Shary y Betania son dos artistas venezolanas que día a día se empeñan en demostrar que el amor por la música y la danza trasciende fronteras. Ambas dejaron atrás su vida y su familia con la ilusión de un nuevo futuro en Barranquilla, la Puerta de Oro de Colombia.
Por Andrea Carrillo y Cristel Arévalo
La historia de Betania García en Barranquilla inició hace cuatro años. Vendiendo tinto en la calle, logró ahorrar para comprar un violín, que desde entonces se ha convertido en mucho más que un instrumento: es su compañero de largas caminatas y su aliado incondicional en las presentaciones que ofrece.
Shary Ramírez, por su parte, llegó a Barranquilla en 2018 y trajo consigo, además de la ilusión, un trozo enorme de tela que colgó en los grandes almendros y robles morados que son comunes en esa ciudad del norte de Colombia. No pasó mucho hasta que los transeúntes empezaron a notar sus acrobacias aéreas en tela. Y Shary llevó su pasión más allá de las calles: hoy, su arte ayuda a mejorar la salud física y mental de más de 100 estudiantes que participan en su academia.
Estas dos mujeres, con un violín y un trozo de tela, siguen construyendo sus carreras artísticas y, de paso, ayudan a demostrar que con la migración no terminan los sueños.
Este trabajo periodístico fue elaborado en el marco de “Periodismo en movimiento. Laboratorio de creación de historias sobre migración venezolana en Colombia”, iniciativa de Consejo de Redacción y el Proyecto Integra de USAID. Su contenido es responsabilidad de sus autores y no refleja necesariamente la opinión de USAID o el gobierno de los Estados Unidos.