El 30% de las víctimas de este delito en Colombia, entre 2015 y 2023, provenían de Venezuela. La migración es un factor de riesgo para la trata de personas.
Por Romina Palma. Especial para Migravenezuela – Proyecto Integra de USAID
Este 30 de julio se conmemora el Día Mundial contra la Trata de Personas. Este delito que se tipifica como una violación a los derechos humanos es, además, una violencia basada en género. En Colombia está consignado en el artículo 188 A del Código Penal, Ley 599 de 2000, que establece: “Trata de personas: El que capte, traslade, acoja o reciba a una persona, dentro del territorio nacional o hacia el exterior, con fines de explotación, incurrirá en prisión de trece (13) a veintitrés (23) años y una multa de ochocientos (800) a mil quinientos (1.500) salarios mínimos legales mensuales vigentes”.
Desde el año 2015 hasta el año 2023, en Colombia, se presentaron 935 casos de trata externa, de los cuales 283, es decir el 30%, correspondían a víctimas provenientes de Venezuela. Para el año 2023, el Observatorio del Delito de Trata de Personas identificó 264 casos de trata de personas, 199 de ellos fueron referentes a víctimas de trata externa, de las cuales 132 eran colombianas (66%), 65 venezolanas (32%) y en 2 casos no se identificó su nacionalidad. Además de las 264 víctimas, 208 eran mujeres (78%), 33 hombres (12.5%) y en 23 casos (8.7%) no se logró establecer el género.
Para crear acciones preventivas es clave identificar cómo opera la Trata de Personas en una “cultura permeada por el conflicto armado interno de Colombia, donde las y los colombianos tuvieron que elegir determinadas conductas como mecanismo de subsistencia, entre ellos quedar en silencio para resguardar la seguridad e integridad individual, familiar y social. Ese silencio, en gran medida, es el caldo de cultivo para que en la actualidad el tratante comercial y, el tratante que identifica las víctimas, pueda operar desde cualquier lugar del mundo en territorios nacionales con baja implementación del sistema legal y con altos índices de impunidad”, asegura Erika Veloza, directora de GENFAMI, una ONG dedicada a mejorar la vida de niñas, niños, adolescentes y mujeres en riesgo o sobrevivientes de Violencias Basadas en Género.
Naturalizar la violencia y la sexualización de niñas, niños, mujeres, hombres y todas las personas va de la mano con la comercialización de personas que son percibidas como objetos de uso sexual dejando de lado su dignidad humana y sus derechos fundamentales.
Entonces, ¿Cómo aportamos todas y todos en Colombia y el mundo en la construcción de una cerca protectora para las poblaciones más vulnerables y proclives a ser victimas de la Trata de Personas?
Para Erika, partimos de la institucionalidad como responsable y garante de la implementación de leyes anti trata como la: “Ley 1336 de 2009, por medio de la cual se adiciona y robustece la Ley 679 de 2001, de lucha contra la explotación, la pornografía y el turismo sexual con niños, niñas y adolescentes”. También se suma el fortalecimiento de redes de apoyo y un sistema de atención a víctimas que permita identificar aquellas situaciones que las hacen vulnerables y en mayor riesgo de caer en las redes de tráfico de personas.
Asimismo, establecer medidas de protección que permitan que una víctima de Trata de Personas reciba ayuda especializada y sostenible a partir de la atención inicial, así como identificar el patrón a seguir de traficantes de personas, de manera que se pueda evitar que otras personas sean parte de trata.
Betty Pedraza Lozano, directora de la Corporación Espacios de Mujer hace un llamado a estar vigilantes: “ojo a las ofertas engañosas, es importante estar atentos al entorno más cercano que no genere confianza, ser prudentes al conectar en las redes sociales con perfiles desconocidos, solicitudes engañosas, ofertas de empleo y promesas de viajes”, los tratantes engañan a mujeres, hombres y niños de todos los rincones del planeta y los someten diariamente a situaciones de explotación.
Si bien la forma más conocida de trata de personas es la explotación sexual, cientos de miles de víctimas también son objeto de trata con fines de trabajo forzoso, servidumbre doméstica, mendicidad infantil o extracción de órganos, ya que la explotación de seres humanos puede ser sumamente lucrativa para los grupos delictivos organizados.
Para finalizar, Veloza destacó que “el espíritu humano es hondo y potente, las personas víctimas de trata y otras violencias encuentran la fuerza para avanzar dentro de los laberintos más profundos del dolor”.