Ni el más soñador imaginaría al Che Guevara, a Pablo Escobar y a Frida Kahlo como compañeros de lucha. Pero Paula Villamizar y su novio Javier Ceballos los unieron para una misión especial: devolverle el valor los billetes de Venezuela.
La atención de los transeúntes de Bogotá, una de las ciudades que más recibe migrantes en Colombia, se enfoca en el espacio de trabajo de Javier: desde unos pliegos de madera que encontró en la calle (y que utiliza como repisas) cuelgan bolívares, la moneda que, por la hiperinflación, ahora vale poco.
En las calles bogotanas no resulta extraordinario ver bolsos, adornos e incluso aretes elaborados con bolívares. Pero pocos artistas hacen de ese papel desgastado una obra de arte. En plena vía adoquinada, Javier, de 27 años, interviene con acrílico los billetes que le regalan o compra de migrantes de Venezuela, de donde huyó hace tres meses por la profunda crisis socioeconómica.
Pintarlos y venderlos es “una pequeña protesta que ayuda a que la moneda tenga un valor y no termine en la basura”, sostiene. Pero lo más curioso es que sobre las caras de los próceres venezolanos, que adornan los billetes, ahora hay personajes reconocidos mundialmente: Ernesto “Che” Guevara, Frida Kahlo, Diego Maradona, Bob Marley, Joseph Stalin, Paul McCartney, Pablo Escobar…
“Cuando pintamos a Pablo Escobar, la gente nos regaña mucho. Pero a los turistas les encanta”, dice Paula, diseñadora de 22 años. Aunque la ideología del personaje no es determinante a la hora de pintarlo, el amplio portafolio de esta pareja tiene un gran ausente: Nicolás Maduro.
“No nos interesa, no nos dan ganas de retratarlo”, acota Javier. Encambio, al fallecido presidente Hugo Chávez, mentor político de Maduro, lo dibujan “muerto” o “llorando” por “el daño que produjo”. La pareja de migrantes vende cada billete a 10.000 pesos colombianos. En las mejores jornadas pueden comercializar hasta veinte pequeñas obras.
El precio “tiene que ir por encima del dólar, el objetivo es devolverle el valor al bolívar”, explica Javier, que luce un gorro con forma de lobo que cubre su cabeza del frío y que además convirtió en marca personal.
En marzo la moneda había perdido el 98% de su valor y actualmente se necesitan 6.000 bolívares para comprar un dólar, con una tasa que varía a diario. Para dimensionar la devaluación, Paula cuenta “con el billete de más alta denominación no puedes comprar ni un cigarro en Venezuela. Necesitas al menos siete billetes para comprar uno”, dice Paula. Por eso, en muchas ciudades latinoamericanas los migrantes venezolanos regalan los bolívares a algún extraño en agradecimiento por algún gesto de solidaridad.
Ambos salieron de Táchira, aunque Paula llegó a Bogotá hace apenas dos semanas. Al final lo que los motivó a migrar fueron los apagones y la crisis económica, con la que perdieron su negocio de diseño por internet. Entre sonrisas y con un sombrero que imita la figura de un oso panda, Paula dice que desde que emigró de Venezuela dibuja mejor y que Javier ha perdido timidez, pues para vender tiene que interactuar con la gente.
Sin embargo, ahora trabajan hasta 13 horas diarias. Duermen en una diminuta habitación en el centro histórico bogotano, en la que comparten una cama individual. Sus clientes son mayoritariamente turistas que recorren Bogotá. A los extranjeros “siempre les impresiona saber que estos billetes allá ya no valen nada”, cuenta Paula.
A su lado, Javier termina la quinta pintura del día: la cara del guitarrista Jimi Hendrix. “Esto se va pa’ arriba, esto no se devalúa señores”, grita, en busca de un nuevo cliente.
*Con información de AFP
Por: Proyecto Migración Venezuela @MigraVenezuela