Si bien las hermanas Daniela y Rossana Vargas extrañan su país natal, se sienten agradecidas por la oportunidad de formar parte de Medellín y por la unidad familiar que han mantenido.
Angélica Antía Azuaje –Periodista de TelocuentoNews
El viaje de Daniela Alejandra y Rossana Vargas González desde Venezuela hasta Colombia no solo fue físico, también fue emocional, de esperanzas y sueños.
Con su empresa de panadería, pastelería y repostería llamada Deleite Risueño, solían abastecer cafetines de clínicas y diversos establecimientos en Venezuela.
En septiembre de 2017, junto con sus padres, Daniela y Rossana llegaron a Colombia con la intención de reunirse con su hermana Adriana, quien ya había estado viviendo en el país vecino durante un año y medio.
Al llegar a Colombia, se encontraron con un nuevo desafío. A pesar de que habían traído consigo algunas cajas con utensilios y material de trabajo, se dieron cuenta de que les faltaban elementos esenciales como un horno, una mesa de trabajo, una nevera y un congelador. No se desanimaron y gracias al esfuerzo de su hermana Adriana, comenzaron a ofrecer productos limitados a través de su oficina y a participar en ferias de emprendimiento en la ciudad de Medellín.
El camino hacia el éxito no fue fácil. Las hermanas se unieron a Centros de Desarrollo Zonal (Cedezo) y al Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) para formarse y establecer contactos. Participaron en cursos de formación en vitrinismo, atención al cliente, marketing, ventas y gerencia, lo que les permitió adquirir nuevas habilidades y mejorar su negocio.
Sin embargo, la transición a Colombia no estuvo exenta de desafíos. Las hermanas se enfrentaron a la realidad de los costos y gastos, algo que no experimentaron en Venezuela, donde los servicios no tenían costo o eran muy asequibles. Adaptarse a este nuevo escenario les exigió una planificación meticulosa y el uso de servicios de entrega a domicilio para llegar a clientes en diferentes zonas de Medellín.
Aun así, encontraron un público receptivo y solidario en Colombia. Desde su llegada, compañeros de trabajo y vecinos expresaron su deseo de ayudar y comprar sus productos. La aceptación de su tradicional pan venezolano conocido como “cachitos” los llevó a crear una versión especial con queso y bocadillo en honor a los gustos colombianos. Los paisas, como se les conoce a los habitantes de Medellín, se mostraron amables y serviciales desde el primer encuentro.
Además de la bienvenida y la inclusión, las hermanas también han encontrado gratitud en Medellín. Aunque extrañan su tierra natal, su familia unida y la disponibilidad de servicios básicos (como salud y energía eléctrica), Medellín les ha brindado una sensación de estabilidad. Han aprendido a apreciar las oportunidades y posibilidades que ofrece la ciudad de la eterna primavera, reconociendo que están en un lugar en el que pueden progresar y crecer.
A pesar de que el camino ha sido accidentado, Daniela y Rossana se mantienen firmes en su determinación de fortalecer su negocio y ofrecer lo mejor a sus clientes. Su sueño a corto plazo es abrir un local donde puedan ofrecer sus delicias a todos los residentes de Medellín.
A medida que su experiencia en Colombia avanza, las hermanas han aprendido a abrazar su nueva identidad y a llevar a su país en alto. A través de su comportamiento ejemplar, que refleja los valores, la moral y la buena educación con la que fueron criadas, han logrado ganarse el respeto y el apoyo de aquellos que las rodean.
Su espíritu emprendedor para enfrentar sus desafíos son ejemplos inspiradores. “Nunca debemos rendirnos, ni dejar de persistir y de llevar nuestros sueños a cualquier lugar al que vayamos”, señalan.