su perfil profesional – volvió al ataque con su hoja de vida, entregando múltiples ejemplares por día hasta que logró un puesto en una institución pública donde laboró por un tiempo mientras ganaba un poco más de experiencia.

De aquel trabajo gubernamental en su área, se propuso buscar un mejor empleo que le permitiera ayudar a sus padres que ahora estaban en Colombia, pero sin cómo ganarse el sustento, formando parte de esos más de 845 mil colombianos retornados del vecino país, de acuerdo a cifras que maneja la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Luego de un tiempo, organizada y persistiendo en su búsqueda constante por mejorar, Massiel López consiguió un empleo en una empresa multinacional que opera en salud mental, gracias a este logró su casa, carro y lo mejor de todo, cuidar de sus padres, ahora todos reunidos en Villa del Rosario, departamento Norte de Santander en la frontera colombo – venezolana.