María Montilva: La venezolana “Doctora maravilla”

Elementos consultorio médico.

Se sonroja con la pregunta, de por qué doctora Maravilla y responde: “eso nació con mis amigos cercanos, quienes ante cada logro comenzaron a llamarme así, luego se extendió a pacientes”.

Por Diliver Uzcátegui – periodista Te lo Cuento News

María Montilva, es una mujer de amplios contrastes que confluyen en su personalidad haciéndola única. De origen muy humilde, desde niña ha sabido vencer una y otra vez paradigmas y sortear los obstáculos.

Cuando le dijeron que no podía aspirar a estudiar medicina, ella pronunció: “mira como lo hago”. Y así, aunque con sacrificios de todo tipo, se graduó de médico cirujano en la Universidad de Los Andes, en donde también obtiene su especialización como anestesiólogo.

La trayectoria de María Montilva, la llevó a laborar como médico general por muchos años en hospitales, ambulatorios y clínicas en su Mérida natal.

“Llegó un momento en que tenía varios trabajos en diferentes centros de salud, sumando varias horas de labor pero poco dinero para cubrir las necesidades básicas de mis hijos. Aquello era desgastante y además, me restaba tiempo para desempeñar mi rol de madre soltera”.

María Montilva: La venezolana “Doctora maravilla”
María Montilva: La venezolana “Doctora maravilla” Se sonroja con la pregunta, de por qué doctora Maravilla y responde: “eso nació con mis amigos cercanos, quienes ante cada logro comenzaron a llamarme así, luego se extendió a pacientes”.

El empujón necesario en el 2018

Pese a la crisis económica y el desgaste, el arraigo jamás permitió que por la cabeza de María se pasara la opción de emigrar, como ya muchos amigos habían hecho. No obstante, “el padrino de mi hijo mayor al ver mi situación, cada vez más difícil a pesar de mi esfuerzo. Apostó por mí. Me compró los boletos para viajar a Perú y me dijo que allá me esperaba su hermana”.

María viaja con poco equipaje, sin sus hijos y sin sus títulos apostillados. Sus niños quedan con su madre, y el menor de ellos apenas tenía dos años. En el avión, ya sola, el corazón de la doctora se partió en pedazos y la mayor parte de los fragmentos quedaron esparcidos entre los suyos a quienes dejaba. Había dado ese primer difícil paso, ahora no podía retroceder, pues pensaba que como siempre debe ser el mejor ejemplo para sus hijos y familia.

“De mi familia, he sido la primera en romper la franja de la pobreza y lograr un título. En mí, los míos ven un ejemplo. Cada uno de mis pasos, no es solo mío. Darme por vencida no es una opción”.

Buscando el primer trabajo en octubre de 2018

Al llegar a Lima, pronto la doctora, por no tener su homologación, le toca probar suerte con todo tipo de trabajo, hasta que se entera de que había un consultorio privado que estaba contratando médicos venezolanos.

“Por no tener mis papeles en regla me pagaban el 70% menos de lo que correspondía, pero aquel era un comienzo y era una forma de ganar experiencia en un nuevo país, así que me propuse resistir, hacer mi mejor esfuerzo y reunir dinero para legalizar mi situación”.

El proceso de homologación en 2019

En 2019, María se plantea dos metas: homologar y llevarse sus hijos (de 19, 9 y 2 años, 11 meses) con ella. Gracias a su esfuerzo y al apoyo de amigos, logra, en agosto de ese año, reunir a su familia.

Ahora, debe conquistar la homologación suscribiendo cuatro exámenes: tres prácticos y uno teórico de 250 preguntas. Tales pruebas, según le decían sus colegas, también los galenos peruanos deben aprobarlo para ejercer legalmente y si no lo pasan al primer intento lo deben seguir intentando, pagando por cada oportunidad para esto. 

“Yo, con mis hijos en casa y mi escaso presupuesto, no podía darme el lujo de desaprobar esos exámenes. Era cosa de pasar sí o sí, por lo que me preparé durante meses, lo más metódicamente posible haciendo uso de mi única herramienta tecnológica. Mi celular de vieja generación y con la pantalla partida”.

Al salir de su larga jornada de trabajo, María iba a casa a cumplir con su rol de madre y después de acostar a los pequeñines, “me metía en mi papel de estudiante, tal y como lo hice cuando estudié medicina con mis pocos recursos. Mis hijos, una noche, se acercaron a dónde yo estaba estudiando y viendo mi esfuerzo, me dieron ánimo. Pese a las dificultades que vivíamos, ellos allí estaban animándome. ¿Cómo podría defraudarlos?”.

María, en diciembre de 2019, presentó las cuatro pruebas y contra todo pronóstico, los aprobó en una primera presentación y además entró en el cuadro de honor de todo el amplio grupo que se evaluó esa vez. La homologación era un hecho.

 La pandemia y sus retos de vida y muerte

Ya con sus papeles en regla, se entera de una vacante en un servicio de ambulancias, donde concursa y gana la postulación. Todo iba bien hasta que llegó la pandemia. “El jefe llamó a reunión a todo el equipo, había cuatro médicos peruanos y yo, cuando nos preguntan si estábamos dispuestos a hacer el trabajo de traslado de pacientes con Covid-19, todos estaban a favor, pero cuando llegó el primer caso solo yo acudí”.

Cada traslado para la doctora significaba arriesgarse, pero como en otras ocasiones y pese a saber, que si algo le pasaba, sus hijos se quedarían solos en un país ajeno a ellos, María acudía a cada llamado.

“De primera mano, vi rechazo hacia los pacientes Covid-19, era algo como lo que relata la Biblia que se vivió con los leprosos”. 

Pasado un tiempo, durante la pandemia se abre un hospital en Lima para atender específicamente casos de Covid-19, “me preguntaron si estaba dispuesta a estar en primera línea y recordando mi juramento como médico, en mayo de 2021 acepté”.

Luego de sobrevivir a la pandemia, en aquel hospital donde se la jugó le dan la oportunidad de concursar por un cargo fijo, una vez más compite y logra el puesto en dónde trabaja actualmente.

Ahora, María se plantea emigrar a Europa. Probarse en España. Desde ya se alista para esto, quienes la conocen saben que su vocación de servicio y perseverancia la llevaran a dónde se lo proponga.