Elenis Rodríguez, la magistrada que debió vivir el duelo desde el exilio

Ex magistrada Elenis Rodríguez
Ex magistrada Elenis Rodríguez

Defensora de líderes opositores e impulsora de procesos por violaciones a los derechos humanos salió de Venezuela cuando supo que la iban a capturar. Ahora vive en Chile, en medio del anonimato y sin olvidar lo que dejó en su país.

Por Daniel Palacios Ybarra – periodista Te lo Cuento News

No hubo documentos apostillados, tampoco abrazos familiares. Mucho menos fotos en la icónica cromointerferencia de Carlos Cruz Diez, en el aeropuerto de Maiquetía. La migración de la jueza Elenis Rodríguez fue atípica, marcada por la presión de salir del territorio por caminos no convencionales para llegar a Santiago de Chile; tras una salida fugaz del consulado de Caracas, en la que permanecía en calidad de huésped en 2017, durante el gobierno de Michelle Bachelet.

En medio de tensiones diplomáticas y la negación del gobierno de Venezuela en autorizarle un salvoconducto, la magistrada de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia -designado por la Asamblea Nacional-, encontró en la tierra de Isabel Allende y Gabriela Mistral otra oportunidad para empezar. Esta vez lejos de la confrontación de Venezuela y de la crisis de credibilidad del gobierno interino.

Mas el tiempo pasó: ahora es asilada, la investidura de su cargo no tiene nada que ver con su rol actual, como parte del personal del Archivo Judicial de Santiago, en un trabajo 100% operativo y casi anónimo. Entre las calles de Santiago camina como cualquier otra persona. En el Metro o la “micro”, no cualquiera pudiera percatarse de que en el asiento de al lado, comparten con la magistrada de otro país. Esta es la nueva vida de Elenis Rodríguez.

“Con Chile conocí la libertad y eso siempre para mí es importante. En ese año 2017 recibí una llamada anónima, en la que me dijeron que estaba próxima a ser detenida; y así, a través del Colegio de Abogados, se facilitó mi ingreso al consulado”, señala Rodríguez.

Pero en esta nueva etapa dentro del territorio chileno todo es distinto, sostiene. “Proceso documentos manualmente en más de 40 libros que reviso a diario, de personas que van a consultar información en el archivo judicial. Hasta debo usar guantes de tan viejas que son esas páginas. Muchas cosas cambiaron. A mí que muchos me conocen por usar tacones, aquí me la paso en zapatos deportivos”, describe la jueza venezolana.

El duelo

Su semblante se desdibuja al referirse al momento más doloroso, que puede vivir todo aquel que migra. La magistrada baja su voz, ya entrecortada, para hablar del fallecimiento de su hermana, quien “murió en Venezuela estando yo en Chile, lejos también de mi mamá que está aquí conmigo”, añade.

Su hermana murió de cáncer. Siente culpa, pero aprende todos los días a vivir con eso, como un duelo que se lleva en silencio. “Sí, me siento culpable”, responde cabizbaja, al saber que la madre de ambas no pudo acompañar a la hija menor por estar también en el exilio. “Me duele haber arrastrado a mi familia a mis luchas, porque todos ellos tenían una vida normal. Mi mamá también siente culpa, porque cree haber abandonado a su hija, y yo le digo que si yo hubiera sabido que mi hermana estaba enferma, no la había traído a Chile”, confiesa.

En esta nueva etapa, sin embargo, surge un tiempo adicional para descubrir nuevas pasiones, como la cocina. “Yo antes no cocinaba nada. Eso lo aprendí aquí en Chile. Y déjame decirte que hago el mejor pasticho de pollo”, comenta.

Ante el dilema viralizado en memes sobre cómo se deben comer algunos platos de la gastronomía venezolana, la magistrada dicta sentencia: “¡las caraotas claro que llevan azúcar!, pero la hallaca no lleva mayonesa”, añade entre risas Rodríguez, quien quiere ser recordada como una servidora.

La posibilidad de volver no tiene fecha en el calendario, mientras tanto procura vivir más tranquila. “Siempre sueño con volver. Algo tiene que pasar y yo visualizo ese momento de volver. Más que por el cargo que ocupo en el exilio, quiero que me recuerden como una servidora. Y a Chile, todo mi agradecimiento, pues aquí retomé la libertad”, concluye.