La población migrante y refugiada venezolana LGBTIQ+ enfrenta barreras y estigmatización para acceder a sus derechos. En la ciudad de Barranquilla hay ejemplos de integración con la ONG Caribe Afirmativo.
Suenan los tambores y el ambiente de fiesta se enciende. Charlotte Carrie bate su falda al ritmo de la música que se escucha en las costas playeras de Venezuela.
Se encuentra en Barranquilla, en una tierra tan cálida como su natal Lagunillas, en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo (Venezuela). Ella, junto con otras compañeras ensaya un baile en la sede de Caribe Afirmativo, una organización que lucha por los derechos de la población sexo diversa, personas trans, gays, lesbianas y de género binario.
Charlotte se siente tranquila, y lo más importante: integrada, en la ciudad que la recibió luego de huir de la profunda crisis humanitaria compleja que azota a su país desde hace más de siete años.
Esta sensación de sosiego no la tuvo Charlotte durante su tránsito migratorio, debido a que las mujeres transgénero están más expuestas a situaciones de estigmatización, según explica Frank Rangel, enlace de la ONG Caribe Afirmativo en Barranquilla, quien detalla que el 75 por ciento de las personas entrevistadas en un estudio realizado en 2021 manifestaron haber sido víctimas de alguna violencia debido a su doble o triple condición: orientación sexual, identidad de género y expresión de género y por ser migrante.
«Al inicio fue duro mi llegada a Barranquilla, gracias a Dios encontré un trabajo y me superé. En Venezuela estudiaba la carrera de derecho, y aquí me tocó trabajar de mesero y otros oficios, ahora soy estilista. Los migrantes podemos aportar mucho a Colombia, yo aprendí a bailar champeta y a mis amigos les enseñé a bailar música llanera venezolana»
Cristian Morales, migrante venezolano
Frank Rangel también es migrante venezolano y un vivo ejemplo de superación y liderazgo en esta organización con enfoque de género. Él llegó a Barranquilla en el año 2018 y solo tenía en su mente trabajar y ayudar a su familia en Venezuela, pero su conciencia social despertó cuando comenzó a trabajar como voluntario en la Fundación de Atención Inclusiva, Social y Humana (FUVADIS) que tiene programas para ayudar a migrantes con VIH.
El episodio que lo sacudió fue cuando en el hospital del municipio Soledad intentaba ayudar a un venezolano con VIH que requería traslado a una unidad especializada y le negaron esa atención, a pesar de que estaba regularizado con el Permiso Especial de Permanencia (PEP).
El paciente murió y esto hizo que Frank decidiera formarse en acceso a derechos humanos en Caribe Afirmativo, para que nunca más otras personas de la comunidad LGBT perdieran la vida en estas circunstancias.
Otro ejemplo de solidaridad y acogida lo decribe Cristian de La Rosa, quien se desempeñó como coordinador de la Casa de Caribe Afirmativo en Ciénaga, desde el año 2019 al 2021.
Este abogado colombiano relata que una pareja de la comunidad LGBTIQ+ acogió a un migrante venezolano que era explotado en su trabajo como vigilante.
Durante la pandemia de la covid-19 le brindaron un techo y lo recibieron como un miembro más de la familia, ahora lo orientan en el tipo de contratación laboral para que no trabaje más de la cuenta, y hasta lo motivaron para que termine su bachillerato y piense en estudiar una carrera universitaria.
Suenan los tambores nuevamente. Charlotte Carrie y sus compañeras no dejan de ensayar. Saben que se lucirán con sus atuendos y sus movimientos en la marcha del orgullo gay que se espera concentre el próximo 3 de julio a más de 15 mil personas en Barranquilla.
Por: Milagros Palomares @milapalomares