Las largas caminatas, el calor, la deshidratación y la falta de alimentos ponen en riesgo la vida y la salud de quienes deciden atravesar la jungla de 575.000 hectáreas.
Por Fátima De Oliveira – Te lo Cuento News
Atravesar la selva del Darién no es tarea fácil y representa varios riesgos para aquellas personas que emprenden este camino de 100 kilómetros con la mirada puesta en el “sueño americano”.
Por algo a esta región selvática y pantanosa, ubicada en la frontera entre Colombia y Panamá, se le conoce como el ‘Tapón’, ya que interrumpe la carretera más larga del mundo, la Ruta Panamericana, que va desde Alaska hasta Argentina.
Solo el año pasado cruzaron el Darién más de 133.000 personas, de las cuales, cerca de 50.000 provienen de Cuba, Haití y Venezuela. Contrario a lo que se piensa, este trayecto no solo es utilizado por migrantes ilegales de la región latinoamericana, también es aprovechado por personas de Europa, África y Asia que quieren llegar a Estados Unidos o Canadá.
Aunque las personas que traspasan esta jungla lo hacen con la esperanza de encontrar mejor calidad de vida, existen muchos riesgos a considerar antes de adentrarse en el Darién. Para muchos migrantes es una ruta de vida o muerte.
Los riesgos del Darién
De acuerdo con las autoridades de la zona y los pobladores, en la selva hacen vida muchos grupos criminales que se dedican a diferentes actividades, como el narcotráfico, contrabando, guerrilla y hasta secuestros.
Precisamente estos grupos se han convertido en una especie de muro de contención humano, porque suelen robar la comida, el dinero y las pertenencias de los migrantes. También se han conocido casos de personas que reciben amenazas o que son atacadas por estos criminales.
Otro desafío son las enfermedades y las lesiones, ya que cualquier centro de asistencia se encuentra a kilómetros de distancia. Desde la picadura de un mosquito que transmite la malaria o el dengue hasta lesiones cutáneas, todo es posible en el Darién.
Las largas caminatas, el calor, la deshidratación y la falta de alimentos pueden conllevar a problemas de salud como hiperventilación, fatiga, fallas cardiorrespiratorias, además de fracturas o esguinces, productos de caídas en esos suelos resbaladizos.
El consumo de agua contaminada también representa un riesgo y el clima húmedo de la selva podría provocar resfriados o casos graves de hipotermia. La organización Médicos Sin Fronteras ha advertido en reiteradas ocasiones sobre las posibles consecuencias psicológicas.
Aunque parezca de película, el Darién está lleno de animales e insectos peligrosos. Hay serpientes, arañas, pumas, alacranes, tigrillos, jaguares, cerdos salvajes, perros de monte y zorros. Además, esta espesa jungla es el hogar de una hormiga gigante y venenosa llamada conga.
Los ríos son otra inevitable dificultad. De hecho, el río Turquesa es tan peligroso que lo han denominado el “río muerte”, ya que muchos migrantes son arrastrados por las fuertes corrientes y mueren ahogados.
Finalmente, y más peligroso que la propia jungla, es la posibilidad de ser víctima de violencia sexual. De acuerdo con la Cruz Roja, entre 10% y 15% de las personas que atraviesan el Tapón del Darién sufre abuso sexual.
¿Y qué pasa después de cruzar?
Atravesar esa selva no es garantía de un ingreso exitoso a Panamá. Al llegar a ese país, inicia una espera de semanas o meses para poder pasar las estaciones de recepción migratoria.
Si bien los gobiernos de Panamá y Costa Rica aseguran que ofrecerán atención efectiva para que los migrantes continúen su camino, la deportación sigue siendo una posibilidad. Además, estas personas que quieren llegar a los Estados Unidos deben lidiar con las leyes de cada país que transitan.
Y aunque estas personas logren culminar el largo viaje, nada les asegura un eventual ingreso feliz a los Estados Unidos, ya que deberán cumplir con cada uno de los pasos legales estipulados: papeles, evidencias, detenciones y burocracia en las agencias federales.
Por otro lado, al llegar a territorio estadounidense, los agentes de inmigración inician un proceso de categorización entre familias con menores, adultos solitarios, menores sin acompañante y familias sin menores. Luego de eso, pasan a un proceso de verificación de huellas digitales y reconocimiento facial, lo que podría llevar a dos escenarios: detención indefinida o deportación inmediata.