El retorno forzado de un migrante que desea volver a salir de Venezuela

Richard Encinoza migró y vivió un retorno forzado, pero quiere volver a salir de Venezuela.
Richard Encinoza migró y vivió un retorno forzado, pero quiere volver a salir de Venezuela.

Richard Encinoza ha salido dos veces de su país y en ambas ocasiones tuvo que regresar. Quiere intentarlo de nuevo una tercera.

Por Sandra Flores – periodista Te lo Cuento News

Hay que estar en los zapatos de un migrante para saber lo difícil que es tomar la decisión de migrar, pero también para entender lo doloroso que puede ser regresar sin desearlo.

Richard Encinoza terminó el bachillerato en Barquisimeto y manejaba una grua, como su padre y su abuelo. Todavía en 2018, su ingreso alcanzaba para cubrir las necesidades del hogar, su esposa y su hija, quien estudiaba en colegio particular. Sin embargo, la escasez de productos básicos lo motivó a migrar en busca de un futuro mejor.

“Me di cuenta de que la situación estaba mal por la escasez de comida”, recuerda, “pero no quería irme porque tenía que dejar a mi esposa y a mi hija, a mi padre y a mi madre”.

Sin embargo, tomó la decisión más difícil de su vida e inició una travesía que lo llevó por Ecuador, Perú y Colombia. Solo una circunstancia indeseada e imprevista pudo propiciar su retorno forzado a Venezuela, el país del “sálvese quien pueda”, según dice, de donde espera poder salir pronto para ir a Estados Unidos o España.

Dispuesto a salir de Venezuela

El primer destino que Richard tuvo en mente fue Perú, pero cuando unos familiares radicados en Ecuador les hablaron a él y sus hermanos de oportunidades de trabajo bien pagadas, optaron por dirigirse a ese país. Con ellos se fueron dos primos y la esposa de uno de ellos, que los dejaron en territorio ecuatoriano y siguieron su camino a Perú.

Era enero de 2018 y el panorama alentador que les platicaron no se reveló ante ellos. Al no conseguir trabajo, empezaron a vender quesos y empanadas que ellos mismos preparaban. Poco después, él encontró empleo en un negocio de comida rápida en el que ganaba de 13 a 15 dólares diarios, y de 20 a 25 los fines de semana.

Ese ingreso rebasaba sus expectativas y le alcanzaba para vivir y para enviar dinero a su esposa e hija, pero la buena racha acabó pronto. El dueño del negocio decidió venderlo y a los nuevos propietarios les fue mal, de modo que quedó desempleado.

“En mayo de 2018, mi hermano y yo nos devolvimos a Ecuador donde tomé un trabajo en la confección de uniformes”, comenta, “pero no ganaba mucho y yo quería más, necesitaba más porque tenía que mandar dinero a Venezuela”.

El retorno forzado de un migrante

En ese trance, un amigo suyo que vivía en la ciudad peruana de Cuzco lo animó a reunirse con él para aprovechar una oportunidad de trabajo en un restaurante.

“Pero nos fue mal”, evoca ya sin amargura, “después de una semana nos despidieron sin pagarnos, y yo empecé a trabajar en un autolavado, donde el sueldo no era bueno”.

La situación de Richard no era halagüeña, pero también tenía problemas familiares graves por atender en Venezuela y se vio forzado a regresar en febrero de 2019. Por entonces, su esposa había dejado el país y estaba en Perú con la hija de ambos.

“Yo volví a Venezuela contra mi voluntad porque no tenía deseos de regresar, y en ese momento todo era caótico”, explica, y detalla: “Se sentía soledad, el monte crecía en las calles, no había carros porque no había gasolina, y yo tuve que intentar emprender vendiendo quesos y busqué amistades para trabajar en la grúa, pero nada deja dinero.”

Para ejemplificar la dificultad económica de vivir en Venezuela, expone que ahí las empresas pagan 100 dólares al mes como máximo, mientras que el sueldo en Colombia es de 250 dólares, en Perú de 279 a 300 y en Chile de 400.

Desea volver a salir de Venezuela

La última vez que Richard salió de Venezuela y tuvo oportunidad de quedarse en otro país, ocurrió en el 2020. Debido a ciertas dificultades, su esposa había llevado a la hija de ambos a Ecuador. Para entonces, su hermano mayor estaba en mejor situación y se había llevado a su familia, de modo que la niña estaba cuidada y asistía a la escuela.

“Yo voy por mi hija a Ecuador. Llego un domingo de marzo y el lunes el semáforo se pone en rojo por la pandemia”, recuerda, “pero el reencuentro fue una sorpresa para mi hija, y hubo abrazos y lágrimas porque teníamos más de dos años sin vernos”.

Después de siete meses en territorio ecuatoriano y de permanecer cinco meses más en Cali, Colombia, regresó a Venezuela con su hija, que en la actualidad tiene 13 años. “Volví a Venezuela, pero no es lo mismo”, explica, “hasta hoy no he conseguido trabajar bien aquí, pero hace dos años murió mi papá y dentro de lo bueno que puedo encontrar en todo esto es que los últimos 15 días lo atendí y estuve con él”.

Sin embargo, sostiene que las dos veces que regresó al país después de haber salido fue contra su voluntad. “No me hallo aquí, porque Venezuela se encuentra en situación de ‘sálvese quien pueda’ y yo me quiero ir”, expone con vehemencia, y agrega: “creo que voy a salir a un país latino por ahora, y en algunos años podré irme a Estados Unidos o a España”.

Para Richard Encinoza, la difícil decisión de migrar está tomada desde 2018 y no la cambia. A pesar de que su historia es la del retorno forzado de un migrante, está dispuesto a intentarlo de nuevo porque aún busca un futuro mejor para él y su hija.