La investigación del Observatorio de la Universidad de La Sabana desmitificó los estereotipos que se han formado en las escuelas de los municipios del centro del país, sobre la llegada y participación de los migrantes y refugiados.
“Los niños, las niñas y los adolescentes venezolanos están incrementando los costos para los colegios oficiales y, además, le están quitando la oportunidad a la propia población colombiana”. Afirmaciones sin argumentos como esta motivaron a un grupo de académicos de la Universidad de La Sabana a investigar sobre los diferentes estereotipos que se han formado alrededor de los estudiantes migrantes y refugiados venezolanos en las instituciones de educación pública del país.
Con la intención de desmitificar estos imaginarios e indagar hasta qué punto podrían ser ciertas o son simplemente prejuicios malintencionados, surgió el estudio ¿Sobrecarga u oportunidad para Sabana Centro? Participación de niños, niñas y adolescentes venezolanos en colegios oficiales de la región, en el que profesores de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, y la Escuela de Ciencias Económicas y Administrativas de la mencionada universidad, que pertenecen al Observatorio Sabana Centro Cómo Vamos se aventuraron en la investigación para desvelar estos supuestos.
El estudio se centró en la zona de influencia de la universidad, a la región que se conoce como la Sabana Centro, y que comprende los municipios de Cajicá, Chía, Cogua, Cota, Gachancipá, Nemocón, Sopó, Tabio, Tenjo, Tocancipá y Zipaquirá. La investigación comenzó en abril de 2020, y la información se obtuvo a través de la participación de instituciones educativas del sector y la Gobernación de Cundinamarca.
“El propósito consistía en identificar el número de NNA(niños, niñas y adolescentes) venezolanos que estaban estudiando en cada uno de los municipios de la región y las instituciones educativas oficiales a las cuales estaban inscritos para el 2019 y el 2020”, cita el informe que también, pretendía aportar su grano de arena para futuros diseños de políticas públicas a favor de la población migrante infantil.
El primer estereotipo que se estudió fue: “Los niños, las niñas y los adolescentes venezolanos están sobrecargando el sistema educativo”. Lo que encontraron fue que de los 53.665 niños y adolescentes matriculados en estos colegios solamente, el 6,86% de ellos, lo que corresponde a 3.679 estudiantes, eran venezolanos. Por lo que determinaron que, el número de menores no era suficiente, ni siquiera una mayoría como para “sostener que el sistema educativo de la región está sobrecargado por la presencia de NNA(niños, niñas y adolescentes) venezolanos”, afirma el estudio.
El siguiente estereotipo: “Los niños, las niñas y los adolescentes venezolanos están incrementando los costos para los colegios oficiales y, además, le están quitando la oportunidad a la propia población colombiana”, para lo que el estudio comenzó recalcando que tanto en los municipios de Sabana Centro, como en el resto del país la asignación de cupos opera como un sistema de “oferta y demanda”.
Lo anterior quiere decir que, los cupos asignados por el Estado colombiano están a completa disposición de los menores sin importar su nacionalidad, el país debe garantizar el acceso a la educación para toda la población que la requiera y no se debe tener en cuenta si el niño es colombiano, venezolana o de cualquier otro país.
Entre tanto, para determinar la oferta de los cupos se basarían en la capacidad de las instituciones educativas y “la garantía de la continuidad en el servicio público”, es decir, que al terminar el año escolar los menores puedan continuar con sus estudios en el grado correspondiente del año lectivo siguiente.
En relación con los costos, “hasta 2020, el cupo que pagaba el Estado por estudiante atendido osciló entre $852.000 y $1.250.000. Esta asignación tiene una vigencia anual y se determina según los criterios de distribución establecidos en el artículo 16 de la Ley 715 de 2001, y teniendo presente el Sistema General de Participaciones (SGP)”, explica el documento.
En este sentido, los costos que debe pagar el país no cambian dependiendo la nacionalidad del estudiante, simplemente se mantienen iguales y son las instituciones las encargadas de construir los presupuestos anuales.
El tercer y último estereotipo que investigaron: “Los niños, las niñas y los adolescentes venezolanos están bajando el nivel académico del colegio, hay una relación entre calidad del colegio oficial y la presencia de esta población estudiantil”. Pues bien, ante este planteamiento los académicos tomaron como principal medida las pruebas de Estado Saber 11, en las que se mide los conocimientos adquiridos de los estudiantes durante toda su etapa escolar.
Así, encontraron que no había un patrón que pudiera confirmar el estereotipo, entonces, ni a mayor participación de estudiantes venezolanos, es menor la calidad de educación del colegio; ni la ausencia o poca participación de esta población corresponde a unos mejores resultados para las pruebas de Estado.
En ese marco, el estudio encontró que puede haber una mayor participación de escolares venezolanos en colegios públicos que se consideran muy buenos o buenos; dependiendo de su clasificación por las pruebas, y también se registraron casos de muy poca presencia de menores venezolanos en las instituciones estudiadas que tuvieron un bajo desempeño.
Y enseguida se recalca que, “la mayor concentración de esta población está en educación preescolar y primaria, que, como se mencionó, corresponde al 72,6%. En educación de bachillerato es notablemente menor, pues equivale al 27,4%. Esto quiere decir que los NNA (niños, niñas y adolescentes) que están ingresando a instituciones educativas oficiales en la región de Sabana Centro tienen una importante proyección en años, se pueden formar con más tiempo, a diferencia de aquellos que entran en educación secundaria o media”, cita el informe.
El estudio menciona que, al asociar los resultados con las pruebas Saber 11, se tomaron en cuenta el número de niños y adolescentes que cursaron grado once en 2019 y 2020. “En 2019, se identificaron 13 estudiantes venezolanos que cursaron undécimo grado y 29 lo hicieron en 2020. Se destacan Chía y Zipaquirá con el mayor número de estudiantes venezolanos en undécimo grado durante esos dos años”, asevera el informe respecto a los datos seleccionados.
En un apartado llamado Un drama y una esperanza expone los casos de estudiantes venezolanos que a pesar de haber culminado sus estudios no se les otorgó el título de bachilleres por no tener la documentación necesaria o un estatus migratorio regular; y aunque algunos colegios que sí los graduaron, estos estudiantes no fueron certificados por otras instituciones de formación técnica, por lo que no pudieron continuar su formación técnica, tecnológica o universitaria.
“El crecimiento económico no es sinónimo de desarrollo. El primero puede lograrse con altos niveles de pobreza, inequidad, discriminación y exclusión; el desarrollo, en cambio, implica crecimiento económico, pero, además, inclusión y oportunidades para la población”, concluye el estudio haciendo referencia a la importancia que tiene la educación para el futuro del país, integrando a la población migrante o refugiada, quienes tienen un gran potencial para aportar al país.
Conozca el estudio completo en el siguiente enlace.
Por: Debbie Gámez