Carlos Giménez, de 27 años, llegó a Argentina pensando que en ese país solo hablaría de fútbol. Sin embargo, descubrió que había una liga y que allí podría jugar.
Por Carlos Iván Suárez – Periodista Te Lo Cuento News
En el año 2015, Carlos Giménez, no imaginaba que su nuevo destino, Argentina, sería el que le daría la oportunidad de pertenecer a una selección nacional y representar a ese país en un Clásico Mundial de Béisbol. Para el momento, el joven pelotero barquisimetano, sólo buscaba la oportunidad para estudiar Kinesiología, pero hasta eso le cambió el destino y hoy se prepara como profesor de Educación Física.
Actualmente, Giménez tiene 27 años de edad y es el primer venezolano en ingresar a la selección nacional del béisbol argentino, “han sido cuatro años maravillosos donde he conocido a verdaderos amigos y con quienes siempre comparto”, expresa el joven que aclara que en el cuerpo técnico también hay otros venezolanos, pero como jugador es el único.
“Cuando me vine metí mis cosas del béisbol a pesar de estar consciente que el fútbol es el principal deporte de Argentina. Imaginé que aunque sea solo jugaría, pero posteriormente supe que había una liga profesional, aunque no se conoce mucho”.
Carlos trabajaba en un restaurante y combinaba su tiempo con los estudios, tal como se lo había prometido a su familia. “Empecé jugando con un equipo que se llama Criollos de Venezuela y era como estar en el país porque al salir de cada partido compartíamos como allá”.
Con el tiempo, su nombre fue sonando cada vez. Es un lanzador derecho que llama la atención porque sus lanzamientos son por debajo del brazo. Su arma secreta es el slider a 83 mph, a la que muchos bateadores le temen.
“Me fueron viendo desde la selección nacional, me abrieron la oportunidad, así que comencé a hacer todo el proceso para nacionalizarme y ahora represento a este país, pero además hemos tenido muchos logros y otros que faltan por alcanzar”.
Su motor principal
En medio de su práctica rutinaria en el estadio nacional de Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires, Giménez comparte con sus compañeros y cuenta parte de su historia, “hoy día vivo con mi padre. Mi día inicia antes de las 7 de la mañana porque soy el recepcionista de un gimnasio. Ahí estoy hasta después del mediodía cuando inicio los entrenamientos con el equipo y luego voy a la facultad hasta las 10 de la noche, cuando preparo todo para el siguiente día”.
Las energías las saca de cualquier parte, pero todo sea por lograr su sueño, “mi principal motor es la familia, en especial mi sobrino Santiago, que está en Chile”, y es que al recordar a ese pequeño, los ojos se le llenan de lágrimas por ser su motivador para seguir adelante, “me encantaría tenerlo acá y enseñarlo, pero que sea lo que él quiera porque igual lo apoyaré”.
Carlos es muy apegado a los infantes, por eso se ha dedicado también a ser maestro de muchos de ellos para que sigan creciendo en el béisbol, me encantaría que uno de ellos llegue a las grandes ligas y recuerde que se preparó en Argentina.
¡Ah mundo Barquisimeto!
Este guaro de pura cepa, rememora su ciudad natal, Barquisimeto, “es una deuda pendiente”, porque desde que salió no ha vuelto.
Por supuesto que es fanático del equipo Cardenales de Lara, “aunque me hubiese gustado también jugar con el Caracas”, confesó, pero su mayor anhelo hubiese sido escuchar su nombre como lanzador de relevo en el Antonio Herrera Gutiérrez, nido de los pájaros rojos.
“Admiro mucho a Robert Pérez y a Luis Sojo en especial no sólo por lo que hizo sino por lo que enseñó a quienes seguimos su carrera”.
Por ahora Carlos se sigue preparando, mientras que los venezolanos en Argentina se sienten orgullosos por sus logros y la representación positiva de lo que ha sido su migración.